domingo, 8 de julio de 2012

Para cada día



Cada día, haz algo de lo que puedas sentirte orgulloso al día siguiente.
Cada día, siembra una semilla de la que puedas vivir al día siguiente.

Cada día, piensa que es el primero y el último de tu vida.
El primero, para que lo vivas como la sorpresa de tu vida.
El último, para que lo aproveches como tu última oportunidad.

Cada día, busca tu felicidad haciendo más feliz a algún otro.
Cada día, piensa, hoy puedo hacer todo lo que dejé de hacer ayer.

Cada día, haz que Dios crezca un poco más dentro de ti
o tú crezcas un poco dentro del corazón de Dios.
Cada día, renueva tu corazón de tal manera que no queda amargura alguna para el día siguiente.

Cada día, no decidas hacer muchas cosas, pero las que hagas, hazlas como si fuesen las últimas que haces.

Cada día, pídele a la vida lo que la vida puede darte,
pero tampoco le exijas lo que la vida espera de ti.

Cada día, piensa que si hoy puedes, también mañana podrás.
Para ti, todos los días son posibilidades nuevas. 

Cada día sonríe. No guardes tus sonrisas de hoy para mañana. Sólo podrás sonreír bonito mañana si has sonreído bonito hoy. 

                  Cada día, comienza el día con un beso a los tuyos,
pero también con un beso a los fracasos de hoy,
a las dudas de hoy, a las tristezas de hoy, a las cruces de hoy.
Es posible que si cada día besas tus sufrimientos, 
puedas luego “dormir mejor”.

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