domingo, 24 de septiembre de 2023

Los absurdos comportamientos de Cristo

 


Es probable que en aquel tiempo la situación fuese una consecuencia de una crisis económica extendida: perdido el puesto fijo, se multiplicaban los jornaleros, los braceros de jornada, también los que improvisaban el oficio. Sucedía y basta: nadie daba más importancia.

El hombre que tiene una viña es un hombre afortunado: las vides son un pequeño imperio, aquella tierra produce racimos y bebidas, presente y futuro. El trabajo es tanto -un día el Amo dirá que la mies es mucha y los obreros son pocos-, que faltan operarios. Que sin embargo son seleccionados en los poyos de la plaza: “Se acordó con ellos un denario al día y los mandó a la viña”. Dos pájaros de un tiro: él se organiza la jornada, ellos se ganan el pan. Cuando ve que son pocos, volverá donde aún hay en abundancia: “Hacia las nueve (…) Hacia mediodía (…) Hacia las tres (…)” Quizás tanto trabajo en aquella viña no se lo esperaba ni él: y tuvo que salir aún “hacia las cinco”. En aquella hora los primeros tenían ya sobre sus espaldas ocho horas de trabajo: sol, pala y azada. O racimos, cestos y carretas.


Parece ser que era una hacienda de gestión familiar: todos colaboran, ponen de su parte, se afanan en trabajar la tierra y las vides. Hasta el atardecer, hasta la paga. Que se convirtió en la sorpresa más inimaginable, aún más que el hecho de ser seleccionados: “Llama a los jornaleros y dales su paga -le pide el amo a su capataz- empezando por los últimos hasta los primeros”. Por los últimos: de modo que pudieran hacer proyecciones sobre su salario, imaginar la cantidad de moneda conseguida por sus horas de trabajo. Para después comprobar cómo era de distante su espíritu empresarial comparado con el del Amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado como a nosotros que hemos soportado el peso de la jornada y el calor.” Que es como decir: si no eres capaz de ser un buen amo, vuelve tú a cultivar la tierra. Cuando en cambio el contrato hablaba claro. “¿Acaso no acordamos un denario? ¡Hay que leer la letra pequeña antes de firmar nada! En las páginas del Evangelio que están plagadas de viñas que cultivar, espigas que cosechar y lirios que contemplar, no hay nada insignificante. Nada inútil que no necesite nuestra atención. Sin embargo el amo no comete ninguna injusticia.

El Amo está acostumbrado a firmar contratos un tanto molestos a las cinco de la tarde, al atardecer: aquel con la samaritana, con la Magdalena de los siete demonios, con la adúltera y con Zaqueo. Por no hablar del contrato con el ladrón de la derecha cuando eran ya las cinco pasadas: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.


No es una simple voluntad de irritar: más que a provocación suena a justicia, la de Dios, que siempre va a la raíz de las cosas: antes que nada pregunta: ¿por qué estáis todo el día ociosos? Y ellos responden: “Porque nadie nos ha contratado”. Este es el motivo de la desocupación: nadie ha confiado en ellos. Quizás eran jorobados o poco agraciados, desgarbados o canijos, o con alguna incapacidad física. O quizás estaban bien pero nadie quiso apostar por ellos.

“Amigo, ¿acaso tienes envidia porque yo soy bueno?” Tocado y hundido. Otra cosa que el peso de ocho horas de jornada: la verdadera flaqueza era la envidia, aquella semilla terrible que Satanás ha sembrado en medio de la viña del Evangelio o en mi habitación. Aquella inquietud de ánimo que nos hace juzgar sin conocer, firmar sin leer, hablar sin pensar. O quizás algo más fino y sibilino: la envidia de ver que aquel Hombre pagó a los últimos también las horas pasadas en los poyos de la plaza mayor. Que no eran horas pasadas sin hacer nada sino gastadas con la tristeza de un fracaso. Horas desocupadas, las más agotadoras: y Cristo lo sabe.

Semana del 25 de septiembre al 1 de octubre.

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Por Maruja Durán Fernández y esposo José Dopazo, Elisa do Roxo y sus padres.

