domingo, 31 de marzo de 2024

Hoy es Pascua

 


¿Y es suficiente? Bueno, quizás está demasiado condensado, pero sí, éste es el corazón de la vida, de la fe, de la felicidad, de la Iglesia. Todo nace aquí y todo tiende hacia este día, como fuente y culmen. Para entender la Pascua nos pusimos en camino durante toda una Cuaresma, pero ahora dejémonos conducir por la Palabra de Dios.
 
El evangelio de hoy gira en torno a la ausencia de Jesús en el sepulcro, motivo de la carrera desesperada de María Magdalena, y la presencia de algunas huellas que asombran a algunos como a Pedro, o abren los ojos a otros como a Juan. Las vendas que hay en el sepulcro están en el suelo, vacías, razón por la cual el cuerpo que estaba dentro ya no está, pero no como quien se ha desprendido de ellas y después las ha doblado al estilo de una buena ama de casa que deja todo en orden. De la misma manera, el sudario que habían colocado en su cabeza está doblado aparte, en su sitio, como envolviendo a Aquel que ya no está. Es posible que pueda parecer una lectura intencionada, “dirigida”; pero ¿cómo se explica si no la reacción de los discípulos? Si hubiera salido por sí mismo, por ejemplo como resultado de una muerte aparente, ¿hubiera roto las vendas y las hubiera doblado de nuevo? Y si hubieran sido ladrones, ¿acaso no habrían sacado de en medio las vendas arrinconándolas? Pero es algo diferente lo que ven los discípulos.
 
Muchas veces he pensado, ¡si yo hubiera estado allí! Pero creo que siempre tengo ante mí esa escena: cada día delante de mí veo una aparente ausencia de Jesús allí donde querría encontrar una sobreabundante presencia de vendas de resurrección. El evangelio me dice que ellos quedan desconcertados porque aún no habían comprendido lo que la Escritura decía: que tenía que resucitar. 
 

Esta mañana, tanto vosotros como yo estamos entre Pedro y Juan. Entre Pedro que contempla y enmudece, y Juan que creyendo entiende lo que ya ha acontecido. Quizás Juan tuvo a su favor el hecho que su vocación nace de una invitación especial: ¡ven y lo verás! Quizás desde aquel momento había empezado a entrenarse para la escucha y el descubrimiento de Jesús y su obra. O quizá se había dejado interpelar un poco más profundamente respecto a sus compañeros, quizás… ¡Se lo preguntaremos en el cielo!
 
Ahora es a nosotros que nos toca escuchar este evangelio, esta hermosa noticia: a Jesús no lo ves porque no está entre los muertos. ¡Vive para siempre! Está vivo y bien vivo. Y obra, y perdona y sana como antes, y más que antes. Él es el que vive para siempre.
 
Aquí está toda la Pascua: Jesús por mi amor se ha fiado de mí y yo lo he rechazado. Lo he expulsado lejos de mí y lo he clavado en la cruz. Pero su amor ha vencido mi maldad con la dulzura, me ha desarmado interiormente porque me ha perdonado. No ha llevado cuentas de mis delitos. Bien al contrario.
 
Esto es morir por los pecados: no es pagar el saldo de un fruto robado en el inventario del paraíso terrestre. Al revés: es aceptar mi rechazo instigado por el enemigo que me asegura que no debo fiarme de Dios porque no me ama. Esto es consolidar la fidelidad hasta las raíces, hasta el fondo: porque Jesús es fiel al Padre ya que cumple su voluntad y fiel a mí porque no me abandona, no me deja de la mano. 
 
Para poder hacer esto, Jesús se abandona totalmente a las manos del Padre. Y para poder enfatizar este aspecto, el verbo de la resurrección está en forma pasiva: ha sido resucitado (sobrentendiendo por el Padre) ya que de este modo me muestra la grandeza del corazón del Padre. 
 
