lunes, 30 de mayo de 2016

Glosa dominical


Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical

En el colegio aprendíamos de memoria los sonetos de Lope de Vega y las poesías de fray Luis de León, el “A Buen Juez Mejor Testigo” de Zorrilla y las “Rimas” de Becquer. Es decir, se repetían continuamente antiguas palabras, sueños desvanecidos, conceptos usados. Los profesores de Sagrada Escritura en el Seminario nos invitaban a una actualización de la memoria a través de la Palabra de Dios, a huir de una repetición del pasado. ¿Con qué fin? Que la memoria bíblica se convirtiese en memorial, es decir que el pasado no fuese un recitado sin sentido sino que fuese como si lo viviéramos por vez primera. En una palabra, tú eres protagonista en directo de un Cristo que busca refugio en tu pecho, que se insinúa en tus pensamientos, que te despierta de tus somnolencias. ¡La Eucaristía! La emoción de un Dios que se te acerca a ti tal como eres: pecador y esclavo, pasota, cobarde y podrido. Sucio, espléndido e irreverente. Asombrado, escandalizado o indolente. No importa: Cristo entra. A veces siento el temblor de mis manos en el acto de la consagración: el gesto máximo del sacerdote. Sientes sobre los hombros encorvados el peso de lo divino, la ternura de tu debilidad de hombre, el poder de un misterio difícil de alcanzar. Que te secuestra liberándote. En tus manos sucias, el Corpus Christi. A veces me pierdo en los ojos de quien se acerca a comulgar: el asombro y la rutina, la emoción y la espera. El aburrimiento, la melancolía y la desgana. “Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre”.
Lástima que nos hayamos acostumbrado a este pan: ya no nos dice nada. Algunos susurran un “amén” por lo bajini, otros se molestan por las incomodidades de la fila, alguno lo toma como un caramelo. Algunos se lo creen de verdad y casi les ves llorar. Sollozar. Contemplas una lágrima que les atraviesa la mirada sonriente y fugitiva. Porque ésta es la Eucaristía: soltarte, agarrarte y dejarte llevar por la ola de Jesucristo. Recorrer senderos inéditos, trazar rutas de fantasía, trastornar tus proyectos. Quien celebra la Eucaristía se siente más libre, sabe que es un hombre pero no ya un hombre. Sabe que no merece la Eucaristía. Conoce aquel abrazo que te hace repartir, que te reorienta el camino, que traduce la debilidad en poder inaudito. Quien cree en la Eucaristía no está plegado de manos sino que está arremangado. Si la cabeza está ligeramente inclinada no es por un desviado misticismo, sino para entrever por las fisuras, caminos nuevos por los que lanzarse. Porque en el aroma de aquel pan partido anida la fuerza de los sueños. Te conviertes en un insatisfecho. Un intolerante ante las medias tintas. Alguien decidido a perderlo todo por intentar la aventura de la desnudez más pobre ante Dios. Y cuando Dios está por medio, soñar es un deber. Porque el sueño te permite imaginar una realidad diversa, porque impide dormirte en los laureles. El sueño te desvela, te pone en pie. Cuando en el mundo acontece algo nuevo es porque hay soñadores maravillosos e incurables, que se obstinan en imaginar una realidad diferente. Nueva. Fuera de la banalidad. 
Desde siempre me ha fascinado la gente que celebrando la Eucaristía ha imaginado un mundo diverso. ¡De ser sacerdotes! De ser libres: de levantarse y de rebajarse, de construir, destruir y repartir. De convertirse en loco por Dios. Es posible que tanto a ti como a mí, te entreguen folios ya escritos. Y te inviten a repetirlos hasta la saciedad. Te dan a entender que la página ya está escrita, que está ya llena, que no caben más palabras. Que todo está en orden. Pero tú, si eres un hombre eucarístico, fijas tu mirada en los márgenes, en aquel espacio todo en blanco, virgen, no usado. Es decir, adviertes la posibilidad de anotar intuiciones, intentar empresas, disociarte de lo ya dictado y escrito. Los márgenes son los espacios futuros que te regala la Eucaristía: se vive al margen. Pero también se escribe en los márgenes. Los poetas anotaban sus correcciones en los márgenes. ¡Que perfeccionaban y embellecían sus textos!
Los famosos Padres del desierto nos legaron una serie de dichos y de apologías espirituales muy sugerentes. En una de éstas se recuerda el gesto extravagante de uno de ellos en relación a un discípulo que le preguntaba cuán intensa tenía que ser la unión con Dios. El maestro lo hizo bajar al Nilo y le cogió la cabeza hundiéndola en el agua al punto del sofoco. Cuando desesperado el discípulo consiguió levantar la cabeza sacándola a flote escuchó una pregunta: ¿Qué es lo que más has deseado en estos terribles instantes? “El aire” -respondió naturalmente el discípulo. “Pues bien -concluyó el maestro-, has de desear la comunión con Dios con la misma intensidad con la que necesitas el aire que respiras”.
La Eucaristía. La celebro al alba, apenas los sueños ceden su puesto a los primeros pasos. A mediodía, cuando el sol en el cénit se muestra majestuosa lumbrera de fuerza y acontecer.  Al atardecer, cuando el alma se serena ante el remanso de las aguas de la febril jornada. Es una exigencia, una pasión, una emoción. Saludamos juntos a  la aurora. Acompañamos la carrera del sol. Le damos las buenas noches al unísono. Yo y Él, Él y yo: El gigante y el niño. La perfección y el pecado. El orgullo y la misericordia. Arrodillado, con las manos extendidas a punto de consagrar, con los pies temblorosos advierto de nuevo el aroma del pan entrar en la piel. El sabor del riesgo. La aventura de la libertad. Cuando salgo, me parece que vuelo. O corro. O camino...
¡Qué deseo loco de incendiar el mundo y abrasarlo! ¡Dentro de aquel  cuerpazo de escándalo!
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 30 de mayo al 5 de junio


