domingo, 26 de junio de 2016

Glosa dominical

Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
SENCILLO: ¡UN INCENDIO Y ALLÍ  ARDEMOS TODOS!
Como un atleta en su máximo esfuerzo: los trazos rozan la deshumanización, los huesos gritan venganza, el corazón palpita hasta lo  inverosímil. Y sin embargo el sentido del desafío lo impregna tan a fondo que decide acentuar el ritmo, empecinado en jugarse el desafío hasta el fondo. Es el rostro de Jesús de este domingo: a piñón fijo, dirección Jerusalén. Allí donde Jerusalén significa Pascua, pero también Pasión y Calvario, testamento y abandono, soledad y angustia, espera y promesa del alba de la mañana de la primera Pascua hebrea. A lo largo de la ruta, hombres y mujeres de toda clase y raza: para cada uno quizás una mirada, una indicación, una promesa, una invitación. Y cada uno de ellos responde a su manera: con un signo de asentimiento, con una palabra de ánimo, con una decepción. Como aquel puñado de samaritanos a los que se les habían enviado mensajeros para anunciarles el inminente paso del Nazareno. Su respuesta fue la negativa: apenas supieron hacia dónde se dirigían sus pasos –Jerusalén, es decir, la muerte – le prohibieron el paso. Les hubiera bastado ser mentirosos, confundir quizás los papeles, engañar los pasos y todo hubiera sido más fácil. Los discípulos lo pillaron al vuelo. Ellos, hombres ya no-hombres con fuerte sentido práctico, la respuesta la tenían preparada y lista, sólo faltaba el asentimiento del Maestro: “¿Señor, quieres que pidamos que baje un fuego del cielo y los consuma? Ni el más mínimo gesto de respuesta por parte Suya: demasiado mezquina su propuesta respecto a su sentido de la libertad: “se dio la vuelta y les reprochó”. Punto y final: ayer, hoy y mañana. Bajo la bóveda del cielo hay lugar para todos, no únicamente para los que pillan al vuelo el sentido de una llamada. No porque piensen diversamente que nosotros podemos invocar fuegos y llamas del cielo para exterminarlos: correríamos el riesgo de echar el buen grano junto con la cizaña.
Además entre todos aquellos que anhelan seguirle no siempre está bien definida la claridad y transparencia de sus corazones: “Te seguiré, pero espera un poco. Vendré contigo, pero tengo un campo que vender. Me fascinas, dejo todo y te sigo, pero deja que entierre primero a mi padre”. Existe la fascinación, pero falta la inmediatez: quizás no exista tanta diferencia con el mundo de Samaria. Y Él, resplandeciente como el sol, no engaña sobre el esfuerzo, no reduce a mitad las expectativas, no diluye la trasparencia: no habrá nido ni madriguera para quien acepta seguirme a Mí y a mi locura de ser Cristo. Lo supieron Pedro, Santiago y Juan: estaban en los albores de la Iglesia naciente. Lo supieron Antonio, Francisco y Romualdo, y Benito el de Nursia y Domingo el de Guzmán, y habían pasado siglos desde la venida de Cristo. Lo sabemos y sentimos tú y yo: estamos en el hoy de aquel seguimiento. Nada ha cambiado porque Él no cambia: hay un “ya”, un “aquí y ahora” que marcan la diferencia entre aquellos que guerrean con su llamada. Si parece demasiado, no importa: pregúntaselo al joven rico. Si parece exagerado, no importa: pregúntaselo a los hijos del Zebedeo y a su madre. Si es imprevisible, no importa, pregúntaselo al buen ladrón del primer Viernes Santo de la historia. Nada importa, porque lo que realmente importa es que Él nos da la libertad de seguirle o no. Libres pero conscientes de que el camino es cualquier cosa menos un camino sosegado y de bajada.
La Cruz, el desprecio, la ignominia, el abandono y la soledad: nada se ahorrará a aquellos que -sin nido ni madriguera- harán de los desafíos del mundo el sentido de su vagabundeo con Él. Otra cosa son los zorros y los pájaros.