Mirando bien las vendas, descubro que los signos de la resurrección están dentro de mí porque ya he experimentado Su misericordia y Su fidelidad. Aunque después hago todo lo que puedo para sepultar y enterrar estos trazos de su amor en las tantas ausencias del tiempo, en la rutina, en las actividades. La habitual niebla de los pantanos.
 
 
Que hoy sea Pascua quiere decir que de nuevo María Magdalena (la Iglesia) me acompaña  a la entrada del sepulcro, y de nuevo se me muestran las vendas de este año, los signos de la resurrección que Jesús ya ha hecho germinar dentro de mí y me pide, ante todo, que sepa mirar, es decir que tome nota y reconozca que existen hechos y obras suyas en mi vida, no pensamientos o sensaciones. 
 
Una vez haya mirado y reconocido tales huellas, la palabra de Dios me quitará las orejeras que me impiden ver, comprender y creer. Y desde aquel momento mi entorno cambiará. En primer lugar Jesús no me resultará tan lejano; y aunque a veces no sé muy bien dónde, Él está vivo y cercano a mí. Es la fuente misma de mi vida y empiezo a comprender que he permanecido lejos de Él y aprendo a buscar y desear todo aquello que sabe a vida porque está iluminado de su luz nueva, porque he descubierto que el resto ya no me interesa. 
 
Se cree en la Resurrección no a ciegas, apretando los dientes y cruzando los dedos, sino con los ojos bien abiertos y la mirada agradecida, porque en pequeñas migajas la hemos experimentado en su perdón. 
 
Hoy es Pascua porque has entendido que su Amor y su Perdón no tienen límites. Porque has entendido que Él no se cansará nunca de darte la vida. Tanta como para superar la muerte. 
Y no has de hacer nada. Sólo acoger, claro está, sin escabullirse como los apóstoles durante la Pasión: más bien decididos, cómo el hijo pródigo que regresa a la casa del Padre y es abrazado. Sólo recibir: en el fondo tampoco es tan difícil…
 
¡Buena Pascua y buena vida nueva con Jesús!

Semana del 1 al 7 de abril.

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: Por Luis Castro Fernández y sus padres. Divina Meaño Troncoso a intención de la Asociación de la Virgen del Carmen.

Miércoles: María Vidal Méndez, esposo e hijo Elías.

Jueves: Vocaciones Sacerdotales, Religiosas y Misioneras.

Viernes: A las 19:00 primer Aniversario de Adoración Miniño.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Mercedes Oubiña Romay. A las 21:00 Misa por José García Fernández; Alicia Melón Oubiña; Pura Dopazo Dadín; Manuel Pérez Valladares.

Domingo: Primera a las 9:00 por Aurora Insua Camaño, Lolita Camaño y difuntos de la familia, Isabel y Joaquín Martínez. Segunda a las 12:30 por Benedicta Vidal Domínguez y Edelmiro Piñeiro Arosa.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: A las 19:00 funeral de Exequias de Floriano Pérez Rey.

Jueves: Por Oscar Buezas Pérez. Lola Leiro Méndez.

Sábado: Por Pepe Troncoso Poceiro, Juan García Tacón, Daría Méndez, esposo José e hijo Arturo. Al Santísimo Sacramento una devota. Sara Méndez Carballa.

Domingo: Primera a las 10:30 por Enrique González Caneda, Amelia Padín Míguez, a Santa Lucía a intención de una devota. José Camiña Otero y esposa Pastora Touriño Blanco. Segunda a las 11:30 por la Parroquia y por María Soledad Dozo Cháves.

domingo, 24 de marzo de 2024

ACLARAR LA ACTITUD DE LOS CORAZONES

 


El domingo de Ramos en la historia de la salvación señala el inicio oficial de la profecía del santo Simeón, en torno al lugar apologético que ocupa la persona de Jesús a los ojos del mundo. Esta posición viene enmarcada con dos símbolos bien conocidos: el olivo y las palmas. Profetizó Simeón: “Él está aquí para ruina y resurrección de muchos en Israel: será bandera discutida (signo de contradicción) para que queden claros los pensamientos (la actitud) de muchos corazones” (Lc. 2,34)
 
