En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
Comentarios al evangelio
En la primera parábola, un labrador «encuentra» un tesoro escondido en el campo… Lleno de alegría, «vende todo lo que tiene» y compra el campo. En la segunda un comerciante en perlas finas «encuentra» una perla de gran valor… Sin dudarlo, «vende todo lo que tiene» y compra la perla.
Algo así sucede con el «reino de Dios».
El “reino de Dios” cambia nuestra manera de ver las cosas. Es tan atractivo, inesperado y sorprendente que quien lo encuentra, se siente tocado en lo más hondo de su ser. Ya nada puede ser como antes, porque no hay nada más grande para alentar y orientar la existencia. Empezamos a creer en Dios de forma diferente, sabiendo por qué y para qué vivir.
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