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Herminio Pazos Vázquez e hija.
Martes: Al Sagrado Corazón de Jesús a intención de una devota.
Miércoles: A las 19:00 horas Misa en donde se administrará el sacramento de la unción para enfermos y ancianos, será por Josefina Agraso Ramos y esposo.
Jueves: Por Ignacio García Iglesias.
Viernes: Solemne al Sagrado Corazón de Jesús  en el día de su fiesta. Por las intenciones de la parroquia.
Sábado: Por Aurora Insua Camaño, Lolita Camaño y difuntos de la familia. Elisa González Rial y esposo; José Riveiro Prado, Manuel Padín, esposa y difuntos de la familia. Guillermo Alfonso Torres, padres y sobrino.
Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 13:00 Solemne al Santísimo Sacramento, por los Cofrades.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Jueves día 2: Por María Esther Lores Blanco, de Piñeiros. Albino Camiña García, esposa e hijo.
Viernes día 3: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Misa al Sagrado Corazón por las intenciones de la Parroquia.
Sábado día 4: Por Jacinto Oubiña Radío, Elisa Otero Torres, da Costiña; Carmen Méndez, de Lagarey y Carmen Torres Camiña.

Domingo día 5: Misa a las 11:00 de la mañana, por Cándido Cacabelos Bouzada, das Pedreiras; Dolores Pérez Fernández y Joaquín Buezas Vilar, da Salgueira.