¿Pensáis que lo hace para desanimar? ¿O quizás para mostrar que su mensaje es sólo para algunos y no para todos? ¿O quizás para hacer ostentación de su rostro de “guapo y maldito” como James Dean y algunos protagonistas de las películas americanas de los 50? Nada de todo eso: simplemente la altísima credibilidad de un Hombre que, salido de lo más oculto de un taller de carpintería, ha escalado la arrogancia del mundo para iluminar la humildad del Cielo. Allí donde será verdad que no existen nidos ni madrigueras porque habita el sentido más espléndido y nítido de las cosas, aquel que nos vuelve plenamente hombres: abrazar una causa hasta dar la vida por amor. Una causa que ha indigestado a medio mundo. 

Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 27 de junio al 3 de julio.




Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.


Lunes: Por Herminio Pazos Vázquez e hija. Mucha Salgueiro, hijo Adolfo y a María Auxiliadora.

Martes: Por Chicho do Forcado y su hijo José Manuel.

Miércoles: Por Dolores García Dopazo y esposo. Luisa Padín Cacabelos y esposo.

Jueves: Por Dolores Serén Cores; Dolores Arosa Méndez, Dolores Camaño Pérez y esposo.

Viernes: A la Virgen de Fátima a intención de una devota. A la Virgen del Carmen a intención de una devota.

Sábado: Por Aurora Insua Camaño, Lolita Camaño y difuntos de la familia; Balbina Chaves Prado; Juan Carlos Moraña; Marcos Vidal y su tía Celsa.

Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Elisa González Rial y esposo; Rosalía García Rey, hija Remedios y difuntos de la familia; y Manuel Pérez Outeda.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.


Martes día 28: Por Carmen González Buezas, da Bruñeira; Albino González Carballa y sus padres, da Bruñeira.

Miércoles día 29: Solemnidad de San Pedro y San Pablo. A las 13:00 horas Misa Solemne por las intenciones de la Parroquia.

Jueves día 30: A las 19:30 Misa Solemne a San Antonio y a San Roque, por las intenciones de la Parroquia.

Sábado día 2: A las 19:30 Misa Solemne a San Cristóbal por las intenciones de la Parroquia.

Domingo día 3: Primera a las 11:00 por Manuel Pita Souto y esposa Claudia, da Salgueira. Al Sagrado Corazón de Jesús y de María a intención de una devota. Segunda a las 13:00 Solemne al Santísimo Sacramento, por las intenciones de la Parroquia.

