domingo, 30 de enero de 2022

¡NOS HAS DECEPCIONADO, JESÚS: VETE DE AQUÍ!

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No le han perdonado aquel atrevimiento del pasado domingo: “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Se lo guardaron en el rincón del rencor y del resentimiento; y apenas pudieron, se lo reprocharon. No obstante hoy, en Nazaret, sacan pecho: vuelve uno de los suyos y aquella pequeña ciudad jamás nombrada en la Escritura se convierte en el centro del mundo. Aquel que regresa es uno del que todos hablan fuera de los campos nazarenos. Uno que un día dará a Herodes el apelativo nada cariñoso de “zorro” y esbozará una semejanza nada azucarada entre los jefes religiosos y las serpientes. 
 
Por el momento habían quedados fascinados, seducidos y un tanto atraídos; pero basta un momento y aquella sana curiosidad la transforman en malicia celosa: “¿no es éste el hijo de José?”. Ciertamente: le habían visto jugar junto a sus hijos, le habían oído toser por los callejones al atardecer, le habían escuchado cantar cuando volvía de pasear por los campos amarillentos de anémonas. Nadie es profeta en su patria: lo saben hasta las paredes. Pero resultaba lógico que Jesús se esperase que sus paisanos hicieran una excepción, una excepción que confirmase la regla: y en cambio, en el camino, tendrá que darse cuenta de que sus enemigos están justo allí “entre sus parientes, entre los de su casa y se asombraba de su incredulidad”.
 
El evangelista-retratista nos proporciona de manera espléndida los trazos del enfado en el corazón de sus paisanos: “lo expulsaron fuera de la ciudad y lo condujeron hasta la cumbre de la colina sobre la que estaba construida la ciudad para despeñar a Jesús desde allí”. En una palabra: lo querían liquidar, matarlo, todos juntos, rechinando los dientes, compactos como legión. Crucificado antes de tiempo por la sencilla razón de cargar sobre sus espaldas el peso y el honor de desvelar el sentido de la historia al hombre. ¡Qué les importaban a ellos los ciegos a los que devolver la vista o los prisioneros a los que había que liberar! Que muriesen en su ceguera y se pudrieran en sus calabozos. Ellos querían el milagro, he aquí la cuestión.
 
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Este domingo en Nazaret están ávidos de milagros. Un milagro es lo mínimo. Como en Cafarnaúm, como pasado mañana en Naím, como a lo largo de la ruta lo hará con Timeo. Pero Jesús fue enemigo de los milagros: lo entenderemos en seguida. Algunos más y algunos menos, pero todos los milagros son arrancados a su piedad, arrebatados a su condescendencia, incluso robados con astucia. Y cada vez que concede uno, nosotros sabemos que aquel ciego al que abre los ojos, aquel cojo que tira la muleta, aquel muerto que resucita, únicamente es milagro para nosotros. Para Él el verdadero milagro es otro, aquel que debería venir en  consecuencia, y por el cual ha consentido  hacerse mago y que tan raramente puede obrar y que no es otro que la fe. Quieren el milagro, pero Él no lo cumple porque falta la fe. ¿Y ellos qué? Se indignaron,  se levantaron y lo expulsaron fuera de la ciudad para despeñarlo. Obviamente.
 
Asquerosos paisanos de Jesús: te vendrían ganas de regañarles por haber subestimado aquel Nazareno que el mundo buscaba y que ellos tenían en la plaza. ¡Cuánto daríamos para estirarles las orejas! ¡No son más que descreídos! 
 
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Pero después nos miramos al espejo y también nuestro rostro muestra esos trazos. También aquí, en tierra no palestina, nos comportamos así, más allá de las montañas del Líbano. Lo que nos molesta, lo sacamos de en medio. Para pedirle lo que queremos nosotros y que, casi siempre, es lo que Él no desea. 
El único que queda igualmente diverso es Él: ayer y hoy pasando entre ellos, se marchó. Se escabulló entre sus miradas, quizás rozando sus trajes de fiesta: porque el hombre podrá inventarse un dios para su uso y consumo, una industria de productos religiosos pre-confeccionados; pero todos dejarán entrever la profunda añoranza del Dios amoroso. Los hombres podrán hacer de todo, incluso en nombre suyo. Lo que no cambia es la exigencia del Maestro, allí donde el cristianismo no es un juego en  un patio de escuela. 

