domingo, 28 de marzo de 2021

Aclarar la actitud de los corazones

 


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El domingo de Ramos en la historia de la salvación señala el inicio oficial de la profecía del santo Simeón, en torno al lugar apologético que ocupa la persona de Jesús a los ojos del mundo. Esta posición viene enmarcada con dos símbolos bien conocidos: el olivo y las palmas. Profetizó Simeón: “Él está aquí para ruina y resurrección de muchos en Israel: será bandera discutida (signo de contradicción) para que queden claros los pensamientos (la actitud) de muchos corazones” (Lc. 2,34)

 

Jesús, signo de contradicción: este término indica esencialmente el posicionamiento histórico de dos bandos opuestos respecto al personaje de Cristo. Comenzó hace 2000 años con la entrada triunfal de Jesús en la Ciudad Santa donde emergen dos posiciones contrapuestas. Por una parte un pueblo que lo reconoce y aclama como el Cristo, Hijo de David; y por otra, el grupo de los notables del poder religioso y político hostil, indiferente o crítico hacia el Mesías aclamado. Acontenció hace veinte siglos, pero también en nuestros días y continuará hasta el fin de los tiempos cuando los hombres se dividirán siempre en partidarios y detractores, en pro y contra Cristo, pasando facilmente del Hosanna del domingo al Crucifige del Viernes Santo. 

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¿Qué decir de todo ello? Pues que ante Cristo no se puede permanecer neutral. Él mismo lo afirmó categoricamente. “O conmigo o contra mí” Mt.12,30. Por eso también nosotros estamos llamados a una toma de posición. 

 

O con Él: el filósofo Ernest Bloch (nacido en 1886) aún siendo marxista reconoce que “Jesús está unido como ningún otro a los hombres y permanece junto a ellos, a su lado, como el signo más dulce y ardiente de su dulzura, el signo que más nos quiebra y nos ama”. O contra Él: nos lo demuestra esta página de furiosa hostilidad  hacia Cristo del dramaturgo sueco Johan August Strindberg que en 1849 entre otras cosas escribe: “¿Cómo podéis pretender que podamos tomar en serio aquello que se nos revela como una gran patraña? ¿A quién ha redimido Jesucristo, el Redentor? En verdad él atenta contra la inteligencia, la carne, la belleza, la alegría, los afectos más puros. Es un asesino de la virtud, de la lealtad, del valor, de la gloria, el amor y la piedad”.

 

Haciendo honor a la verdad hay que reconocer que a menudo hasta los más feroces se rinden ante la fascinación de Cristo, porque antes de morir en 1912 Strindberg se convirtió en cristiano e incluso llegó a ser un místico. 

 

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Dos conocidos símbolos muy significativos: el olivo y las palmas: “La multitud numerosísima extendió sus mantos por el camino, mientras otros cortaban ramos de los árboles (olivos y palmas) y los extendían a su paso”.

 

El olivo es símbolo de fortaleza y de la consistencia aún a merced de la intemperie. El olivo pues, nos recuerda la fortaleza y la perseverancia en el seguimiento de Cristo, especialmente en un clima de paz, de concordia y gozo con todos, especialmente hoy en día donde reina el virus de la contraposición, la discordia y la agresividad. 

 

En cambio las palmas son símbolo de la victoria, reservada a los valientes testigos y mártires de la fe. Los mártires han existido y existirán siempre porque: “el mundo -decía  Pablo VI- tiene más necesidad de testigos que de maestros”.

 

Ante Jesús no se puede permanecer neutral. He aquí la escala de los estados de ánimo más frecuentes ante Cristo, que se manifiestan en la experiencia cotidiana de cada uno y también como actitud de la opinión pública ante Cristo: 

 

  1. La actitud de Hosanna: signo de adhesión plena y entusiasta a Él. Son los cristianos convencidos.

  2. La actitud del Crucifige: signo de rechazo y de odio hacía El. Se trata de ateos pertenecientes a sectas satánicas y esotéricas varias. Pero respecto a nosotros, valga la aguda observación de la escritora alemana Ricarda Huch (1864-1947) la cual afirma: “No existe una época de Cristo en la historia, porque él es eterno. También los incrédulos de hoy en día y los sin Dios del mañana se nutren de su espíritu. Él es la roca que las olas del tiempo no pueden destruir.” 