domingo, 22 de mayo de 2016

Glosa dominical


Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
EL PÁRROCO CANSÓ Y ABURRIÓ HASTA A MI ABUELA
Cuando yo era niño, el párroco contaba siempre la misma historia. Relataba que mientras caminaba por la playa, reflexionando sobre el misterio de la Santísima Trinidad, San Agustín, el gran sabio obispo africano, se encontró con un niño que recogía el agua del mar con una concha y la depositaba en un agujero excavado en la arena. “¿Qué estás haciendo? -le preguntó el docto obispo. “Quiero vaciar el mar llenando este agujero” -le respondió el niño. “¿Cómo puedes meter todo este mar tan grande en este pequeño agujero? -observó San Agustín. El niño replicó: “¿Y tú cómo puedes creer que tu pequeña cabeza logre contener la infinita sabiduría de Dios?” Recuerdo que mi abuela, que seguramente había oído aquel relato unas ochenta veces, volviendo de misa primera, un domingo dijo en casa: ¡No sé cómo aún no se ha cansado de jugar con la tierra aquel bendito niño! Creo que ha llegado la hora de que aprenda a labrar la tierra más que a hacer agujeros (no decía arena, era concreta, decía tierra). Mi abuela era demasiado buena mujer para llegar a admitir que el párroco, con la complicidad de San Agustín, había acabado por agotarla con aquella historieta del niño que excavaba. Se olvidaba de los otros ejemplos que el sacerdote usaba para hablar de la Trinidad: el trébol, el triángulo, la aritmética, la geometría: era claro que la dejaban indiferente. Estaba más tranquila y segura cuando cogiendo hilo y aguja para zurcir calcetines exclamaba:“Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto” en un latín más o menos macarrónico.
Ved, mi abuela había comprendido una cosa excepcional, aunque no había ido al colegio. Había comprendido que era un ejercicio de soberbia el tratar de buscar meterte en la cabeza a la Santísima Trinidad. Porque para ella era como afirmar el ser capaz de explicar el misterio de Cristo. Mi abuela prefería arrodillarse y rezar. La recuerdo absorta, ausente, rodeada de aquella belleza propia de quien desflora el Misterio. Es impresionante: en la oración la pequeñez contiene lo Infinito, la vejez guarda el Misterio, en la nada se esconde el Todo. No tenía grandes capacidades intelectuales pero había intuido que la curiosidad no sacia en el encuentro con Cristo. Guiar es acompañar a una persona a descubrir paso a paso, a través de un camino surcado de maravillas, de estupor, de sorpresa. Un camino que más acerca  y más te hace sentir tu insignificancia. Un camino en el que el Espíritu Santo necesita alumnos acostumbrados a estar de rodillas ante Cristo Jesús.
Resulta imposible no conmoverse ante el relato del libro de los Proverbios en el que contemplamos a este Dios en su intento de diseñar a la perfección y con delicadez su obra maestra. Un Dios entretenido en fijar los cielos, calculando lo ancho y lo alto; que traza un círculo en los abismos; que recoge con sus manos las nubes impetuosas y las condensa; un Dios que como un fotógrafo obsesionado fija los manantiales, traza con su mirada los límites de los mares. Un Dios que como arquitecto proyecta y dispone los cimientos de la tierra. Y la sabiduría, igual que una mujer enamorada de su Tesoro, era su delicia y saltaba ante Él en todo momento.
Casa natal de Don Bosco en Castelnuovo
Mientras en España en el segundo tercio del siglo XIX,  con el inicio de  las guerras carlistas empieza una lucha fratricida que devastará el país, mientras en Francia se gesta una revolución burguesa que instaurará una monarquía constitucional suplantando a los Borbones por los Orleans y mientras en Inglaterra se construyen las primeras líneas de ferrocarril que unirán las grandes ciudades industriales, Juan Bosco ordeñaba vacas en un pequeño caserío de las tierras del Monferrato, en el Piamonte. Pero había empezado a hablar con Dios. Comenzó a rezar. Es decir, empezó a ser el vértice de sí mismo. Aún más: empezó a convertirse en sabio. Es una cosa formidable pensar que cuando rezas, prestas tu voz al mundo. Las cosas no entienden nada, pero tú puedes hacerlas cantar, rezar, resplandecer. Tú puedes ser el cantor enamorado del universo. ¡Y esto es gigantesco! Te arrodillas y sientes en tu piel que todo habla de Él. Los atardeceres entre estrellas, el agua, la tierra, las cascadas, las tormentas y el juego de los niños. Los ojos y las manos, los lloros y los amores, la armonía y la dulzura.
Mi abuela no me explicó nunca el misterio de la Trinidad. Te digo más: quizás no supo nunca qué era la Trinidad en Teología. Era ignorante al lado de mis profesores en el Seminario, pero poseía una sabiduría que nadie más me ha trasmitido. Un día le pregunté: Abuela, ¿qué son estas tres personas que se convierten en una? Me hizo un signo como diciéndome que me olvidara de eso y me dijo: Tú piensa como cuando me abrazas. Más o menos así. Un abrazo: los brazos de Dios que acogen a quien se fía de Él. ¡Increíble! Esta es la fe sencilla a la que aspiro siempre, la fe que me emociona, que me hace llorar, que me hace sentir pequeño o gigante, que sosiega mi nerviosismo, que me serena el alma, que alimenta mi ternura. Aprovechémonos de ese abrazo que nos derrite  y nos recompone al mismo tiempo. Necesitamos rezar porque necesitamos derretirnos, curarnos del cuello estirado, ser capaces de gestos tiernos. Sin la oración nos volvemos áridos, con rostros apagados, inmóviles, momificados. Con ella nos volvemos ligeros, desenvueltos, sueltos, comunicativos. Si pienso que mi abuela con aguja e hilo y un huevo de madera hablaba con Dios mientras zurcía mis calcetines, me avergüenzo. Pero me conmuevo porque aún la siento cercana invitándome a rezar para sosegarme y abandonarme a Él.
Yo me enfado y Él me dice: Perdona. Yo tengo miedo y Él me dice: Ánimo. Tengo dudas y me dice: Confía. Estoy nervioso y me dice: Tranquilízate. Yo quiero estar cómodo y Él me dice: Sígueme. Y hago proyectos y Él me dice: Bórralos. Yo quiero seguridades y Él me dice: Déjalo en mis manos. Quiero revancha y Él me dice: Mañana, hoy no. Pienso en la venganza y Él me dice: No te servirá de nada. Yo quiero ser grande y Él me dice: Vuélvete un niño. Yo quiero esconderme y Él me dice: ¿Dónde estás?
Todo lo que hago me parece fuera de lugar. No entiendo a Jesucristo. Quisiera buscarme un Maestro menos exigente. Pero no conozco a ninguno que como Él tenga palabras de vida eterna. 
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 23 al 29 de mayo.