Jesús, signo de contradicción: este término indica esencialmente el posicionamiento histórico de dos bandos opuestos respecto al personaje de Cristo. Comenzó hace 2000 años con la entrada triunfal de Jesús en la Ciudad Santa donde emergen dos posiciones contrapuestas. Por una parte un pueblo que lo reconoce y aclama como el Cristo, Hijo de David; y por otra, el grupo de los notables del poder religioso y político hostil, indiferente o crítico hacia el Mesías aclamado. Acontenció hace veinte siglos, pero también en nuestros días y continuará hasta el fin de los tiempos cuando los hombres se dividirán siempre en partidarios y detractores, en pro y contra Cristo, pasando facilmente del Hosanna del domingo al Crucifige del Viernes Santo. 
 

¿Qué decir de todo ello? Pues que ante Cristo no se puede permanecer neutral. Él mismo lo afirmó categoricamente. “O conmigo o contra mí” Mt.12,30. Por eso también nosotros estamos llamados a una toma de posición. 
 
O con Él: el filósofo Ernest Bloch (nacido en 1886) aún siendo marxista reconoce que “Jesús está unido como ningún otro a los hombres y permanece junto a ellos, a su lado, como el signo más dulce y ardiente de su dulzura, el signo que más nos quiebra y nos ama”. O contra Él: nos lo demuestra esta página de furiosa hostilidad  hacia Cristo del dramaturgo sueco Johan August Strindberg que en 1849 entre otras cosas escribe: “¿Cómo podéis pretender que podamos tomar en serio aquello que se nos revela como una gran patraña? ¿A quién ha redimido Jesucristo, el Redentor? En verdad él atenta contra la inteligencia, la carne, la belleza, la alegría, los afectos más puros. Es un asesino de la virtud, de la lealtad, del valor, de la gloria, el amor y la piedad”.
 
Haciendo honor a la verdad hay que reconocer que a menudo hasta los más feroces se rinden ante la fascinación de Cristo, porque antes de morir en 1912 Strindberg se convirtió en cristiano e incluso llegó a ser un místico. 
 

Dos conocidos símbolos muy significativos: el olivo y las palmas: “La multitud numerosísima extendió sus mantos por el camino, mientras otros cortaban ramos de los árboles (olivos y palmas) y los extendían a su paso”.
 
El olivo es símbolo de fortaleza y de la consistencia aún a merced de la intemperie. El olivo pues, nos recuerda la fortaleza y la perseverancia en el seguimiento de Cristo, especialmente en un clima de paz, de concordia y gozo con todos, especialmente hoy en día donde reina el virus de la contraposición, la discordia y la agresividad. 
 
En cambio las palmas son símbolo de la victoria, reservada a los valientes testigos y mártires de la fe. Los mártires han existido y existirán siempre porque: “el mundo -decía  Pablo VI- tiene más necesidad de testigos que de maestros”.
 
Ante Jesús no se puede permanecer neutral. He aquí la escala de los estados de ánimo más frecuentes ante Cristo, que se manifiestan en la experiencia cotidiana de cada uno y también como actitud de la opinión pública ante Cristo: 
 
