En la Audiencia de hoy el Papa nos recuerda la presencia orante de la Virgen María, acompañando
con su oración silenciosa los primeros pasos de la Iglesia.
“La existencia de María, desde Nazaret a Jerusalén, pasando por la cruz, donde el Hijo la entrega al apóstol Juan, está caracterizada por la capacidad de mantener un clima perseverante de recogimiento, meditando cada acontecimiento en el silencio de su corazón. La presencia de María con los apóstoles, en la espera de Pentecostés, adquiere un gran significado, ya que comparte con ellos lo más precioso: la memoria viva de Jesús en la oración.
“La existencia de María, desde Nazaret a Jerusalén, pasando por la cruz, donde el Hijo la entrega al apóstol Juan, está caracterizada por la capacidad de mantener un clima perseverante de recogimiento, meditando cada acontecimiento en el silencio de su corazón. La presencia de María con los apóstoles, en la espera de Pentecostés, adquiere un gran significado, ya que comparte con ellos lo más precioso: la memoria viva de Jesús en la oración.
Ella
se encuentra en oración con y en la Iglesia. Venerar a la Madre de Jesús en la
Iglesia significa aprender de ella a ser comunidad que reza. Ella nos enseña la
necesidad de la oración y de que mantengamos con su Hijo una relación
constante, íntima y llena de amor, para poder anunciar con valentía a todos los
hombres que él es el salvador del mundo.
Que siguiendo el ejemplo de María, sepamos dedicar más tiempo a la oración personal y comunitaria, especialmente en este tiempo de cuaresma, en el que a través de la penitencia y la limosna nos disponemos a acompañar a Jesús más de cerca.”
Que siguiendo el ejemplo de María, sepamos dedicar más tiempo a la oración personal y comunitaria, especialmente en este tiempo de cuaresma, en el que a través de la penitencia y la limosna nos disponemos a acompañar a Jesús más de cerca.”
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