  3. De la veleta: es el signo de una relación con Cristo alternante entre el Hosanna y el Crucifige. Representa a los cristianos chaqueteros o de corriente alterna (AC/DC) que desdeñan el dejarse totalmente involucrar por Cristo. Guido Piovene en su libro “Le Furie” (1907) nos deja esta chocante reflexión: “El mundo surgido después de Ti, oh Cristo, y donde yo he nacido, es demasiado extenso y demasiado vacío, por tu fuerza. La sombra de la cruz lo cubre únicamente en parte; y la mayor se queda fuera como la proyección de una sombra cada vez más diluida hasta que se desvanece”. 

  4. De la indiferencia: es el signo que abrazan los agnósticos y cuantos viven como si Dios no existiese.

  5. Del síndrome de Herodes: es el signo entre los más sutiles, porque se camufla fácilmente con el ropaje de la hipocresía y de una respetabilidad de fachada única. Herodes dijo a los Magos: “Id e informaos cuidadosamente del Niño, y cuando lo encontréis hacédmelo saber para que yo vaya también a adorarlo” Mt.2,8. Este símbolo pudiera representar maravillosamente a humanistas laicos, mafiosos, masones, filantrópicos y a cuantos quisieran desterrar al cristianismo con guante blanco.

 

Con el domingo de Ramos entramos de lleno en el Misterio Pascual. La euforia de la entrada de Jesús en Jerusalén, pronto desemboca en la sombra del Calvario. Pero sabemos que de esta alternancia de alegría y dolor surgirá para siempre y para toda la humanidad, la inextinguible luz de la Resurrección del Señor. Con esta actitud de espera, vivamos los acontecimientos de la Semana Santa. Iniciemos la Semana Santa con el grito salvífico del Hosanna. Que el paso del tiempo en esta vida sea un Hosanna continuo, preludio de aquel que en la Gloria de Dios no acabará jamás.

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 29 de marzo al 4 de abril.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Juana Esperón Camiña, esposo Pepe, padres y difuntos de la familia.

Martes: Por Luisa Gondar Vieites.

Miércoles: Por los participantes y obligaciones del Celebrante.

Jueves: A las 19:30 Misa Vespertina de la Cena del Señor.

Viernes: A las 19:30 Celebración de la pasión y muerte del Señor.

Sábado: A las 21:00 Solemne Vigilia Pascual. Dolores Camiña Torres. Los que quieran llevar agua bendita, deben traer agua de casa en botellas cerradas.

Domingo: Primera a las 9:00 a Santa Lucía, una devota. Segunda a las 12:30 por Victorio Castro Lores; Ovidio, Celia y difuntos de la familia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Águeda Fontán Camiña y esposo Tito. Amalia Camiña Torres e hijo Pepe.

Jueves: A las 18:00 Misa Vespertina de la cena del Señor.

Viernes: A las 18:00 Celebración de la pasión y muerte del Señor.

Sábado: A las 19:00 Solemne Vigilia Pascual. Dolores Camiña Torres. Los que quieran llevar agua bendita, deben traer agua de casa en botellas cerradas.

Domingo: Misa de Pascua a las 11:00.

domingo, 21 de marzo de 2021

Oración, ayuno y misericordia: o las tres o nada

 


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Como bien sabemos, la Cuaresma es un momento particular del año litúrgico, durante el cual nos preparamos interiormente a la celebración de la Pascua. Este periodo de cuarenta días es para nosotros una ocasión para purificarnos de nuestras malas costumbres y obtener fuerza en el Señor. Los cuarenta días nos traen a la memoria aquellos cuarenta años que el pueblo de Israel trascurrió en el desierto, así como los cuarenta días de Jesús en el desierto, al final de los cuales fue tentado por Satanás. 

 

También nosotros en nuestra vida hemos de enfrentarnos a algunos desiertos, como los israelitas, para poder entrar en la tierra prometida de una vida cristiana adulta, pasando de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios. También nosotros, como Jesús, hemos de soportar las pruebas y las tentaciones, para poder, con la fuerza del Espíritu Santo, afrontar un camino de verdadero testimonio cristiano, fortalecidos en la esperanza y en la caridad. 