  1. La actitud de Hosanna: signo de adhesión plena y entusiasta a Él. Son los cristianos convencidos.
  2. La actitud del Crucifige: signo de rechazo y de odio hacía El. Se trata de ateos pertenecientes a sectas satánicas y esotéricas varias. Pero respecto a nosotros, valga la aguda observación de la escritora alemana Ricarda Huch (1864-1947) la cual afirma: “No existe una época de Cristo en la historia, porque él es eterno. También los incrédulos de hoy en día y los sin Dios del mañana se nutren de su espíritu. Él es la roca que las olas del tiempo no pueden destruir.” 
  3. De la veleta: es el signo de una relación con Cristo alternante entre el Hosanna y el Crucifige. Representa a los cristianos chaqueteros o de corriente alterna (AC/DC) que desdeñan el dejarse totalmente involucrar por Cristo. Guido Piovene en su libro “Le Furie” (1907) nos deja esta chocante reflexión: “El mundo surgido después de Ti, oh Cristo, y donde yo he nacido, es demasiado extenso y demasiado vacío, por tu fuerza. La sombra de la cruz lo cubre únicamente en parte; y la mayor se queda fuera como la proyección de una sombra cada vez más diluida hasta que se desvanece”. 
  4. De la indiferencia: es el signo que abrazan los agnósticos y cuantos viven como si Dios no existiese.
  5. Del síndrome de Herodes: es el signo entre los más sutiles, porque se camufla fácilmente con el ropaje de la hipocresía y de una respetabilidad de fachada única. Herodes dijo a los Magos: “Id e informaos cuidadosamente del Niño, y cuando lo encontréis hacédmelo saber para que yo vaya también a adorarlo” Mt.2,8. Este símbolo pudiera representar maravillosamente a humanistas laicos, mafiosos, masones, filantrópicos y a cuantos quisieran desterrar al cristianismo con guante blanco.
 
Con el domingo de Ramos entramos de lleno en el Misterio Pascual. La euforia de la entrada de Jesús en Jerusalén, pronto desemboca en la sombra del Calvario. Pero sabemos que de esta alternancia de alegría y dolor surgirá para siempre y para toda la humanidad, la inextinguible luz de la Resurrección del Señor. Con esta actitud de espera, vivamos los acontecimientos de la Semana Santa. Iniciemos la Semana Santa con el grito salvífico del Hosanna. Que el paso del tiempo en esta vida sea un Hosanna continuo, preludio de aquel que en la Gloria de Dios no acabará jamás.

Semana del 25 al 31 de marzo.

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Semana Santa.

Lunes santo: Misa a las 20:00 por Juanita da Bouzabella, esposo Pepe y difuntos de la familia. A la Virgen de Fátima y a San Blas, una devota.

Martes santo: Misa a las 20:00 por Secundino Domínguez Laya y Dolores Rosa Lobo.

Miércoles santo: A las 19:00 Celebración comunitaria de la penitencia.

Jueves santo: A las 19:30 Misa vespertina de la cena del Señor.

Viernes santo: A las 11:00 Ejercicio del Santo Vía Crucis. A las 19:30 Celebración de la muerte del Señor.

Sábado Santo: A las 21:00 Solemne Vigilia Pascual.

Domingo de Pascua: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por las obligaciones del Celebrante. Ovidio y Celia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Semana Santa

Jueves santo: A las 18:00 Misa vespertina de la cena del Señor.

Viernes santo: A las 18:00 Celebración de la muerte del Señor.

Sábado Santo: A las 19:30 Solemne Vigilia Pascual.

Domingo de Pascua: A las 11:00 Misa de la Resurrección del Señor por la Parroquia.

domingo, 17 de marzo de 2024

ORACIÓN, AYUNO Y MISERICORDIA: O LAS TRES O NADA

 

  
Como bien sabemos, la Cuaresma es un momento particular del año litúrgico, durante el cual nos preparamos interiormente a la celebración de la Pascua. Este periodo de cuarenta días es para nosotros una ocasión para purificarnos de nuestras malas costumbres y obtener fuerza en el Señor. Los cuarenta días nos traen a la memoria aquellos cuarenta años que el pueblo de Israel trascurrió en el desierto, así como los cuarenta días de Jesús en el desierto, al final de los cuales fue tentado por Satanás. 
 
También nosotros en nuestra vida hemos de enfrentarnos a algunos desiertos, como los israelitas, para poder entrar en la tierra prometida de una vida cristiana adulta, pasando de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios. También nosotros, como Jesús, hemos de soportar las pruebas y las tentaciones, para poder, con la fuerza del Espíritu Santo, afrontar un camino de verdadero testimonio cristiano, fortalecidos en la esperanza y en la caridad. 


