miércoles, 9 de noviembre de 2011

El final de los tiempos.



En el Ciclo A hemos estado leyendo el evangelio de Mateo durante los Domingos del Tiempo ordinario. Ahora, vencido ya octubre y a lo largo de noviembre, llegamos a los capítulos finales previos al relato de la pasión y muerte de Jesús. Estos capítulos ponen el énfasis en el fin del tiempo, en la gloriosa venida de Cristo y en el Juicio final.

Jesucristo es el “el primero y el último, el principio y el fin” (Apocalipsis 22,13). El cristiano no debe mirar al fin con miedo, pues el fin prometido es el del mundo con sus pompas y vanidades; el final significa liberación del mal y de la opresión, la victoria sobre el pecado, la derrota de la muerte consumada en la resurrección de Jesús, la inauguración de los cielos nuevos y la tierra nueva, lo último será comunión plena con Dios y los hermanos.

La Iglesia peregrina en el mundo es signo de la unidad del género humano, querida por Dios desde la creación. El contenido central de la escatología cristiana es, pues, la esperanza. Así nos lo comunica su Palabra: “Dios quiere que todos los hombres se salven (1 Timoteo 2,4), y “para Él todo es posible” (Mateo 19,26).

La liturgia, la celebración de los Sacramentos y la moral cristiana explican el presente de nuestra vida, precisamente desde la espera de la manifestación gloriosa de Cristo: “Y dijo el que estaba sentado en el trono: -He aquí que hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21,5).

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