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por María Milagros Ares López. Elisa Cousido Padín y difuntos de la familia.
Martes: No habrá Misa.
Miércoles: Comienza la Novena al Sagrado Corazón de Jesús. Sobre las 20:30 Rosario, Novena y Eucaristía. Esta por Dolores Limeres Outón, padres y hermano. Cándido García, esposa, madre, nuera, nieto y difuntos de la familia.
Jueves: Por Delfina Dopazo Méndez.
Viernes: Por Chicho do forcado y su hijo José Manuel.
Sábado: Por Alicia Gándara Radío y esposo Rafael; Luisa Padín Cacabelos y esposo; Marcos Vidal Da Silva y Juan Carlos Moraña Laredo; Divina Miniño Alvarez y esposo Antonio.
Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Dolores Castro Domínguez y su hijo Carlos; Dolores García Dopazo y esposo; Aurea Valladares Padín, esposo e hijo.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.

Jueves día 26: A las 18:30 Confesiones de los niños que reciben la primera Comunión y sus padres.
Sábado día 28: A las 13:00 Eucaristía del Grupo que reciben la primera Comunión. A las 20:00 Misa por Lola Carballa Dominguez; Guillermo Afonso Salgueiro, de Roxique; Cesareo Afonso Salgueiro; Cielo Basdedios, de Peai; José Manuel Camiña García y su madre Dolores; Aurora Buezas Pérez, esposo e hijos, da Salgueira; Arturo Rey Méndez y Santi de Gondariño.

Domingo día 29: Primera a las 10:30 por Carmen González Buezas y Francisca Carballa Cacabelos, da Bruñeira; María del Carmen Torres Pérez; Juana Lamelas Leiro, esposo Manuel Casal e hijo José. Segunda a las 13:15 en donde un grupo de niños recibe la primera Comunión y se aplica por ellos.

domingo, 15 de mayo de 2016

Glosa dominical

 
Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
TRASTORNOS, HURACÁN, PENTECOSTÉS, FINALMENTE…
No damos la talla, no bromeemos. No, no estamos a la altura. Nadie que tenga una mínima dosis de realismo puede verdaderamente hacerlo. No somos capaces de anunciar el Reino con suficiente transparencia, con mínima coherencia, con la pasión necesaria.
El mundo explota en su misma crisis y en su incurable agresividad y también nosotros hemos sido contagiados y abrumados. Y sentimos el peso de nuestra fragilidad personal y comunitaria.
Esta historia de confiar a la Iglesia, a esta Iglesia, las riendas del Reino ha sido una broma, o un engaño o una locura. Seamos serios. Es lo que se han dicho durante horas los impávidos discípulos reunidos en el Cenáculo. Jesús realmente se ha ido y ellos deben comprender qué han de hacer. Anunciar el Reino, de acuerdo. ¿Dónde, cómo, a partir de cuándo, diciendo qué?
Fuera aún se respira un mal ambiente para los discípulos del Nazareno. ¿Por qué razón masoquista tendrían que salir y hacerse arrestar de nuevo? Pedro y los otros lo saben muy bien, lo han experimentado en su propia piel: no están a la altura del encargo. ¡Diantres, pero si sólo hace un mes habían huido con el rabo entre las piernas! ¿Cómo esperar una diferente reacción, un comportamiento a la altura de la situación? Piensan y discuten los apóstoles. Algunos se hacen un poco los valientes pero cabizbajos. No tienen fuerza, no solos, no ahora.
Se está levantando el viento. Extraño, en Jerusalén esto no suele suceder en primavera. No es un viento: es el huracán. Un huracán que les arranca de sus certezas, que los devasta, que los estropea y los desmelena, en una palabra, que los convierte. El fuego baja al corazón y los consume. El terremoto derriba sus pequeñas certidumbres y sus ansiados proyectos. No, ciertamente, no pueden llevarlo a cabo. De acuerdo.
Será el Espíritu que actuará. Ha llegado, el don anunciado por el Resucitado. Es más loco y anárquico de como nadie osase imaginárselo. Más que cualquier otra luz, más que cualquier convicción o determinación, más que cualquier proyecto o plan pastoral. He aquí el Espíritu.
El corazón está repleto, salen por las calles, paran a los peregrinos de paso en Jerusalén por Pentecostés. Hablan del Maestro, lo profesan Mesías y Señor y presente. Ha llegado el Espíritu. Pentecostés.
Los evangelistas se divierten jugando con nosotros.  Picándonos y sacudiéndonos de encima el síndrome de “lo sabemos ya todo”. Cada uno de ellos bromea y nos provoca: ¿Cuándo ha bajado el Espíritu? Juan dice que Jesús dona el Espíritu desde lo alto de la Cruz, muriendo. O quizás en el atardecer de Pascua, apareciéndose a los discípulos. O a juicio de Lucas, en la fiesta hebrea de Pentecostés. Enigmas a desvelar para llegar a comprender quién es el Espíritu.
El Espíritu nace de la Cruz porque la Cruz manifiesta la medida del amor de Dios que es el Espíritu. Es don total, definitivo, vital. El Espíritu es regalo del Resucitado y lleva consigo los dones de la paz de corazón y la capacidad de perdonar. El Espíritu es la Nueva Ley que sustituye aquella dada por Dios a Moisés en el Sinaí, la fiesta que los judíos festejaban en el día de Pentecostés. Ahora  la Ley se encuentra escrita en los corazones y es el Espíritu que nos la recuerda.
Finalmente. El Consolador, para erradicar toda soledad, para hacer de la Iglesia la compañía de Dios a los hombres. El Vivificador, para arrancar el asfalto y cualquier otra costra de las que obstinadamente recubren el rostro de Dios y la Palabra. El Paráclito para defendernos del miedo y de la parte oscura que hay en nosotros y que nos turba impidiéndonos ser verdaderamente discípulos. El Sugeridor, para recordar a los discípulos lo que nos ha dicho Jesucristo cuando nos olvidamos de ello. Él reconstruye los lenguajes, nos da la gracia de comprendernos, de comunicar. Supera la arrogancia del hombre que construye torres para manifestar la propia fuerza y usa el lenguaje del poder que no hace comprender, que confunde, que aleja. Pentecostés es el Antibabel, el otro modo de comprenderse, unidos en la misma búsqueda interior.
He aquí el fuego, que calienta e ilumina, que indica un camino en la noche. He aquí la nube, que mantiene alejados a los egipcios e ilumina el camino del pueblo que huye hacia la libertad del corazón, la niebla que desplaza cualquier otro punto de referencia para confiar en Dios únicamente. He aquí el viento que sopla donde quiere: hemos de ser nosotros los que orienten las velas para recogerlo y ponernos a navegar. He aquí el terremoto que socava desde lo hondo. He aquí la paloma, portadora de buenas noticias, cuando vuelve a las manos seguras de Noé que la ha enviado para saber si el diluvio ha acabado, humilde y dócil.
Prudencia. Al Espíritu encerradlo en el armario, por favor. Es peligroso, devastador, inquietante. Cuando la Iglesia se sienta o se enroca hace nacer santos que la vuelcan. Cuando pensáis que vuestra vida ha acabado, aniquilada, os abre la mirada del corazón. Cuando nuestras parroquias languidecen, se clericalizan, se vacían, se acostumbran, se cansan, se iluden, Él sacude los cimientos, derriba los palacios de la retórica y nos impulsa a salir a las calles de nuestro barrio a decir “Dios”.
Todo el relato parece una escena cómica en la que el Espíritu la lía y los apóstoles corren en vano buscando comprender qué hacer verdaderamente. Es el Espíritu el que guía a la Iglesia, aunque busquemos continuamente corregir el rumbo. Es Él, si quieres, el que puede orientar la vida hacia los caminos de la santidad. Es Él el que sopla, a pesar de todo.
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 16 al 22 de mayo.




Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Pilar Martínez García, hija y padre. Juan Pérez Domínguez, esposa Parina, José García Fariña y esposa Maruja. A las 21:30 Reunión del Grupo de Biblia, abierto a todos.

Martes: Por Digna Lobato Viñas y a las Almas del Purgatorio a intención particular.

Miércoles: Por Serafín Seijas Saborido; Aquilina Castro Casal, esposo Antonio y madre Matilde.

Jueves: No habrá Misa.

Viernes: A las 18:30 Confesiones para los niños de Primera Comunión, padres y familiares. A las 21:00 Misa a Santa Eulalia a intención de una devota. Y por Elvira Domínguez, Hortensia y Pepe Vidal.

Sábado: Por Dolores Morgade Pérez y esposo; Francisco Vázquez, conocido por Paco o Canario; Simón Domínguez Touriño, José Camiña Alonso y difuntos de la familia.

Domingo: Primera a las 9:00 por Amparo Ares Regueiro, padres, hermanos y difuntos de la familia. A las Ánimas a intención de un devoto. Segunda a las 12:30 por los niños que reciben la primera Comunión.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.

Martes día 17: A las 11:00 primer Aniversario de Tito Outón Torres. A las 20:00 Misa en Gondar a Santo Tomas por una devota.

Jueves día 19: Por Eugenio Otero Leiro, Carmen Aurora Moldes Rey, de Piñeiros, Servando Filgueira, Serafín y María del Carmen.

Sábado día 21: Por Concepción González Torres, da Bruñeira; José Luis Vázquez Prieto, de Xestedelo; Pepe da Tomada; Guillermo Fernández Argibay; Alfredo Muiños Rodríguez y esposa Concepción Piñeiro; Antonio Fernández Dopazo y esposa Amalia, de Roxique; Simón Domínguez Touriño, de Gondar, Peregrina Souto Méndez y Herminia Torre Souto, da Bouza de Gondar.