Las tres obras cuaresmales que la Iglesia nos propone son la oración, el ayuno y la misericordia. Como decía San Pedro Crisólogo: “Tres son las cosas, oh hermanos, por las que la fe permanece firme, perdura la devoción, y aumenta la virtud: la oración, el ayuno y la misericordia. Lo que la oración implora, lo obtiene el ayuno, lo recibe la misericordia. Estas tres cosas, oración, ayuno y misericordia, son una sola cosa y reciben vida la una de la otra” 

Hoy podríamos analizar las tres lecturas de la liturgia dominical a la luz de las obras cuaresmales, viendo en la segunda lectura la oración, entendida cómo relación insistente con Dios, que ha de acompañar también los momentos difíciles de la vida. En el evangelio el ayuno, considerado no tanto como renuncia a la comida, que también, sino más radicalmente como renuncia íntima a las propias aspiraciones humanas, para dejar las riendas de nuestra vida en manos de Dios. En la prima lectura en cambio, se nos ofrece la misericordia entendida como una nueva actitud interior, fruto del Espíritu Santo, que nos lleva a mirar al otro con ojos nuevos: como el Señor nos ha perdonado, así nosotros también perdonaremos. 
 
Al escuchar la carta a los Hebreos, probablemente  nos impresiona el estilo de la plegaria de Jesús. Sabemos por los evangelios que Jesús rezaba mucho: trascurría noches enteras en oración. Antes de hacer elecciones importantes oraba en soledad, largo y tendido: en varias ocasiones daba gracias públicamente al Padre y permanecía en continua comunión con Él.
 
En la segunda lectura de hoy contemplamos una ulterior característica de la plegaria de Jesús: “ofrece oraciones y súplicas, con fuertes gritos y lágrimas”. Quizás este estilo nos puede extrañar: orar gritando y llorando parece algo anómalo. Pero Jesús ha experimentado el sufrimiento humano, el abandono, la soledad, el miedo y conoce nuestra condición humana justamente por haberla vivido en primera persona. Esto nos comunica hoy un mensaje importante: también nosotros en este tiempo santo hemos de aprender a orar con insistencia, abriendo el corazón, gritando si es necesario y exponiendo a Dios nuestros problemas, sin temer las lágrimas.
 
Otro detalle importante, relativo a la oración: la segunda lectura nos dice que Jesús, “después de haber implorado a Aquel que podía salvarlo de la muerte, por su pleno abandono a Él, fue escuchado” ¿Cómo, cómo? ¿Es que no lo han crucificado y matado? ¿De qué manera lo ha escuchado el Padre?
 
He aquí el segundo elemento de la oración: “Padre mío, si es posible que pase de mí este cáliz. Pero no como yo quiero, sino como quieras tú” (Mateo 26,39) “Ahora mi alma está turbada. ¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? ¡Si es para esta hora para lo que yo he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre! (Jn. 12,29)
 
La oración, especialmente en el tiempo de Cuaresma, se dirige a Dios pidiendo el cumplimiento de su voluntad sobre nosotros. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. En una palabra: tu voluntad se cumpla en mí como se ha cumplido en Cristo, tu Hijo. 
 
 
Son muy fuertes las palabras de Jesús en el evangelio de este domingo: “En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; en cambio si muere, da mucho fruto”. Este es el sentido profundo del ayuno cristiano: un morir a nosotros mismos para dar mucho fruto. El ayuno no es sólo la abstinencia en la comida o el beber; esencialmente es un morir para vivir, un sacrificar la parte de nosotros mismos que se corrompe tras las pasiones engañosas, para llevar frutos en el Espíritu Santo. 
 