domingo, 19 de junio de 2016

Glosa dominical

Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
 ENCUENTRA LAS DIFERENCIAS
En los pueblos pequeños  -sea una aldea perdida en Asturias, un pueblecito pirenaico o palestino en tiempos del Nazareno- la gente murmura: es una ley de la que no se salva nadie, ni siquiera el Cristo de los evangelios. En el camino que va derecho a Cesarea de Filipo es como un dardo encendido la pregunta a quemarropa a aquella tropa de valientes que desde años van detrás de sus huellas:“¿Qué dice la gente de mí? ¿Quién dice que soy yo?”. ¿Qué le debe importar a Jesús lo que dicen de Él los hombres de la aldea o los del lago? A Él, que por otra parte tenía el poder de leer los secretos más ocultos y dar voz al más simple trazo de una mirada, tal como sucedió el domingo pasado en casa de Simón el fariseo. De hecho, Jesús no pregunta para saber sino para que quien lo está siguiendo sepa -ahora que estamos yendo hacia Jerusalén, hacia el cumplimiento de una aventura tan exigente como significativa- quién es Él verdaderamente. A la pregunta, una respuesta: “algunos dicen que Juan Bautista, otros dicen que Elías, otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado”. Y Él calla: ¿cómo pueden condicionarle estas respuestas superficiales de los extraños? La definición que busca es la de ellos: de su conocimiento dibujarán los pueblos, como en la fuente de un pueblo, el relato de su Presencia. El suyo era un nombre que no podía salir de nadie que no fuese ellos, fragmentos de una humanidad seducida: sobre la orilla matutina del lago o al atardecer en el telonio de los impuestos, poco importa. Él busca la confesión de amor más diáfana y transparente: ¿y vosotros quién decís que soy yo? Si fallan ellos, todo se complica.
No se pierde el tiempo, las palabras casi irrumpen de aquellos corazones enardecidos por el amor. Quizás ni el tiempo de validarlas a la luz de la razón, de descomponerlas para sopesar la precisión gramatical. No, son palabras que surgen a bote pronto del corazón. Del corazón de Pedro, de aquel pescador que jamás se hubiera sentido capaz: “Tú eres el Cristo de Dios”. Más de sesenta generaciones de multitudes han llegado a esta confesión: el primero que lo siguió, el primero que lo reconoció, el primero que lo traicionó, el primero que pagó el arrepentimiento en la mañana de Pascua. Pedro es el primero que reconoce en aquel caminante -que un día les acreditará la extrema posibilidad de huir de su presencia- la eternidad que habita en sus palabras. Vendrían ganas de preguntar: ¿Y hasta aquel día, Pedro? ¿Nadie había reconocido la eternidad de su presencia? ¿Quién lo sabe? Quizás no: ¡quién podía imaginar que de un plebeyo como ellos, obrero como otros mil, simple entre los simples, pudiera venir la solución de aquel desafío que había animado a los profetas, hecho cavilar a enteras generaciones, convirtiendo en miopes a viejos exploradores que buscaban anticipar su rostro! Él es el Cristo, el Hijo de Dios. Y el otro será Pedro, la Roca. Una pregunta, dos respuestas.  

Una Iglesia con doce ciudadanos, que después se convertirán en una multitud que rozará los confines del orbe. No será una aventura de jugadores, porque a aquella respuesta va unido el verdadero rostro del Hombre de Nazaret. “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y escribas, va a morir y resucitará al tercer día”. Ahí tenéis la angustia de Cristo: que la gente no lo tome por un malabarista, por una panacea universal o un recurso provisional. Porque una imagen equivocada podría impedir a muchos el acceso a su hospitalidad. Lo deben saber sus discípulos, que lo relatarán como Buena Noticia a la multitud, que la transmitirán de edad en edad: a la Resurrección se llegará a través de la “dirección obligatoria” del Monte Calvario, un puñado de metros sobre el nivel del mar pero un baño de sudor y sangre para recorrerlo. Los obstáculos confirmarán la dirección adecuada.
No debe existir ningún espejismo en quien se adentra en tal desafío: porque “quien querrá salvar la propia vida la perderá, pero quien la perderá por mi causa (y del Evangelio) la salvará”. Honesto, sincero, simplemente Dios. He aquí el porqué de aquella pregunta: ¿La gente (y vosotros) quién dice que soy yo? No es el chismorreo de un salón de peluquería: es la preocupación de un Rostro al que le interesa ser claro. Para no ser peligrosamente malentendido. 

Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 20 al 26 de junio.


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Juan Pérez Vidal y esposa Parisina; José García Fariña y esposa Maruja. Benedicta Vidal Domínguez, Edelmiro Piñeiro Arosa y José Martínez García.
Martes: Por Manuel Domínguez Serén; Fernando González Vidal.
Miércoles: Por Digna Lobato Viñas; Amparo Ares Regueiro, padres, hermanos y difuntos de la familia.
Jueves: Por Milagros Ares López; Alicia, Rafael, Nélida y Arturo.
Viernes: Por Delfina Dopazo Méndez; José Besada Lamelas y Eugenia Piñeiro García.
Sábado: Por Dolores Morgade Pérez y esposo; Juan Vázquez Meis y sus padres y Jorge Vidal Camiña.
Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Dolores Castro Domínguez y su hermano Daniel; Hortensia Vidal Domínguez a intención de una amiga.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.