Domingo día 22: A las 10:30 Misa por Cándido Andrade García e hijo, de Lagarey. A las 11:30 Misa por las intenciones de la Parroquia.

domingo, 8 de mayo de 2016

Glosa Dominical

Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
JESÚS DE REPOSO: EL DESEMBARCO DE  LA CATEQUISTA
Ella, pobre, lo había intentado. Pero cuando ahora lo recuerdo me parece  ridículo lo que decía. Nos hablaba de la Ascensión -a nosotros, niños que íbamos a catequesis con la pelota o el patinete- aferrándose a un sentimentalismo azucarado, caduco y cansino, a imágenes en desuso, mal encajadas: “Jesús, después de haber trabajado tanto, tenía el derecho de irse a descansar al Paraíso, donde también nosotros iremos cuando acabemos nuestro camino por este valle de lágrimas…”. Sólo faltaba que nos hiciera cantar a coro: “Dale, Señor, el descanso eterno. Que la luz perpetua le ilumine. Descanse en paz. Amén” y el funeral hubiera concluido. Quizás con algún caramelito para festejar el fin de curso de la catequesis. Es decir que para la catequista, la Ascensión era un periodo de reposo y convalecencia en las altas cotas, donde el aire es sano, los enfermeros simpáticos y el hospital de lujo. Jesús en versión “paciente”. Y nosotros, chavales, obligados a escucharla bajo pena de no ser admitidos a la primera comunión.

Sin embargo yo, me quedaba lleno de dudas, creo que igual que los apóstoles que agachados sobre la cima de aquel monte, asistieron en directo a la escalada hacia el cielo de su Maestro. San Mateo, uno de los que la presenciaron con sus ojos, sintetiza todo con un verbo muy duro: “Sin embargo ellos dudaron”. Es decir, no creían. Quizás empujados por las lejanas olas de aquel mar amigo, postrados en el suelo oían decir: “Recuerda, Pedro, el Maestro te ama y apacentarás sus ovejas. Recuerda, Juan, que reclinaste la cabeza en Su pecho y escuchaste el latido de un corazón ajeno. Recuerda, Tomás, que has dudado porque querías verle. Y ahora que lo has visto ya no puedes perderlo nunca más. Recuerda, Santiago, aquella improvisada empresa constructora en el Tabor: montar tres tiendas en un abrir y cerrar de ojos. Recuerda, Mateo, aquel mostrador de los impuestos que abandonaste por Amor…”
Es como decir: “Recordad y marchaos” Recuerdos tristes, gravosos, improvisadas imágenes sobre los hombros demasiado débiles para aguantar. Quizás era mejor la Cruz: al menos la podías mirar y tocar, embalsamar y ungir, adorarle y hablarle. Llorar, esperar y desear. O el pesebre navideño: estrellitas y alfombras de musgo en torno al Niño, aprisionándolo en una fiesta que nos recuerda la infancia, los recuerdos contados junto a un camino de luces. Hoy lo piensas y te preguntas: ¿Dónde están y para qué sirvieron aquellos pesebres? Aquel Niño al hacerse mayor, dejó su casa y su pueblo. Inútil esconderlo: también nosotros hubiéramos preferido un Dios de barro como los viejos ídolos, ante el cual rezar, bailar, imprecar, soñar, volver a empezar. Un Dios para exponerlo en la iglesia para la colecta de los donativos, con el que dar un nombre a un equipo de fútbol, o sacar a relucir en toda ocasión: política, religiosa, pastoral. Un Dios versión “huevo Kinder”, magdalena “La bella Easo” o miel “de la Granja San Francisco”.
Me parece verlos: con la imagen fija de aquel cielo, vuelven a Jerusalén y están siempre en el templo. Parecen atontados, dormidos en una fábula prolongada poco más de 36 meses y pocas horas. ¡Qué hermoso! Sería la Iglesia que tantos soñarían: una Iglesia que contempla las nubes, que no molesta a nadie, que se ocupa de las cosas del alma. Una Iglesia recluida en la sacristía, que cultiva las flores en el jardín. Una Iglesia que te ayuda a dormir, que te da seguridades, que atonta, que duerme en el centro del barrio. La tentación de los apóstoles es la de empantanarse en los recuerdos, en las nostalgias, en la añoranza por lo que fue, por lo que hubiera podido ser, por lo que nunca fue. Vivir melancólicamente, comer los recuerdos del pasado hasta explotar, beber el agua de la morriña hasta sentir la panza llena, coleccionar los cromos de un pasado en que todo era más fácil, más fascinante, menos complicado. Cristo es tajante: volved en seguida a la ciudad. A Jerusalén: entre las risas, las burlas, las maldades de quien está pasándoselo bien. Quedaos allí, hasta que irrumpa el Espíritu Santo y os empuje a salir, a anunciar, a predicar al precio de una muerte segura, prometida, cierta.
Y ellos, discípulos atemorizados, dispuestos a una pregunta directa: ¿Cuándo sucederá todo esto? ¡Avísanos con tiempo! ¡Tenemos miedo! El hombre es siempre el mismo. De entrada, prisa, impaciencia, orgullo de estar entre los que asisten al estreno de la solución final. Ansia de ver resultados, manía por los primeros puestos, instinto de éxito inmediato. Como en casa: rápido, “sí señor”. ¿Quieres una contrapartida? El domingo sucede eso: Cristo te lleva a un lugar a solas, te da instrucciones, después te invita a salir “escoltado” por el Espíritu Santo. Pero te das cuenta: tendremos un día entero para estar con Él: el domingo. No es únicamente la misa. Reposar la mente, dilatar el tiempo, respetar el descanso dominical es ley divina. Hasta el punto que pagarás aquí todo el tiempo que no has usado para descansar. Dios no bromea: te obliga a reposar para poder hacer aquello que entre semana no puedes hacer. El domingo es hacer gratis las cosas que nadie te pide, te impone, te paga: estar con los amigos, visitar un enfermo, estar con la familia sin reloj, organizar una partida de cartas, un paseo. ¿Y en cambio? Todos al mar en verano, a la montaña en invierno. Al futbol, por la autopista, al torneo, de rebajas. Y la  cosa más absurda: juventud que duerme hasta las 5 de la tarde porque volvieron a las 9 de la mañana de la discoteca, como zombis, idiotizados por el ruido, las luces, el sueño, las drogas, el cansancio.
De esta manera lo perdieron de vista: ayer ellos, hoy nosotros. Porque no comprendieron que lo suyo fue una broma: subir a los cielos para esconderse en cualquier lado aquí en la tierra. Bastaba bajar, abandonar la capillita construida en el monte y arriesgar. Bastaba eso y lo habrían encontrado en los brezos barridos por el viento, en los graneros desconocidos convertidos en improvisadas posadas, en las crestas de las montañas, debajo de la cama o sobre los tejados de la ciudad, en la inmundicia de una cárcel. En los ojos de la gente. Y fue así que entre los hombres la Ascensión se convirtió en tristeza.
Y la catequista pudo dormir sueños tranquilos porque tantos la creyeron.
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 9 al 15 de mayo.