La renuncia a lo que satisface a la carne, el orgullo, el hombre viejo, no es un fin en sí mismo, sino en vistas a un crecimiento interior y una fecundidad. Utilizando la figura retórica del mashal semítico, que consiste en contraponer los extremos para dejar clara una idea, Jesús anuncia: “Quien ama la propia vida, la pierde; y quien desprecia la propia vida en este mundo, la conservará para la vida eterna”. La experiencia penitencial cristiana toma forma en una actitud de pérdida de la propia vida, es decir de la propia manera de verse a sí mismo y a los otros, para llegar a conservarla para la vida eterna. Para “amar al prójimo como a uno mismo” es necesario amarse a sí mismo, y esto es un bien: porque sólo la virtud nos hace amables a los ojos del prójimo.
 
Pero existe un amor a la propia vida que hace peligrar nuestra vida eterna: el permanecer sordos a la voz de Dios, ignorando sus designios sobre nosotros y el focalizarnos únicamente en nuestros propios proyectos personales, excluyendo toda referencia a los demás, a la posibilidad real y dramática de vivir como si Dios no existiese, convirtiendo nuestra vida y nuestros horizontes en nuestros ídolos.
 
Contra estas tentaciones, Jesús nos invita a la renuncia, al sacrificio, al verdadero ayuno, el del corazón, que nos lleva a una profunda purificación de nuestra vida y a una apertura a los hermanos, experimentando ya en esta vida un sentido de eternidad y salvación.
 
En la economía de la nueva y eterna alianza, rubricada en el cuerpo y la sangre de Cristo, Dios Padre nos ha hecho el don sublime de tocar nuestro corazón con su Amor: no podemos permanecer insensibles a este don.  Él se ha anticipado a amarnos. El tiempo de Cuaresma, junto a ser un momento privilegiado para el encuentro con Dios en la oración y para la purificación mediante el ayuno, es también una estación favorable para experimentar el perdón (de ida y de vuelta).
 
Concluyamos esta meditación una vez más con las palabras de San Pedro Crisólogo, pidiendo a Dios nos conceda el orar, ayunar y ser misericordiosos en el modo adecuado y justo. 
 
“El ayuno es el alma de la oración y la misericordia la vida del ayuno. Nadie los divida porque no consiguen estar separados. El que solamente tiene uno y no tiene los tres medios juntos, no tiene nada. Por eso quien reza, ayune. Quien ayuna, tenga misericordia. Quien en el implorar busca ser escuchado, escuche al que le dirige alguna súplica. Quien quiere encontrar el corazón de Dios abierto hacía sí mismo, no cierre su corazón a quien le implora y ruega”. 

Semana del 18 al 24 de marzo.

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Rosario y Novena a San José. Último día de la Novena. Misa por las obligaciones del celebrante. Por José Méndez Torres.

Martes: Festividad de San José. No es día de precepto, Misa por las intenciones de la Parroquia.

Miércoles: Por Ángel Domínguez Rosa

Jueves: Misa a San Benito, por la Parroquia.

Viernes: Ejercicio del Santo Vía Crucis.

Sábado: A las 13:00 Misa solemne a San José y procesión, a intención de la Parroquia. Entre las 16:00 y las 19:00 convivencia de jóvenes en el templo nuevo de Sanxenxo.  A las 20:00 vespertina del domingo de Ramos. Por Dolores Domínguez Rosa; Alfonso Rial.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia; (se bendecirán los ramos y palmas). Segunda a las 12:30 por las obligaciones del celebrante (Bendición de Ramos y Palmas).

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Martes: Festividad de San José. No es día de precepto. Misa a las 19:00 por José Manuel Martínez Carballa y su hijo José Martínez Troncoso.

Jueves: A San Benito de invierno. Misa por las intenciones de la Parroquia.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Elisa do Reiniño. A las 19:00 Misa por María Lourdes García Lázaro y esposo Manuel; Ángela Meis Lorenzo, das Pedreiras y difuntos de la familia; Vidalina Aguín Crespo y esposo; Manuel Camiña Fariña; Carmen do Novello.

Domingo: Misa a las 11:00 con la bendición de los ramos y palmas. Por María Padín Caneda y esposo José Otero Leal, da Salgueira; Daniel Múñiz Pérez; Ángela Meis Lorenzo, das Pedreiras y difuntos de la familia.