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San Pedro Crisólogo

Las tres obras cuaresmales que la Iglesia nos propone son la oración, el ayuno y la misericordia. Como decía San Pedro Crisólogo: “Tres son las cosas, oh hermanos, por las que la fe permanece firme, perdura la devoción, y aumenta la virtud: la oración, el ayuno y la misericordia. Lo que la oración implora, lo obtiene el ayuno, lo recibe la misericordia. Estas tres cosas, oración, ayuno y misericordia, son una sola cosa y reciben vida la una de la otra” 


Hoy podríamos analizar las tres lecturas de la liturgia dominical a la luz de las obras cuaresmales, viendo en la segunda lectura la oración, entendida cómo relación insistente con Dios, que ha de acompañar también los momentos difíciles de la vida. En el evangelio el ayuno, considerado no tanto como renuncia a la comida, que también, sino más radicalmente como renuncia íntima a las propias aspiraciones humanas, para dejar las riendas de nuestra vida en manos de Dios. En la prima lectura en cambio, se nos ofrece la misericordia entendida como una nueva actitud interior, fruto del Espíritu Santo, que nos lleva a mirar al otro con ojos nuevos: como el Señor nos ha perdonado, así nosotros también perdonaremos. 

 

Al escuchar la carta a los Hebreos, probablemente  nos impresiona el estilo de la plegaria de Jesús. Sabemos por los evangelios que Jesús rezaba mucho: trascurría noches enteras en oración. Antes de hacer elecciones importantes oraba en soledad, largo y tendido: en varias ocasiones daba gracias públicamente al Padre y permanecía en continua comunión con Él.

 

En la segunda lectura de hoy contemplamos una ulterior característica de la plegaria de Jesús: “ofrece oraciones y súplicas, con fuertes gritos y lágrimas”. Quizás este estilo nos puede extrañar: orar gritando y llorando parece algo anómalo. Pero Jesús ha experimentado el sufrimiento humano, el abandono, la soledad, el miedo y conoce nuestra condición humana justamente por haberla vivido en primera persona. Esto nos comunica hoy un mensaje importante: también nosotros en este tiempo santo hemos de aprender a orar con insistencia, abriendo el corazón, gritando si es necesario y exponiendo a Dios nuestros problemas, sin temer las lágrimas.

 

Otro detalle importante, relativo a la oración: la segunda lectura nos dice que Jesús, “después de haber implorado a Aquel que podía salvarlo de la muerte, por su pleno abandono a Él, fue escuchado” ¿Cómo, cómo? ¿Es que no lo han crucificado y matado? ¿De qué manera lo ha escuchado el Padre?

 

He aquí el segundo elemento de la oración: “Padre mío, si es posible que pase de mí este cáliz. Pero no como yo quiero, sino como quieras tú” (Mateo 26,39) “Ahora mi alma está turbada. ¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? ¡Si es para esta hora para lo que yo he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre! (Jn. 12,29)

 

La oración, especialmente en el tiempo de Cuaresma, se dirige a Dios pidiendo el cumplimiento de su voluntad sobre nosotros. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. En una palabra: tu voluntad se cumpla en mí como se ha cumplido en Cristo, tu Hijo. 

 

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Son muy fuertes las palabras de Jesús en el evangelio de este domingo: “En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; en cambio si muere, da mucho fruto”. Este es el sentido profundo del ayuno cristiano: un morir a nosotros mismos para dar mucho fruto. El ayuno no es sólo la abstinencia en la comida o el beber; esencialmente es un morir para vivir, un sacrificar la parte de nosotros mismos que se corrompe tras las pasiones engañosas, para llevar frutos en el Espíritu Santo. 

 

La renuncia a lo que satisface a la carne, el orgullo, el hombre viejo, no es un fin en sí mismo, sino en vistas a un crecimiento interior y una fecundidad. Utilizando la figura retórica del mashal semítico, que consiste en contraponer los extremos para dejar clara una idea, Jesús anuncia: “Quien ama la propia vida, la pierde; y quien desprecia la propia vida en este mundo, la conservará para la vida eterna”. La experiencia penitencial cristiana toma forma en una actitud de pérdida de la propia vida, es decir de la propia manera de verse a sí mismo y a los otros, para llegar a conservarla para la vida eterna. Para “amar al prójimo como a uno mismo” es necesario amarse a sí mismo, y esto es un bien: porque sólo la virtud nos hace amables a los ojos del prójimo.

