«El
cristianismo no debe ser tibio, este es el mayor peligro del cristianismo de
hoy: la tibieza desacredita al cristianismo».
Son las palabras con las que Benedicto XVI abrió la primera sesión del Sínodo
de obispos sobre la Nueva Evangelización, en la que se reúnen 262
obispos de todo el mundo.
“El fuego -subrayó el Papa- es luz, calor, fuerza de transformación: la cultura
humana comienza cuando el hombre ha descubierto el poder de crear el fuego, que
destruye, pero sobre todo transforma, renueva y crea una novedad, la del hombre
que se vuelve luz en Dios”.
Benedicto XVI subrayó, durante su saludo a los 262 obispos de todo el mundo
presentes en la apertura de la primera sesión del Sínodo sobre la Nueva
Evangelización, que la Iglesia no fue creada con la forma de un
Constituyente para establecer las normas de una Constitución.
Según el Papa, “solo con la
iniciativa de Dios podía nacer la Iglesia, y hoy también el
inicio debe provenir de Dios”.
“No podemos hacer nosotros la Iglesia -observó el Papa-, sino solo
conocer lo que hizo Él, porque la Iglesia no comienza con nuestras acciones: Dios fue el primero que actuó”.
“El enorme sufrimiento del hombre está relacionado con la duda”: ¿detrás de las
nubes de la historia o del silencio del universo está Dios?; ¿qué tiene que ver
con nosotros?; ¿es una hipótesis?; ¿por qué no da muestras de su existencia?
Benedicto XVI, durante la apertura de la primera sesión del Sínodo de los
Obispos, usó estas palabras para introducir el tema de la Nueva Evangelización,
sobre el que reflexionará la asamblea.
El Evangelio, explicó el Papa, es
Dios que se hace percibir, “rompió su silencio […], nos ama y
se da a conocer: ya no es el gran desconocido, se ha mostrado a sí mismo, nos
dice cómo podemos hacer”.
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