Martes día 21: Por las intenciones de la Parroquia.
Sábado día 25: Por Guillermo Fernández Argibay; Cesáreo Afonso Salgueiro; Guillermo Afonso Salgueiro; Lola Carballa Domínguez; Victoria García Carballa y su madre Dolores; Servando Caneda Otero; Carmen Padín Domínguez, Cándido y esposa de Piñeiros; Juan Méndez Muñiz y su hija María Esther.

Domingo día 26: Misa a las 11:00 por Carmen Torres Pérez.

domingo, 12 de junio de 2016

Glosa Dominical


Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
C:\Users\FRANSESC\Desktop\CASA%20DE%20SIMÓN%20EL%20FARISEO%202_-JAMES%20SEWARD_-S_%20XX.jpg
LA PROSTITUTA Y AQUEL CLIENTE QUE VALE LA PENA
La invitación ha sido aceptada: esta noche será la velada de Simón el Fariseo. Todo ha sido preparado hasta los más nimios detalles: por otra parte el Invitado es el Hombre más discutido en las plazas de la zona. Cuando entra -Él no es de aquellos que se echan para atrás- no parece mostrar reserva o desconfianza, aunque podríamos asegurar que ya les tiene a todos tomada la medida, uno a uno: y con solo mirarles el rostro. Sin embargo a un cierto momento la escena se complica: una mujer no invitada entra en casa. Es una intrusa, no farisea, no “rabínica”, no culta: una reputada pecadora (con perdón). Él lo sabe, pero parece no avergonzarse: se informa dónde está Jesús y va hacia Él. Quiere encontrarle. Y para encontrarle rompe las reglas de la etiqueta, se enfrenta al riesgo del rechazo, la incomprensión, el desprecio, la condena.
Entra con un vaso de alabastro y se encoge bajo la mesa llorando a sus pies. Jesús arriba, ella abajo. Una mujer que entra en casa sin invitación, por lo menos tiene interés en hablar con el Maestro: al menos se espera alguna palabra. Nada: ambos permanecen en silencio. O mejor: hablan sin hablar. Imagina: la mujer no consigue hablar, se emociona, llora. ¿Por gratitud, arrepentimiento, amor, conmoción? ¡Quién lo sabe! Y el Maestro parece mudo: al llanto responde con el silencio. No cambia posición: inclinado hacia la mesa, y la mujer llorando a sus pies. ¡Qué imagen de ternura! Las murmuraciones de los presentes -Jesús siempre parece distraído pero nada se le escapa- dicen que con su cuerpo aquélla era una experta, con sus manos, con su boca, con sus cabellos. Los mismos que hoy usa para con Jesús. Aquella mujer conoce el arte de amar. Y de hacerse amar y mimar. Paciencia con la mujer: es de la mala vida y siempre lo será.
Simón está irritado por la actitud de Jesús: ¿qué dirán los otros fariseos? Perderé la reputación, dirán que he contagiado a todos, que la he invitado yo, que lo sabía todo, que podía echarla -piensa para sí Simón-. Un brote de sentimientos: pero como perfecto fariseo, jamás los habría manifestado en público. Es suficiente: el Maestro lo rodea. Esta es honestidad: Simón firma la guerra y Jesús combate. Por vez primera el Acusado toma la palabra: “Simón, tengo algo que decirte” Fenomenal, Cristo: podría defender a la mujer y entablar una discusión sobre la etiqueta. Nada: escoge contar una historia. Simón le dice: “Dime, Maestro”. No te engañes con la aparente educación del fariseo: el original griego expresa la impaciencia de quien está acusando. Como si dijese: “Es hora de que me des una explicación”. Y Jesús, paciente, le cuenta una historia.  Escucha, Simón: Un acreedor tenía dos deudores. Uno le debía 50 denarios, el otro 500 (quinientas jornadas de trabajo de un labrador- año y medio) Les condona la deuda a los dos porque no pueden restituírsela. ¿Quién estará más agradecido? “Supongo, imagina el corazón de Simón, que aquel a quien más le perdonó”. Y Jesús le invita a dar un salto: de la historieta de la deuda al relato de lo acontecido en su casa. “¿Ves esta mujer?” Jesús le obliga a mirarla. ¡Qué golpe bajo! Y empieza a reprochar como una ametralladora. Simón le ha querido intimidar y ha de pasar cuentas. Y Jesús le clava el resumen de la velada: no me has lavado los pies, no me has besado, no me has perfumado…
Ella en cambio, todo lo contrario. Simón cabizbajo, ruborizado: porque es inteligente. Sin especificárselo (poder magistral de Jesús) le ha hecho comprender que quien no ha respetado la ley ha sido él. Y con delicadeza le ha hecho sentir un gusano. Le ha explicado que la verdadera anfitriona de casa ha sido ella. “Suerte que estaba ella, en caso contrario, Simón, me hubiera sentido incómodo.” ¡Chapeau! Esto es elegancia. Decidido a arremeter contra aquella mujer que consideraba pecadora y es él el que se descubre pecador. No lo acusa directamente, pero le dice: “Tú también, Simón, eres pecador” Él no lo sabe: se pensaba puro, perfecto, santo. ¡Tómate esa! Su Huésped, para el que había preparado pan ázimo, verduras hervidas, unas chuletas de cordero y frutos secos como postre, le da un bocado a su orgullo, aunque con elegancia. “Simón, tengo algo que decirte”.
Imagina la conclusión. No hablan los comensales. Pero hablan. Y Cristo no puede callar. Como una vieja balanza que intenta equilibrar los platillos, la mirada de la mujer se aferra a la del Maestro que le dice: “Tus pecados te son perdonados”. Seductor. Encantador. Sublime: las palabras no aguantan el poder de aquella mirada. El Evangelio es increíble. No se ahorra ni una. Acabado el turno de Simón, el flash va en busca de los otros comensales. ¿Verdad que te acuerdas? ¡Estaban cenando! Maravilloso: los comensales empezaron a decirse para sí: ¿quién es este que perdona los pecados? Igualitos que Simón: no osarían jamás hablar en voz alta. Pero el microchip del evangelio los desenmascara. Resulta desastrosa para el hombre la puntualidad evangélica. Les responde hablando de la mujer. Puro arte. Como cuando alguien te habla y no le miras a la cara. Lo escuchas pero no te giras. Lo percibes pero no quieres verle el rostro. Y cuando te pregunta, respondes mirando a otra persona. “Vete en paz: tu fe te ha salvado” Por favor, señores, que pase el siguiente…
Con astucia esta vez, para evitarles el ridículo: los pecadores no deben temer al Evangelio, sólo  los justos. ¿Verdad, Simón? 
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 13 al 19 de junio.