Martes: Por Divina Dopazo Cacabelos; José Otero Piñeiro y su abuelo.

Miércoles: Por María del Carmen Domínguez Seijas. A la Virgen del Carmen a intención de una devota.

Jueves: Por Rafael Besada Limeres; María Otero Seoane y difuntos de la familia.

Viernes: Jesús Méndez Becerra; Julio, Manuela y difuntos de la familia.

Sábado: Por Maruja Cacabelos Vidal; Dolores Serén Cores y difuntos de la familia. Modesto Sanmartín Arosa y difuntos de la familia.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Esperanza Esperón Camiña; familia Arteaga Gómez de la Vega. Etelvino Dopazo Lores.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Martes: Por Esperanza Salgueiro Castro.

Jueves: Por Manuel Carballa González.

Sábado: Por Jacinto Oubiña Radío, esposa, padres y hermanos.

Domingo: Misa a las 11:00 a la Virgen de los Milagros, una devota.

domingo, 17 de septiembre de 2023

Se puede cambiar el rostro de la historia

 


El perdón de las ofensas y el amor hacia los enemigos constituyen una de las características más visibles y más innovadoras de la moral evangélica. Pero como a menudo ocurre, cuanto mayor es la exigencia, cuanto más alta es la meta indicada, tanto más mezquina y pobre aparece su realización en la vida práctica. ¿Cuánto ha influido la doctrina evangélica del perdón de las ofensas en la vida y el comportamiento práctico de los cristianos? 

Es necesario decir que muchos cristianos a lo largo de la historia de la Iglesia se han tomado en serio la palabra del Señor: la hagiografía cristiana está plagada de ejemplos de amor y de gestos heroicos de perdón y reconciliación. Si hoy se habla, y siempre más a menudo, de paz y de desarme, de solución práctica de las controversias internacionales, incluso de cooperación recíproca y de ayuda a los pueblos en vías de desarrollo, es debido a que muchos cristianos han contribuido a la difusión y maduración de estos ideales del cristianismo.


El evangelio ha tenido una capital importancia en la educación de los pueblos de Occidente. Sólo un ciego es incapaz de ver que muchas ideas y estímulos positivos llevados adelante por los sistemas que incluso combaten al cristianismo, han nacido de una cultura de matriz cristiana y fuertemente marcada por el espíritu evangélico. Desde el no a la pena de muerte (por considerar la vida sagrada, intocable y fuera de las manos del hombre), hasta los movimientos de acogida de los inmigrantes y refugiados, pagados a menudo a costa de privaciones de la población que paga sus impuestos, pasando por todas las organizaciones de solidaridad: todo esto proviene del cristianismo.

Pero la historia de los pueblos, también de pueblos cristianos, está llena de testimonios negativos: enfrentamientos, guerras, destrucción, injusticias, venganzas, guerras de religión, conquistas coloniales y hoy en día el imperialismo económico, la explotación del tercer mundo, la industria de la guerra y de la muerte. Y todo por mantener esos diferenciales astronómicos entre los países ricos y los países pobres. Asfixiando su comercio para luego, en el mejor de los casos, devolverles una ínfima parte de lo defraudado en hipócritas campañas de solidaridad.

La responsabilidad de los cristianos frente al Evangelio y a los hermanos aún no iluminados por la luz de la fe es enorme. Los “antitestimonios” desmienten en el plano de los hechos todo esfuerzo de evangelización y comprometen la credibilidad misma del Evangelio.


La iniciativa de la reconciliación viene de Dios; y la Iglesia y los cristianos deben ser operadores de la paz en el mundo, de fraternidad en todos los sectores y a todos los niveles: desde el internacional hasta las pequeñas relaciones de vecindad y de trabajo, entre esposos, entre los hijos, en la relación entre empresarios y trabajadores, entre pobres y ricos. No hay relación humana, por pequeña que sea, que no pueda encontrar una mejora a través de la reconciliación y el perdón. Sólo con el amor es posible formar una comunidad humana.