Dena

Intenciones de las Celebraciones Eucarísticas. De lunes a sábado a las 21:00 horas.

Lunes: Por Manuel Domínguez Barros y al Sagrado Corazón de Jesús.
Martes: Por Emilio García Meis y difuntos de la familia. José Caneda Pérez y difuntos de la familia.
Miércoles: Por María Aurora Seijas Saborido.
Jueves: Por José Da Silva Gaspar y su madre.
Viernes: Por Manuel Domínguez Seijas e hijos. A la Virgen de Fátima.
Sábado: Por María Penas Barral. Esperanza Varela y su nieto Luis; Manuel Outón Pérez; Guillermo Alfonso Torres, sobrino y padres; Olvido Ozores Larriba y Benjamín.
Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Manuel Dopazo, Rosa Lores e hijos fallecidos. Obligaciones del celebrante.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.

Martes día 10: Por Carmen Agraso Ramos, da Touticeira, hijo, esposo y difuntos de la familia; Manuel Aquilino, María Agraso y su madre, da Lomba; Dorinda Barreiro Galiñanes.
Jueves día 12: Por María Esther Lores Blanco, de Piñeiros y Amparo Ares Regueiro y difuntos de la familia.
Viernes día 13: A las 19:00 segundo Aniversario de Jesús Fernández Otero. A las 19:30 a la Virgen de Fátima por la Parroquia.
Sábado día 14: A las 10:30 primer Aniversario de Vidalina Prieto Carballa. A las 20:00 Misa por Juan Camiña Lamelas, da Bruñeira; Doro Viñas Rocha, abuela Rosa y difuntos de la familia; A la Virgen del Carmen a intención de una devota; Albino Mayán, padres Alvino y Elvira; Carmen Fernández Otero, su madre y difuntos de la familia.

Domingo día 15: A Santa Rita a intención de una devota; José Otero Leal, da Salgueira. Segunda a las 11:30 por las intenciones de la Parroquia.

domingo, 1 de mayo de 2016

Glosa dominical


Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
PITIDOS Y FIASCOS: ¡SON UNA DECEPCIÓN!