 

Pero existe un amor a la propia vida que hace peligrar nuestra vida eterna: el permanecer sordos a la voz de Dios, ignorando sus designios sobre nosotros y el focalizarnos únicamente en nuestros propios proyectos personales, excluyendo toda referencia a los demás, a la posibilidad real y dramática de vivir como si Dios no existiese, convirtiendo nuestra vida y nuestros horizontes en nuestros ídolos.

 

Contra estas tentaciones, Jesús nos invita a la renuncia, al sacrificio, al verdadero ayuno, el del corazón, que nos lleva a una profunda purificación de nuestra vida y a una apertura a los hermanos, experimentando ya en esta vida un sentido de eternidad y salvación.

 

En la economía de la nueva y eterna alianza, rubricada en el cuerpo y la sangre de Cristo, Dios Padre nos ha hecho el don sublime de tocar nuestro corazón con su Amor: no podemos permanecer insensibles a este don.  Él se ha anticipado a amarnos. El tiempo de Cuaresma, junto a ser un momento privilegiado para el encuentro con Dios en la oración y para la purificación mediante el ayuno, es también una estación favorable para experimentar el perdón (de ida y de vuelta).

 

Concluyamos esta meditación una vez más con las palabras de San Pedro Crisólogo, pidiendo a Dios nos conceda el orar, ayunar y ser misericordiosos en el modo adecuado y justo. 

 

“El ayuno es el alma de la oración y la misericordia la vida del ayuno. Nadie los divida porque no consiguen estar separados. El que solamente tiene uno y no tiene los tres medios juntos, no tiene nada. Por eso quien reza, ayune. Quien ayuna, tenga misericordia. Quien en el implorar busca ser escuchado, escuche al que le dirige alguna súplica. Quien quiere encontrar el corazón de Dios abierto hacía sí mismo, no cierre su corazón a quien le implora y ruega”. 

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 22 al 28 de marzo.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Por Amparo Ares Regueiro y difuntos de la familia.

Martes: Por María del Carmen Montes Pérez.

Miércoles: A Santa Lucía, una devota.

Jueves: Por Elisa do Roxo; Robustiano  Fariña Dopazo.

Viernes: Por Avelino Basdedios Garrido, Luisa Padín Cacabelos y esposo.

Sábado: Por Carmen Varela Minguillo, Moisés Troncoso Piñeiro y difuntos de la familia. José Dopazo González, José Ramón González García, a Santa Lucía, una devota.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Dolores Besada Vázquez y esposo. Obligaciones del celebrante. Sábado y domingo se bendecirán los ramos.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Martes: Por Maruja da Caneda, da Arnosa.

Jueves: Por Manuel José Gómez Torres, de Lagarey, Carmen Torres Torres, esposo Manuel Souto e hijo Moisés.

Viernes: Festividad de la Virgen de los Dolores. Misa a la Virgen de los Dolores por la Parroquia.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Claudio Torres Troncoso. A las 19:00 Misa por Francisco Manuel Domínguez Freile, Elier Vázquez González, Mercedes Afonso Moldes, Manuel Otero Lores, Josefina Cacabelos Domínguez; de Peai, Videlina Aguín Crespo y esposo, Luis García Vidal, padres y hermanos.

Domingo: Misa a las 11:00 por José Alfonso Pita Fernández, Daría Méndez Fernández, Manuel Castro Blanco y esposa, Enrique Guiance, Avelina Martínez, Otilia Fernández, Dolores Portas Souto, Manuel Guiance. Se bendecirán los ramos el sábado y el domingo.

domingo, 14 de marzo de 2021

¡Creen saber, pero se convierten en ciegos!