Dena
Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.
Lunes: Festividad de San Antonio de Padua. Por Antonio Romero, Aquilina Moraña y difuntos de la familia. Robustiano Fariño Dopazo, esposa Dorinda e hijos fallecidos.
Martes: No habrá Misa.
Miércoles: Por Pilar Martínez García, hija y padre. Carmen Camaño Pérez.
Jueves: No habrá Misa.
Viernes: No habrá Misa.
Sábado: Por Divina Méndez Meis; Digna Lobato Viñas; Ángel Moraña, padres y hermanos.
Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:00 por las intenciones del celebrante.

Villalonga
Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.
Miércoles día 15: Por Juan Camiña Lamelas, da Bruñeira; Eugenio Otero Leiro; Carmen Aurora Moldes Rey, de Piñeiros y José Luis Vázquez Prieto, de Xestedelo.
Sábado día 18: Por Pepe da Tomada; Concepción González Torres, padres y difuntos de la familia; Ángel García Blanco y difuntos de la familia; Manuel Moldes Torres y esposa Hermosinda, da Costiña; Cándida Caneda Buezas, esposo Amador, hijas Hortensia y Ana, da Costiña y Victoria Pérez Méndez.

Domingo día 19: Por Carmen Padín Caneda y Dolores Caneda, da Arnosa; Victorio Otero Uzal; Raul Fernández Méndez, da Salgueira, esposa e hijo; José Rodiño Salgueiro, do Carballo, esposa, hijo Daniel y sus padres. A las 18:00 Reunión de los cofrades del Santísimo Sacramento y de los entrantes en la Iglesia Parroquial.

domingo, 5 de junio de 2016

Glosa Dominical

 
Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia dominical
PRIMERO UNO, DESPUÉS EL OTRO: ¿QUIÉN ME BESARÁ AHORA?
En el mundo solo tenía dos hombres que la querían: murió el primero, también murió el segundo, uno después del otro. Ambos desaparecidos de la escena de su corazón y de la vista. Se había quedado sola, una mujer sola sin un hombre a su lado. Una carestía de apoyos: sin marido, sin hijo, sin apoyo. Sin corazón que escuche las mínimas confidencias: un susurro del corazón, un movimiento imperceptible del alma, aquella leve tristeza que en el atardecer cae sobre los hombros. Quizás en el espacio de una desvergonzada arruga en el rostro -signo del paso de las estaciones- había desaparecido el amor de la juventud y también el de la madurez, aquel que consiente entrar en la canicie segura de un hombro para el mañana. Hubiera bastado uno sólo de los dos: el marido para consolar la pérdida del hijo, o el hijo para consolar la pérdida del marido/padre. Para la mujer de Naín -literalmente “la Bella”, a pocas millas de la ciudad de Nazaret- nada de todo eso: únicamente la inhumana certeza de que nadie más besará su rostro de mujer. Tiene razón: quizás nadie le regalará el dulce don de aquellos besos familiares. Sin embargo hay una mirada pronta a sanar aquella herida.
Naín, en la ladera norte del Monte Moreh
La mirada de un Hombre en medio de la multitud, se fija en ella: “viéndola el Señor, tuvo compasión”. Se dio cuenta de ella mientras caminaba entre las mujeres, llorando con aquel llanto silencioso y mudo, el propio de las madres ante la fatiga. Una mujer consternada por su sufrimiento: ¿qué madre, yendo al cementerio detrás de su propio hijo mudo, aguantaría el espacio de una sonrisa? Aquel hombre -que hace apenas pocas semanas contemplábamos victorioso en la mañana de Pascua- tiene una mirada demasiado fina para no advertir el tormento de aquella mujer. Un hombre capaz de ver las flores, los pájaros, los árboles y transformar todo en voz, en oración. Un corazón de Salvador, la capacidad de