Una historia que resulta imposible no comprender. Aunque sucedida hace casi veinte siglos, conserva una sorprendente actualidad.
Hubo algunos que venían de Judea que daban a entender que habían recibido un encargo preciso, que sin embargo nadie les había confiado. Un encargo para hacer aceptar las propias ideas más bien mezquinas. Un encargo que pretendía imponer como necesarias algunas prácticas de las que el Evangelio no se había jamás ocupado. Debió representar una ingente tarea para aquellos dos embajadores, Pablo de Tarso y Bernabé, el poder contrarrestar aquellas maniobras retorcidas. Pensad que el cristianismo estaba dando los primeros pasos y ya la pequeñísima comunidad cristiana demuestra una enorme capacidad de elegancia y precisión al tratar las cuestiones. Es un momento dramático. Si entre ellos no florece la armonía, si deciden rendirse, la Iglesia no empezará la singladura. Quizás resonó en sus mentes el eco de aquella pregunta inquietante de Jesús: “¿También vosotros queréis marcharos?
Y Pedro, el discípulo canalla de la increíble intuición, fijó los ojos en Jesús y le susurró: ¿Señor, a quién iremos? ¡Sólo Tú tienes palabras de vida eterna!” Señor, tus palabras dan una vida que te llena para siempre, no tenemos que seguir a ninguno más allá de Ti. Los otros discípulos notan el sudor bajar por la frente. Pedro ha interpretado bien el sentir común. Y hoy no se apela a los tribunales competentes, sino que en la ciudad de Antioquía y de Jerusalén se compara, se escucha, se decide entre todos: “se decidió que Pablo y Bernabé y algunos otros entre ellos fuesen a Jerusalén”.
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Rembrandt: Pedro y Pablo tras el Concilio de Jerusalén
¿Te imaginas a Santiago, obispo de la Iglesia Madre de Jerusalén, iniciando el primer concilio para ayudar al cristianismo a empezar a caminar? ¿Te imaginas la dulzura, la dimensión de autoridad, la preocupación de aquellos primeros enamorados de Cristo que intentan todos que en el camino nadie se pierda? ¿Te imaginas los primeros dimes y diretes, las primeras envidias, los primeros celos entre los apóstoles en las tierras a evangelizar, sobre la diversidad de los carismas, sobre la modalidad con la que enamorar a la gente hablando del Señor Jesús?  Sin embargo es importante que den en el blanco.
Iglesia envuelta en los vendajes del Espíritu Santo, acariciada por el soplo de la eternidad, llamada a jugar como titular y protagonista el partido de la historia humana. No tiene que haber miedo en el corazón de Felipe y de sus compañeros de aventura que sobrepasan los confines de Samaría, tierra de infieles, cismáticos y traidores. Aquella mujer de Samaría, conquistada espléndidamente por el Hombre de Nazaret en el brocal de un pozo en un caluroso mediodía todo hebreo, es la esperanza de un futuro rico de siembra por la palabra de su Maestro. ¡Basta dibujar confines, plantar vallas, trazar fronteras!
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¡Tendréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá a vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría hasta los confines del orbe! He aquí el poder del Espíritu Santo que la Escritura compara con el viento. Porque el viento evita que el agua se estanque y se pudra. El viento modela la montaña, la roca, el mármol, los rostros. El viento que transporta en su brisa el polen, colabora llevando adelante la vida. El viento bate, eleva las cosas. Al viento no lo puedes agarrar ni modelar. Así es el Espíritu: es misterio, profundo e insondable misterio, que se deja anudar en el manto del silencio. “Si me amáis, observaréis mis mandamientos”. Aquel Maestro tan exigente no pide signos extraordinarios a los discípulos, les suplica elegancia en sus vidas, refinamiento en sus miradas, finura en sus gestos. Sólo así lograrán responder a los desafíos de un mundo que les interroga, les atormenta, los empuja a exponerse, les invita a salir de sus propias iglesias para vivir en los senderos del hombre. Una primera Iglesia de frontera, aquella primitiva.
Conocí a un sacerdote, párroco en el sur de Italia, que fue asesinado cuando se disponía a celebrar la santa misa, porque había osado denunciar la corrupción y las ilegalidades en su tierra. Quien disparó lo hizo en la sacristía para recordarle que una Iglesia que no molesta no tiene nada por lo que preocuparse. Pero se convierte en una Iglesia que no exhala el perfume de aquel fascinante misterio que circunda a su Maestro.
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¡Es bien raro tu Evangelio, Señor! Un libro completamente diferente a los otros. Guarda sorpresas brutales. Y cuanto más lo leemos, más intranquilos nos sentimos. Un estudiante que haya profundizado en un determinado tratado, va seguro al examen. En cambio quien conoce el Evangelio, acaba perdiendo las seguridades. Sólo quine lo ignora puede mostrar una cierta seguridad. El estudio de los libros humanos te procura el aprobado. El estudio del Evangelio te regala el suspenso. Como hoy, Señor. Me sentía en paz y descubro que estoy en paz. Pero en la paz de Satanás. Es decir: me he equivocado en todo. Señor, perdóname. ¡Perdona a mi cabeza que no se entera ni entiende nada!-
 
Fr. Tomás M. Sanguinetti