De hecho, fue el Evangelio de Cristo el que produjo un vuelco copernicano en el mundo cuando todo él era romano. Toda la estructura de poder de Roma estaba en última instancia al servicio del sistema de dominación vigente: los fuertes eran los dominadores, y los débiles los dominados. Y para que eso funcionase, para que los señores pudieran seguir siendo señores, y los esclavos, esclavos; se necesitaba un sistema de ferocidad que dejaba chiquitos a los nazis. Las galeras y las minas, la crucifixión y el empalamiento eran piezas indispensables para el funcionamiento del sistema. Sólo así, los esclavos seguían siendo esclavos “voluntariamente”, sin que surgiera de vez en cuando un Espartaco.

Pues a partir del 313, Edicto de Milán, Constantino el Grande, empujado por su madre santa Helena, aún más grande, las cosas cambian radicalmente. El precepto principal será el amor: “Dios es amor". El último crucificado, el Redentor. Por amor al hombre. Claro que cambió el rostro de la historia. Y aún sigue notándose ese cambio, a pesar de la basura que se han esforzado en lanzar tantos contra el Evangelio y contra la Iglesia. Es aún muchísimo el amor residual que queda en la estructura cultural, política y jurídica del occidente otrora cristiano. La huella de Cristo, del amor de Cristo es todavía muy profunda.

Imaginaos el estallido de luz que sería la vuelta de nuestra ya decrépita civilización al Evangelio del Amor.

Semana del 18 al 24 de septiembre.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por José Méndez Torres. Carmen Cacabelos Garrido.

Martes: Por Juan Vidal Méndez, esposa e hijos.

Miércoles: Obligaciones del Celebrante.

Jueves: Por las vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y misionera.

Viernes: Por los participantes.

Sábado: Por Juan Poceiro Torres y esposa Carmen Radío Dadín; Manuel Domínguez Serén y esposa Divina Méndez Meis; intenciones de la familia Arteaga Gómez de la Vega.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por las intenciones de la familia Arteaga Gómez de la Vega; difuntos de la familia García San Miguel.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Montserrat Gómez y esposo Juan.

Viernes: A las 19:00 segundo Aniversario de Alfredo Lores Lores.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Pastora Padín Camaño. A las 20:00 Misa por Lourdes García Lázaro y esposo Manuel; Peregrina Vilar Moldes y difuntos de la casa; Elisa do Reiniño; María Luisa González Fernández; Ramón Padín Leiro; José Salgueiro Torres, esposa y padres.

Domingo: Por Carmen Poceiro Torres, esposo José Troncoso Padín, hijos Carmen, María Esther y Pepe; Manuel Salgueiro Álvarez y difuntos de la familia; Carmen García Méndez, de Rouxique.

domingo, 10 de septiembre de 2023

Pequeñas cifras y ganancias desproporcionadas

 


Los números son irrisorios en desmedida. Las perspectivas con las que abren son sorprendentemente gigantes. Parece que en los evangelios el Cielo sólo sepa contar hasta diez: raramente la numeración supera las dos cifras. Las pocas veces que acontece parece que se dé prisa en pedir disculpas. Del uno al diez: los primeros números que se aprenden de niños, los números que contienen el todo (cualquier número está compuesto de estos primeros diez números) la gramática de cualquier otra multiplicación.

En la Escritura, allí donde el creer y la fe se multiplican solo compartiendo, siempre hay una y únicamente una división. Una “condivisión”, un compartir. Del uno al diez, que al fin y al cabo es uno y cero: el misterio del Reino que se esconde en lo más pequeño de una historia para prolongar la capacidad de mirada y perspectiva sobre el Eterno. Sobre el más allá de Dios. Páginas de evangelio que son palabras de esperanza, encerradas todas en la infancia de las pequeñas cifras. En el Evangelio, como en los rollos del Antiguo Testamento que los han precedido: también allí y sólo a modo de ejemplo hubiera bastado un solo justo (el número positivo más pequeño) para salvar una entera ciudad, la de Sodoma. Una sola familia, años antes, permaneció entre los justos de Dios: la de Noé. En aquel uno conservado en el Arca -y con él una sola pareja de animales por especie- se salvó el entero género humano, hombres y bestias. Era sólo el inicio de la aventura humana sobre la tierra, poco después del esplendor inimaginable del Edén; pero ya la sospecha estaba al alcance de todos: el Cielo desde siempre prefirió y preferirá lo más pequeño, lo aparentemente irrisorio, casi ridículo, para desafiar la sagacidad y la sabiduría del mundo adverso.

