domingo, 3 de enero de 2016

Glosa Dominical


Reflexión a modo de notas hacia dónde nos orienta la liturgia del domingo
SE HIZO CARNE ¡FINALMENTE!
Eligió la carne que era el punto de máxima lejanía del Cielo: "El Verbo se hizo carne" (Jn 1,14). No fue por lanzar una provocación desafiante sino como signo de la más íntima afinidad: elegir lo que era débil para confundir a los fuertes, abrazar lo lejano para que se sienta cercano, sumergirse en  hombre para que el Cielo penetrase la tierra. Fue el inaudito Belén, la casa del pan y de la carne de Dios.  Pan y carne, pan y pescado, pan y agua: siempre habrá un pan disponible para aquellos que, sacios de todo, experimentarán en el corazón el hambre y la sed de lo esencial: "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (1,4). Sucederá  lo absurdo, como en el principio ocurrió lo inaudito: y lo que acontecerá es que los hombres prefieran la oscuridad a la luz. Siempre hay alguien que confunde el sol con un punto amarillo: los evangelios nos advierten. Lo tienen en cuenta, lo calculan y nos anticipan las consecuencias: "Pero a todos los que le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios" (1:12).
Belén: iglesia de la Gruta de los Pastores
Él se encarnó: nada ni nadie más podrá atreverse a superarlo. En la carne escondió la fiesta de los sentidos: escuchar aquella carne será  escucharle a Él. Y escucharle será una fiesta. La fiesta de los ojos, de "lo que hemos visto con nuestros ojos" (1 Jn 1,1). Era el sueño de Moisés, que un día no se contuvo y le dio voz a ese deseo, "Por favor, muéstrame tu gloria." Él obtuvo un seco rechazo, aunque con una motivación al final: "No podrás ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme y vivir" (Éxodo 33,18-20). Aunque de origen divino, aquel “no” no impidió al hombre cultivar  una mal disimulada nostalgia de Su Mirada: "Mis ojos están siempre en el Señor" (Salmo 25:15). Lo que Moisés no pudo, apareció por sorpresa a sus descendientes de profesión, también ellos pastores: "Vamos (...) veamos este evento" (Lc 2:15). Ellos vieron y se asombraron. Y creyeron.
Mano de labrador palestino
Se convirtió en la fiesta de los oídos, "lo que hemos oído" (1 Jn 1,1). A quien se fiará de lo oído, le cambiará la vida. Contemplará una noche de pesca infructuosa convertida en una mañana de pescado abundante. El secreto -también para los veteranos pescadores de las artes del mar- será poner atención y escuchar de dónde viene la voz: siempre desde la dirección justa, la que nos parece la más ridícula e insensata. El más favorable para que se rían fácilmente de ti los que están sentados en el banco de la orilla. Las redes, sin embargo, seguirán la palabra: "Por tu palabra echaré las redes" (Lc 5,5). La palabra, a su vez, acreditará exactamente lo que te haría oír:" Lo hicieron así, y recogieron una cantidad enorme de peces y sus redes se rompían"(Lc 5,6).Que al final es la fiesta del tacto: "lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de vida" (1Jn 1,1). Del Dios que se hace tangible: intimidad, caricia, retoque, golpe.
Nazaret: el valor de lo cotidiano
Tocará siempre a Dios: serán alegrías y dificultades a intervalos más o menos regulares. Reveses y alientos: su toque hará tanto arder los montes como hundir la tierra; cerrará y abrirá  las bocas; construirá y se pondrá manos a la obra para reformar sus edificios y restaurarlos. Cubrirá valles de huesos cosiéndoles encima la carne, arrebatará de las garras de los leones la vida, de la misma manera que acariciará los ojos cegados por una amarga oscuridad. Siempre con las manos en la masa: un  Dios artesano y alfarero, fabricante y obrero, pescador y carpintero.  Con las manos de padre, de madre y de Dios. Preferiblemente eligió profesiones al aire libre: los que a fuerza de toques y empujones, hacen salir callos, deforman los dedos y ennegrecen las uñas  (Ai, uix!: algú s´esgarrifarà)  Un Dios conmovedor: que conmueve y emociona. Un día lo crucificarán. Él contestará a su manera, resucitando. La fiesta del gusto y del olfato. De la memoria y el placer. De lo que hasta entonces sólo pensarlo era locura. Del  residuo neto después de todos los rechazos y negativas: "La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella" (Jn 1,5).
Aún hoy en día el mundo, cuando se cruza con Él, lo deja pasar: Todos se detienen cuando se encuentran con un hombre que sabe a dónde ir. Por eso ellos le dan la preferencia: no por pudor o buena educación. Simplemente por miedo: miedo a tener que lidiar con su Luz.
Fr. Tomás M. Sanguinetti

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