 

La Glosa Dominical de Gérminans

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Los fariseos, los padres, el ciego: tres reacciones diferentes ante el milagro que Jesús lleva a cabo; tres actitudes diferentes ante Jesús, luz del mundo. Los fariseos se encierran cada vez más en su rechazo. Al principio parecen admitir el hecho de la curación: “¿Cómo has recobrado la vista? ¿Qué dices de aquel que te ha abierto los ojos?”. Pero acto seguido los más hostiles acaparan el debate y siembran la duda en el ánimo de la gente: “Después de todo, ¿quién nos puede probar que era verdaderamente ciego?” Después del último interrogatorio ya no buscan para nada la verdad. Buscan únicamente achacarle al ciego algún error en su versión de los hechos, haciéndole repetir los detalles del milagro. Y acaban insultando al testigo: lo culpabilizan de su desgracia. “Empecatado naciste ¿y pretendes darnos lecciones? 

 

Es el drama de los fariseos: creen ver y se cierran a la luz; creen saber y repiten: “Este hombre no viene de Dios, pues cura en sábado” “Nosotros sabemos desde el último interrogatorio que este hombre es un pecador” “Nosotros sabemos que Dios ha hablado por Moisés”. Creen saber pero se convierten en ciegos. No los apedreemos. Más bien miremos qué ha sucedido en nuestra vida, en nuestro corazón, con la fe de nuestra juventud: qué hacemos cada día con la luz de Jesús. 

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Nuestro mundo, a pesar de su gran belleza, se encuentra enfermo. Sólo hace falta encender el televisor o abrir los periódicos para medir el ritmo en que las tinieblas avanzan sobre nuestros países y en nuestras sociedades, y cómo los hombres, responsables o no, se ofuscan en torno a las grandes cuestiones de hoy y de mañana. Jesús nos propone su luz, una luz siempre dulce, pero siempre exigente. Y en cambio nosotros nos aferramos a costumbres de vida o a modas caducas. Jesús aún hoy en día “trabaja” para iluminar el mundo; pero su mensaje encuentra en nosotros la duda, la rutina, a veces incluso la ironía. Incluso los padres del ciego dan un testimonio sesgado de la verdad: “Estamos seguros de que éste es nuestro hijo y de que nació ciego. Cómo es que ahora ve, lo ignoramos. Ignoramos quién le ha abierto los ojos. Preguntadle: es ya mayor. Que él mismo responda. Los fariseos dicen: « Sabemos ». Los padres dicen: « Ignoramos » y no desean saber. ¡Quiá! Su hijo ha sido curado después de tantos años de ceguera y ellos no quieren saber. Rechazan dar la cara por su hijo. Y esto para no perder su lugar en la sinagoga o la estima de sus vecinos de barrio. ¡Cómo nos hace cobardes el miedo a perder lo que queremos!

 

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Pero es la actitud del ciego la que nos debe guiar en el trascurso de este camino hacia la luz de la Pascua.  En principio no dice nada. Ha percibido la presencia de Jesús ante él, sin verle. Acto seguido ha escuchado palabras extrañas: “Mientras yo estoy en el mundo, Yo soy la luz del mundo”. ¿Pero cómo se puede hablar de luz con un ciego de nacimiento? Es sólo entonces que ha sentido el lodo aplicado sobre sus ojos, como si Jesús quisiese con esto significar: el Creador ha hecho al hombre con el barro de la tierra y yo lo recreo con un poco de lodo. Y el ciego ha obedecido, siempre sin ver nada. Ha acudido a la piscina de Siloé, la piscina del Enviado, se ha lavado en la piscina indicada por Jesús. Allí aún nada. Entonces se ha puesto en camino hacia la luz, hacia la fuente de su luz, hacia el conocimiento de Jesús.  Y sus palabras reflejan bien el itinerario de la fe: en primer lugar habla del hombre que llaman Jesús. Más adelante afirma: “Es un profeta”. Y más tarde replica ardientemente a los fariseos: ¡Si este hombre no fuera de Dios, nada podría hacer! Algunos instantes después, y el hombre por fin ve con sus mismos ojos sanados. Jesús le ha dado la luz por vez primera, incluso una doble luz: la de los ojos y la de la fe. 

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 15 al 21 de marzo.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Hasta el jueves continuamos con la novena a San José. Sobre las 19:30 Rosario, Novena y Eucaristía.