Después, en la encrucijada de la historia, habrá que permanecer solos próximos al Uno: bajo la Cruz una mujer permaneció; frente al Sepulcro vacío, una mujer lo reconoció. Cuanto más descienden las cifras, más la historia se convierte en femenina. Hasta la cifra más pequeña. Uno, más bien una, María de Nazaret.


A bajas cifras -que no significa pequeñas dosis, visto como el porcentaje de calidad desafía lo humano- corresponden medidas y perspectivas ilimitadas. Espacios no mensurables: la salvación y la condenación, la bondad y la maldad, el significado y la insignificancia. Tiempos  no sujetos a medida: el Eterno, la Eternidad, el siempre de Dios. Por cierto: de lo pequeño a lo inmenso, al Infinito de la Eternidad. Tú y Él a solas: dos personas. Quizá dos o tres testigos contigo y con Él: cinco. Lo máximo es una comunidad, que es la suma de una historia junto a otra. Porque Él confía su Presencia a tal lógica: bastan dos, máximo tres y Él está allí. Estuvo y estará siempre. Y siempre con la misma combinación: pequeñas cifras revestidas con verbos que hacen olor de intimidad, de palabras compartidas, de miradas encontradas. De la comunidad más pequeña que exista, a la ganancia máxima que el Cielo conceda. “Habrás ganado a tu hermano”. Ganar: voz del verbo “rescatar” en cuyo eco resuena y late fuertemente el verbo salvar, proteger, custodiar. Amar.

Los pasos en la Escritura son siempre pequeños. Las revelaciones son siempre pequeñas revelaciones: también los sueños son siempre pequeños sueños. Como las cifras, las presencias, los amigos de Cristo. Poquísimos al principio para después aumentar desmedidamente: el céntuplo en esta vida y después la vida eterna, cosas de vértigo para el más empedernido de los hermanos de Judas. Ya sabéis…

Lo contrario siempre es peligroso: prometer a lo grande, para no dar nada. Lo corrobora la historia, está escrito en las crónicas, lo leemos en los periódicos: números exorbitantes al principio para después quedarse con un puñado de arena en la mano. Un puñado de palabras arrugadas y decepcionantes. Cristo lo sabe y no se arredra. No le importa pero tampoco engaña: mejor la confianza en los pequeños números, que la arrogancia de las grandes cifras de la exageración. Que en resumidas cuentas es la hermana gemela de la decepción.

Semana del 11 al 17 de septiembre

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas. Por motivo de la vendimia se suprimen las misas de la semana. Excepto el viernes y el sábado.

Viernes: Festividad de la Virgen de los Dolores. Misa a la Virgen de los Dolores por la intención de la Parroquia.

Sábado: Por Feliciano Blanco Vidal y difuntos de la familia. Intenciones familia Arteaga Gómez de la Vega; María Esther Soutullo Limeres y difuntos de la familia; difuntos familia García San Miguel.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Marcelina Domínguez Varela. José da Silva Gaspar y su madre Dolores. Intenciones familia Arteaga Gómez de la Vega; difuntos familia García San Miguel.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Viernes: Festividad de la Virgen de los Dolores. Misa por la Parroquia.

Sábado: Por Ricardo Tilve Varela, Antonio Rial Salgueiro, esposa Luisa e hijos; Amalia Salgueiro Otero y esposo Antonio de Rouxique; Juan Ramón Lores Salgueiro y esposa Manuela de Piñeiros.

