Las lecturas de este día nos ayudan a profundizar la identidad de Jesús y nos invitan a vivir dejándonos guiar por la luz. Para profundizar la identidad de Jesús, se nos propone en el primer capítulo del evangelio de Juan, que, de forma poética y cargado de mística, nos presenta la Encarnación. El prólogo es una síntesis magistral de la Historia de la Salvación. El misterio de la Encarnación, nos pone frente a la acción de Dios, que asume nuestra humanidad vulnerable y la sana.
Todo gira en torno a la Palabra, el término griego que utiliza es Logos que traducimos como palabra o verbo. El Logos no es sólo la palabra oral, su significado es más amplio: es la palabra pensada, la idea que está detrás de la palabra, la inspiración, el plan, el sentido de las cosas. Teniendo en cuenta esto, no es difícil establecer la relación entre Palabra y Sabiduría. El fragmento del libro del Eclesiástico, que leemos en la primera lectura de este día, nos habla de esa Sabiduría. En los libros sapienciales la Sabiduría describe la actividad divina. ¿Dónde se da la semejanza entre Sabiduría y Palabra? En que ambas poseen el poder de cambiar, crear y transformar. Lo que Dios hacía al comienzo de la creación, toma ahora una nueva dimensión en la Encarnación.
Jesús asume la condición humana. Dios se hace ternura y compasión. Al mismo tiempo el himno de la carta a los Efesios nos recuerda la divinidad de Cristo: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.” (Ef 1,3-4)
La Navidad es un momento bueno para entrar profundizar en nuestra experiencia interior de Jesús verdadero Dios y verdadero hombre. Es tiempo de encontrar a Dios en los detalles de nuestra vida y de la creación.
En la Encarnación, Dios ha asumido nuestra naturaleza humana en la persona de Jesús. Dios entra en la vida humana haciéndose niño. Hace una opción difícil de entender para nuestra lógica: desde lo “débil” se hace “Buena Noticia”. De este modo humaniza nuestra humanidad a la hora de hacernos a imagen y semejanza de su Hijo: hombres nuevos.
El tiempo de Navidad es una nueva oportunidad para dejarnos iluminar, para renovar nuestro compromiso por la vida y nuestra búsqueda de sentido. Somos invitados a re crear nuestro mundo. ¡Ojalá la sepamos aprovechar!
Fray Edgardo César Quintana, O.P
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