Lunes: A Nuestra Señora de la Esperanza, una devota.

Martes: Obligaciones del Celebrante.

Miércoles: Por María Vidal Méndez, esposo e hijo Elías.

Jueves: A Santa Lucía, una devota.

Viernes: A las 12:30 Misa Cantada a San José, por la Parroquia. Es día de precepto y no obliga la abstinencia.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Manuel Avelino Rey Martínez. A las 20:00 Misa por Antonio Prieto Pillado, José Carlos Ruel y difuntos de la familia. Luisa Limeres Dovalo, esposo y yerno.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por José Martínez Lamelas y difuntos de la familia, y a San Benito.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas

Martes: Por Albino Estévez Chan.

Jueves: Cantada por José Salgueiro Torres, Matilde Padín Fernández y Maruja Caneda Padín. Manuel Caneda Agraso.

Viernes: Solemnidad de San José. Día de precepto, no obliga la abstinencia. Misa a las 11:00 por José Manuel Carballa y su hijo José Martínez Troncoso.

Sábado: Misa cantada por Manuel do Novello y difuntos de casa.

Domingo: Primera a las 10:30 por Juan Fernández Silva, Tito Torres Otero. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 7 de marzo de 2021

Tocar nuestro corazón y darle un vuelco

 


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¡Convertirnos, voz relacionada con el verbo volcar! En este domingo de Cuaresma resuenan fuertemente los gestos y las palabras de Jesús que realiza en el Templo de Jerusalén: vuelca los bancos de los cambistas y dice: ¡“no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado”! Palabras y gestos que necesitan superar una inmediata emotividad, la que sentimos apenas leído este episodio y que nos empuja a detenernos sobre la presunta “pérdida de calma” por parte del Señor, pero que sobre todo nos podría empujar, con una pizca de complacencia, a pensar que esos gestos y esas palabras no van con nosotros sino que van dirigidas (¡finalmente!) a todos los “profesionales de lo sagrado” que tan a menudo nos escandalizan, reduciendo la fe a un mercado de compraventa de favores divinos, acomodaciones, recomendaciones y escuálidos intereses económicos.

Todo eso es verdad; pero releyendo más veces este fragmento siento cada vez con mayor fuerza que esas palabras y esos gestos proféticos de Jesús van dirigidos a mí y a mi manera de creer, a mi relación con Él. He aquí pues la necesidad de que en este tiempo de Cuaresma el Señor venga a volcar, a trastornar de alguna manera nuestra fe, redescubriendo y restableciendo una buena relación con Él a través del Misterio Pascual. La semana pasada os decía que la mayor prueba de nuestra vida es la de fe: porque equivocarnos acerca de Dios es lo peor que nos puede ocurrir. Equivocarnos en nuestra relación con Dios realmente significaría no sólo transformar nuestra fe en un mercado, donde reina la confusión y se establece una relación con Dios falsa y desviada, sino que si Dios es amor, equivocarnos en nuestra relación con Él, significaría equivocarnos sobre el amor, sobre la relación con los demás y con nosotros mismos.

Esta es la razón por la que Jesús en este evangelio nos empuja a “volcar”, a tirar por tierra nuestra fe prostituida en alguno de sus aspectos:

Jesús trastorna nuestra relación con Dios: el Templo y la Ley son para el pueblo judío el signo de la comunión con Dios. Jesús quiere purificar esta comunión donde la observancia escrupulosa de la ley y las prácticas cultuales del Templo, como la ofrenda de sacrificios, han ofuscado si no pervertido al absoluto en la alianza entre Dios y los hombres, que es la iniciativa gratuita del amor de Dios que libera al hombre y lo capacita para el bien. En la primera lectura esto aparece muy claro: “Yo soy el Señor tu Dios, que te ha hecho salir de Egipto, de la condición de esclavo”. El absoluto de nuestra fe es pues esto: hacer experiencia de la misericordia de Dios, de su Redención del todo gratuita e inmerecida a través de su misterio de muerte y resurrección. 

 

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Hacer una experiencia personal del amor totalmente gratuito de Cristo que nos salva, no porque nos convertimos en discípulos perfectos y devotos, sino porque hemos sido tocados en el propio corazón por este amor crucificado y resucitado que nos abre a la Vida verdadera y nos permite decir “creo en ti Jesús, confío en ti y me fío de ti”.

