lunes, 16 de julio de 2012

Carta Pastoral en la celebración de la Virgen del Carmen




Julio 2012 
“Apóstoles del Mar, Testigos de la nueva Evangelización” 

Queridas gentes de la mar: 
Al acercarse la festividad de la Virgen del Carmen, me alegra comunicarme con vosotros, los hombres de la mar y vuestros seres queridos, para felicitaros cordialmente con mis mejores deseos. Esta fiesta reaviva en todos vosotros el cariño y la devoción a la Virgen  a la que veneráis con alegría y esperanza en tantos lugares de nuestra diócesis, e invocáis como especial protectora en vuestras singladuras y vuestros trabajos. 
La Virgen del Carmen, estrella de los mares, ayuda con su protección a los que la invocan, a navegar seguros, a superar las dificultades y a llegar a buen puerto; ella con su protección materna nos recuerda que Dios con  su providencia divina está siempre presente en nuestras vidas y nos mira con amor de Padre, sabiendo lo que necesitamos. “Si cuida de los pájaros del cielo y de los lirios del campo cuánto más hará por nosotros que somos sus hijos. ¿No valemos nosotros más que ellos? Busquemos primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se nos dará por añadidura” (cf. Mt 6, 25-33). 

Testigos de la nueva evangelización :
El mismo Señor que  escogió de entre los hombres de la mar a sus  primeros 
apóstoles (cfr. Mt 4,18-20), no ignora vuestras preocupaciones. Sabe de barcas y de redes; conoce el peligro de las tempestades (Mc 4, 35-41) y la desazón de quien ve que su trabajo no obtiene los resultados deseados (Lc 5, 2-3). Él mismo se refirió a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces, para hablar del reino de Dios (Mt 13, 47-50). Y también en el mar, se apareció a los suyos, ya resucitado, para confirmarlos en la fe y animarlos a vivir como pescadores de hombres en la misión evangelizadora. También a vosotros el Señor os llama hoy, como entonces, a extender su Reino. Este año hemos sido convocados a preparar el “Año de la fe”, con el que el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI desea  animar a la Iglesia a revivir el don recibido y a manifestar a todos la luz de nuestra fe. El Papa nos dice que “lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin”
La Iglesia os necesita, para que en medio de vuestras ocupaciones, deis un testimonio decidido de vuestro amor a Jesucristo y vuestro compromiso con Él “pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor  auténtico y duradero”. Igual que los Apóstoles, hombres de la mar muchos de ellos como vosotros, estáis llamados a dar razón de vuestra fe; como nos decía el Santo Padre en su inolvidable visita a nuestra tierra: “(los apóstoles) dieron testimonio de la vida, muerte y resurrección de Cristo Jesús, a quien conocieron mientras predicaba y hacía milagros. A nosotros, queridos hermanos, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay  mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos. Así imitaremos  también a San Pablo que, en medio de tantas tribulaciones, naufragios y soledades, proclamaba exultante: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros (2 Co 4,7)”.

La Iglesia no es ajena a vosotros, ni vosotros ajenos a ella. La comunidad de los creyentes participa de vuestras alegrías  y se identifica con vosotros en vuestras preocupaciones; ruega por todos y ofrece su ayuda a aquellos que, especialmente en estos momentos de crisis, se encuentran en especial dificultad; y vosotros, miembros  vivos de este Pueblo de Dios, cuando dais razón de vuestra esperanza en los ambientes en los que vivís, sois constructores de una humanidad nueva, cooperando a realizar la civilización del Amor y acercando a los hombres el Reino de Dios. 
Me despido de vosotros con un recuerdo agradecido y orante para cuantos el Señor ha llamado a su presencia en el duro trabajo de las tareas de la mar, ofreciendo mi solidaridad cristiana y fraterna a sus familiares. Pedimos a la Virgen que hayan llegado a puerto seguro; mientras nosotros continuamos bregando en las aguas del mundo bajo su amorosa protección. Nuestra Señora del Carmen, y el Apóstol Santiago el Mayor a quien el Señor hizo “pescador de hombres”, sigan  protegiéndoos y ayudándoos a vivir con confianza, siendo testigos de la fe.

Os saluda con todo afecto y bendice en el Señor, 
       
+ Julián Barrio Barrio, 
Arzobispo de Santiago de Compostela

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