Domingo: Misa a las 11:00 por Julián Gúimil y su hija Carina. Carmen Elisa Torres Otero de Rouxique.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Pedro y aquella falsa imagen de Dios

 


El hombre es uno de aquellos testarudos recalcitrantes. No es un oportunista, uno de los que suelen cortar la cuerda cuando las cosas se ponen feas. Tira de ella hasta el final, es fiel hasta el final. No es un desertor, no escapa aunque los demás huyan. Sin embargo el hecho es que los suyos sí que huyen: los de primera hora, la vanguardia de la letra pequeña. Iglesia naciente, aquellos que en resumidas cuentas hubieran tenido que aguantar el peso de aquella mirada que tenían frente a ellos.

En cambio hoy parece que la suerte está echada. ¿Habrán comprendido algo aquellos hombres de aquel Hombre que fue el primero entre los hombres a llamarse “de Dios”? A llamarse Dios. Creer en el milagro siempre ha sido el atajo de la fe: si no el atajo, sí el camino fácil, rápido y expedito, la autopista hacia Él: “Tú eres el Cristo, eres mi Dios”. Después, cuando el camino se complica y se hace cuesta arriba, cuando entre Nazaret y Jerusalén aparece una ruta tortuosa que atravesar, cuando no es posible dar ningún rodeo para acortar el sendero, entonces stop.

¿Y si todo fuese un espejismo? Quizás tiene razón Satanás: ¿es digno de confianza un Dios así? La jornada de los cestos que rebosan panes y peces, de los miembros curados y de las miradas luminosas, de los cojos sanados y vueltos a erguir como cipreses y de los huesos cubiertos de nuevo de carne, son lejanos. Hoy Cristo cierra su pueril vagabundeo entre las callejuelas de Palestina y los campos de anémonas silvestres. Este es el tiempo del seguimiento y del anuncio: treinta años y pico de silencio, un puñado de meses de rodaje despreocupado (o casi) con aquel bosquejo de Iglesia naciente, y el tiempo está ya maduro para diseñar su futura trayectoria: “empezó a explicar a sus discípulos que debía dirigirse a Jerusalén y sufrir mucho”.


Jerusalén no es Nazaret, ni mucho menos Betsaida. No tiene el encanto pueril de Belén -entre estrellas y establos, cometas y panderetas- y ni mucho menos el sabor de sorpresa del lago de Genesaret: Jerusalén es tierra de subida y de cruces, de encrucijadas y de tránsfugas. Es tierra de martirio y de sufrimiento, de abandono y de pesado silencio. Y Pedro lo sabe: por ello tiembla. Que en definitiva es un absurdo: él, el hombre que tutea a las tormentas y tempestades, se acobarda frente al futuro. Teme por el Amigo, tiembla por lo que pueda acontecerle, se preocupa ante un Dios diferente del que se había imaginado. No calla. Él dice las cosas abiertamente, con furor, con corazón juvenil: “Dios no lo quiera, Señor, esto no pasará nunca”. Nunca: el adverbio que se reserva para los amigos cuando se habla de sufrir, que tiene el aroma del cuidado, de las atenciones, de la afable premura. “Nunca, Señor: no irás a Jerusalén”.

Entre la asombrosa confesión de aquel “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” y este “nunca” está Pedro. Con aquella humana y dolorosa fatiga de descubrir que Dios no es como uno se lo imaginaba: fuerte, decidido, provisto de soluciones. Dios permanece Dios: decidido, fiel, tan severo consigo mismo que se muestra tremendamente hombre. El más humano entre los hombres. Humano hasta ser capaz de romper la amistad más íntima, llegado el caso: “Lejos de mí, Satanás”. Tú eres escándalo y tropiezo porque no piensas según Dios sino según los hombres”. El amigo que se convierte en escándalo, en obstáculo, horrible tentación de querer abreviar el camino impenetrable: aquella carcoma maliciosa del Demonio que embauca, que engaña y decepciona. Cuesta llamar Satanás al amigo: sin embargo Cristo lo hace. Debe hacerlo, siente la necesidad de hacerlo, es urgente hacerlo. No sea que Pedro persevere en aquella idea equivocada de Dios, quién sabe si contagiando a los demás.