 

Jesús sabe muy bien que para recuperar al hombre hay que tocar el vacío de su corazón (Él conocía lo que es el hombre en su corazón). Sobre nuestro tejado está la elección de dejarnos tocar o no. Nuestra fe nace de hecho de una experiencia de orden afectivo (no sentimentalismo) donde Dios toca el corazón del hombre, su vacío, a través del amor pascual de Cristo que le regala el don maravilloso y gratuito de sentirse autorizado a vivir y sentirse justificado. No es Dios quien compra la benevolencia de Dios con los sacrificios en el templo, sino Dios que conquista el corazón del hombre con el sacrificio en la cruz, manifiesto evidente de su amor. Cada vez que celebramos la santa Misa entramos y tocamos ese templo que es el Cuerpo de Cristo.

 

Desgraciadamente Jesús encuentra en el templo y continúa encontrando hoy en día, hombres que alejándose de Dios o construyéndose una falsa imagen, se sienten empujados a construir su propia vida únicamente con sus propias fuerzas o se empeñan en reapropiarse de la benevolencia de Dios sólo con sus propias fuerzas. Son personas que desesperadamente buscan ser buenas, tener éxito, ser productivas, llegando incluso a ofrecer o destruir lo mejor que han producido en aras de un reconocimiento de parte de Dios o de los demás. Es esta idea de Dios la que lo trasforma en un Dios tirano, que transforma los diez senderos más seguros de la vida en 10 mandamientos; que transforma nuestra fe en religión y preceptos; que convierte al hermano en adversario.

 

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San Francisco y el hermano León
Jesús vuelca nuestro corazón: San Francisco de Asís a menudo invocaba a la “dulce violencia del amor de Cristo muerto y resucitado” para liberar y trasformar su corazón. El tiempo cuaresmal es un tiempo favorable para dejar que la fuerza de la Pascua de Cristo entre en nuestros corazones y vuelque aquellos
mercadeos que ocupan y oprimen el templo de nuestra vida; tiempo propicio para recortarnos espacios que nos permitan contarle a Dios aquello que tenemos dentro de nosotros, a la luz de su Palabra; tiempo para pedir la valentía de la verdad que nos acompañe en decisiones que ayuden a trastornar nuestros modos religiosamente correctos tras los cuales descuidamos a menudo las más elementales exigencias de justicia y de honestidad en la vida de cada día. 

 

La Cuaresma es tiempo para trastornar nuestros “sinceros” momentos de oración y de participación en la comunidad, mientras continuamos calumniando a nuestros hermanos; tiempo de volcar las prioridades de nuestra vida que a menudo esconden perezas con respecto a los caminos fatigosos del hermano pobre o enfermo; tiempo de abatir nuestras mentalidades mundanas mal revestidas o camufladas de sentimientos evangélicos, convirtiéndonos en maestros de compromisos acomodaticios respecto a la incomodidad del evangelio. ¡Ven, Señor, y con tu misericordia y tu amor toca y trastorna mi corazón!

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 8 al 14 de marzo.


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: Por Pastora Pombo Padín y su padre Manuel.

Miércoles: Comienza la novena a San José: sobre las 19:30 Rosario, novena y Eucaristía. Por Fernando Meis Álvarez y sus padres.

Jueves: Por los participantes.

Viernes: a San José, un devoto.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Luis Ferreira Hernández. A las 20:00 Misa por Antonio Insua Camaño, Lolo Dozo Castro, Lolita Soutullo Limeres, Ramiro Varela Castro.

Domingo: Primera a las 9:00 por Victoria Padín Camaño, hijos fallecidos y José Cacabelos Gondar. Segunda a las 12:30 por la Parroquia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Martes: Por Divina Padín García.

Sábado: Por Manuel Fernández Fernández.

Domingo: Primera a las 10:30 por Manuel Carballa Padín y difuntos de la familia, José Alberto Dorado Cobas e hijos, Manuel Leiro Méndez y difuntos de la familia, da Arnosa. Segunda a las 11:30 por la parroquia.