un poeta: sabía meterse el corazón en los ojos y adentrarse, a través de la mirada, en los meandros más turbulentos del corazón humano. “No llores, mujer” ¿Quién sabe qué clase de llanto surgió en esa coyuntura  de la compasión de aquel Hombre de Nazaret?: quizás un sentimiento de culpa, quizás un mal inocultable remordimiento o quizás una imagen equivocada de Dios: porque quien da la vida no puede querer al mismo tiempo la muerte. No puede, no quiere, lo que quiere está todo resumido en aquella invitación: “Joven, a ti te lo digo, levántate”. Y el hijito, obediente, se levantó para sentarse sobre el ataúd y empezó a hablar. Bajo la mirada atónita y muda de los portadores, plañideras y familiares. Bajo la mirada de la madre de Naín que, recompuesta en su feminidad, recibió en don lo que poco antes era causa de agonía: “lo entregó a su madre”. Lo había arrancado de la muerte para restituirlo a quien no podía resistir la angustia de vivir sin él. Cumplió un milagro para que una mujer madre parase de llorar.
Se lo dijo a Marta, la hermana trabajadora de Lázaro: “Yo soy la Resurrección y la Vida, quien vive y cree en mí no morirá para siempre”. Lo repitió a cada paso por los caminos polvorientos de los evangelios, pero el mundo tiene dificultad para darle crédito. Y sin embargo la Escritura cuenta la verdad: la muerte entra en el mundo por culpa del diablo, para Él resulta ser un sueño un poco más profundo de aquel que doblega hasta los hombres más recios. Un sueño un poquito más pesado que se vence sólo con la fuerza del Amor. Naín significa la Bella, la delicia. Aquel día por Naín se paseaba lo contrario de la belleza: la enfermedad que conduce a la muerte. Quizás por eso la gente salía siguiendo aquel joven ataúd: era la melancolía de una tarde triste. Como la mañana de la pesca infructuosa, o como aquella del sepulcro abierto. O menos lejana, como aquella tarde en nuestra casa cuando todo parecía perdido y Cristo nos dijo: “Ven fuera, levántate”. Despiértate, muévete, reacciona, levántate y sacude la mentira, arremángate. Para ya de morir, de resignarte, de llorar. De sofocarte, de romperte, de burlarte de ti mismo. De frustrarte, de humillarte, de tirarte por el suelo. “¡Ven fuera!” ¡Es hora de vivir!
A finales del año 2004, en Filadelfia murió una niña de 8 años, Alexandra Scott. Cuatro años antes, cuando le fue diagnosticado un cáncer, se le ocurrió un sueño: levantar un kiosco para vender limonada y recaudar fondos para la investigación para los niños con su misma enfermedad. Su madre, con la sonrisa triste, le dijo que sería difícil conseguir por cada limonada a duras penas 50 centavos. Le contestó: “No me importa, yo lo intento”. Aquel mes de junio ella y su hermano recaudaron 2000 $.  Toda América se movilizó poco a poco, y en agosto de 2004 cuando Alex perdió la batalla contra el cáncer, se habían recaudado más de un millón de dólares. Hoy  los puestos de Limonada Alex se han multiplicado por todo el mundo y se han convertido en puntos de encuentro y solidaridad.
Hay gente que antes de hora ya está tomando las medidas del ataúd. ¡Sin embargo, no todos!
Aquí abajo son momentos de luto y de llanto, allá arriba las ranuras por las que se infiltra la Gracia del Amor. Aquel que enjugando el llanto de una madre vuelve a dar la vida. Para que detenga el llanto y se engalane con  el vestido de gozo. Es decir, el traje del Evangelio. 
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 6 al 12 de junio




Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: A las 13:00 Misa a la Virgen del Carmen a intención de los cofrades del Santísimo Sacramento. A las 21:00 Misa a Santa Lucía a intención de una devota. A las 21:30 Reunión del Grupo de Biblia.

Martes: Por José Manuel Moldes Lores.

Miércoles: Por Adonis García Dopazo y esposa Dolores. A las 21:30 Reunión de la Asociación de la Virgen del Carmen en la Iglesia.

Jueves: Por Cesáreo, esposa, hijo Álvaro, esposa Maruja y Modesta Piñeiro.

Viernes: Por Ángel Dopazo Castro y esposa Dolores a intención de su hija Isaura. Marcial Méndez y esposa.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de José Fariña Serén. A las 21:00 por María Penas Barral; Carlos Laredo, esposa y difuntos de a familia. Manuel Fernández Castro y sus padres.

Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la parroquia. Segunda a las 12:00 por Juana Míguez y sus hijas Julia y Justa Padín Míguez; Dorinda Pombo, hija Soledad y difuntos de la familia. Teodoro Padín González y su hija María del Carmen.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Por la semana a las 20:00 horas.

Martes día 7: Por Dorinda Barreiro Galiñanes; Manuel Fernández o Marqués de Roxique; Eladio Padín Torres, da Arnosa; Carmen Filgueira Álvarez y esposo Manuel.

Jueves día 9: Por Adolfina Cacabelos Méndez, esposo Jacinto Manuel Otero Aguiar y sus padres.

Viernes día 10: A las 19:00 horas primer Aniversario de Carmen Agraso Ramos.

Sábado día 11: Por José Domínguez Fernández; Carmen Martínez Hermida; María Dolores Carballa Pérez, da Salgueira; Vicente Domínguez Domínguez, da Pedra y Delfina Méndez Radío.

Domingo día 12: Misa a las 11:00 por José Buezas Bouzada y Valentina Méndez Vidal.