El desafío de Cristo es directo y no admite retrasos. Hemos de pasar por Jerusalén: el Calvario se afronta, la Cruz no se rechaza. Hacia Jerusalén pues, tierra de compromisos, lágrimas y sorpresas: rigurosamente en orden de aparición. Para no engañar a nadie.

Semana del 4 al 10 de septiembre.

 


Dena.

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas. Por Motivo de la vendimia solo habrá Misa sábados, domingos y días que tengan intención propia.

Jueves: Por Santos José Álvarez Bea.

Sábado: Intenciones familia Arteaga Gómez de la Vega. Lidia Camiña Lobato.

Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:00 por María del Carmen Suárez-Vence, primer aniversario y esposo Jaime.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por motivo de la vendimia sólo habrá Misa los sábados y domingos.

Sábado: A las 20:00 Misa por Carmen Casal Lamelas, segundo aniversario y sus padres.  Samuel Souto Torres, Servando Buezas Radío y esposa Dolores Pérez. Valentina Leiro Méndez, de Rouxique. Maruja y Alberto.

Domingo: Misa a las 11:00 por las intenciones de la parroquia.

domingo, 27 de agosto de 2023

Domingo XXI del tiempo ordinario (Ciclo A)

  


De la Homilia pronunciada por el Papa Benedicto XVI el  domingo 21 de agosto de 2011, en Madrid, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud y con el Domingo 21 del tiempo Ordinario (Ciclo A)

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. 

Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.


Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que cómo Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.

Semana del 28 de agosto al 3 de septiembre

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Rafael Besada Limeres.

Martes: A las 19:00 primera Aniversario de Amelia Bouzada Afonso. Se suprime la misa de las 21:00.

Miércoles: Por los participantes.

Jueves: Obligaciones del Celebrante.

Viernes: Por Esperanza Esperón Camiña.

Sábado: Por Néstor Moldes Limeres; Mercedes Oubiña Romay; Intenciones familia Arteaga Gómez de la Vega.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por José María Ariza, difuntos de la familia García San Miguel; intenciones de la familia Arteaga Gómez de la Vega.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Esperanza Salgueiro Castro.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Vicente Grandal López. A las 20:00 Misa por Rosa Carballa Padín y esposo Juan; Guillermo Fernández Argibay, esposa Amelia y difuntos de la familia.

Domingo: Misa a las 11:00 por la Parroquia.

domingo, 20 de agosto de 2023

Domingo XX del tiempo ordinario (Ciclo A)

 


Comentario del Evangelio Dominical del XX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A)  por el Papa Benedicto XVI en el Ángelus del 14 de agosto de 2011

El pasaje evangélico de este domingo comienza con la indicación de la región a donde Jesús se estaba retirando: Tiro y Sidón, al noroeste de Galilea, tierra pagana. Allí se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a él pidiéndole que cure a su hija atormentada por un demonio (cf. Mt 15, 22). Ya en esta petición podemos descubrir un inicio del camino de fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritar a Jesús: «Ten compasión de mí», una expresión recurrente en los Salmos (cf. 50, 1); lo llama «Señor» e «Hijo de David» (cf. Mt 15, 22), manifestando así una firme esperanza de ser escuchada.

¿Cuál es la actitud del Señor frente a este grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, hasta el punto de que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de insensibilidad ante el dolor de aquella mujer. San Agustín comenta con razón: «Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no por rechazarle la misericordia, sino para inflamar su deseo» (Sermo 77, 1: PL 38, 483). El aparente desinterés de Jesús, que dice: «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel» (v. 24), no desalienta a la cananea, que insiste: «¡Señor, ayúdame!» (v. 25). E incluso cuando recibe una respuesta que parece cerrar toda esperanza «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos» (v. 26), no desiste. No quiere quitar nada a nadie: en su sencillez y humildad le basta poco, le bastan las migajas, le basta sólo una mirada, una buena palabra del Hijo de Dios. Y Jesús queda admirado por una respuesta de fe tan grande y le dice: «Que se cumpla lo que deseas» (v. 28).


Queridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!».

Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual (cf. 1 Co 2, 13-14), que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre su propia vida a su Amor.