Semana del 31 de enero al 6 de febrero

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.

Martes: Por Dionisio Castro Minguillo.

Miércoles: Fiesta de la Presentación del Señor, conocida como la Candelaria. Tendremos la bendición de las candelas. Misa por los participantes.

Jueves: Por Luis Gondar Cousido y sus padres. Valentina Meis Rial.

Viernes: Por Palmira Dozo Fontán

Sábado: Por José Fernández Gondar; Sra. Lola de Varela; Manuel Domínguez Otero, madre, hermana y difuntos de la familia. Ramón Tilve Blanco y difuntos de la familia.

Domingo: Primera a las 9:00 por Aurora Insua Camaño, Lolita Camaño y difuntos de la familia; Isabel Martínez Acuña. Segunda a las 12:30 por la Parroquia

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Miércoles: Fiesta de la Presentación del Señor o Candelaria. Habrá a bendición de las candelas. Misa por las intenciones de las mujeres "rurales".

Sábado: Por Carmen Domínguez Portela; José Antonio Crespo González; Eladio Soutullo; Juan López Piñeiro y esposa Rosa; Servando Cacabelos Domínguez.

Domingo: Primera a las 10:30 por Pastora Touriño Blanco y esposo; Divina González Dadín y difuntos de la familia. Ramón do Novello y difuntos de casa. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 23 de enero de 2022

La autoestima de Dios: Nada mal para empezar

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Entró porque todos tenían derecho a entrar. Y no sólo a entrar, sino a leer y hablar sobre aquello que se había leído un poco antes. Quizás una sala desnuda, una simple casa, un espacio vacío: allí se citaban, razonaban sobre Dios, en compañía y quizás entre hermanos soñaban con Dios. También Él lo hizo: abrió el pergamino de las Escrituras, leyó dos o tres versículos y replegó el rollo. Para empezar a hablar con aquella afabilidad que un día confundirá a escribas y fariseos, con aquel acento amoroso que sanará pecadores y torpes funcionarios, con aquel toque humano que hechiza a las almas femeninas. Aquel texto era conocidísimo, y sin embargo aquel sábado parecía nuevo, se había trasfigurado. Como una vieja partitura que, interpretada durante siglos, se te presenta inédita gracias a la mano que la interpreta. Quizás las palabras se habían acartonado sobre sí mismas: milenios de espera habían resecado incluso las gargantas de los profetas e inflado los ojos de los videntes. Esta mañana en cambio, aquellas palabras parecían adornarse de primavera, retomaban vida y color: como si hubieran salido frescas y festivas por vez primera de la boca de aquel hombre desconocido por la mayoría. En la plaza de Cafarnaún la incredulidad serpenteaba a flor de piel: nadie recordaba haber escuchado a un rabino hablar así. Eran palabras perfumadas de cielo. 
 
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La voz se esparció: incluso el hortelano, el hombre ennegrecido por el hollín, el carpintero y el albañil después de la difusión de aquella noticia traicionaron a las verduras en el huerto, las llanas en el cubo, olvidaban los brazos rígidos y los ojos ennegrecidos e iban hacia la sinagoga para escuchar aquella palabra de vida. Como en tiempos del sacerdote Esdras: “Leyó el libro en la plaza, ante la puerta de las Aguas, desde el alba a mediodía, en presencia de los hombres, de las mujeres y de aquellos que eran capaces de entender: todos prestaban oído para escuchar el libro de la ley (…) Este día está consagrado al Señor vuestro Dios. ¡No hagáis luto ni lloréis!” Porque todo el pueblo había sido atravesado por la Palabra. Como la muchedumbre de Cafarnaún aquel sábado por la mañana: las palabras de aquel joven Maestro habían redoblado los latidos de sus corazones fatigados. Aquella explicación con el añadido de la noticia inesperada - “hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis escuchado con vuestros oídos” – había sido un alivio de luz, una rendija de cielo, un haz tenue de esperanza para hambrientos y prisioneros, fracasados e incapaces. Fueron palabras que no serán olvidadas por aquella chusma oscura. Falta poco, quizás únicamente el tiempo para concluir la plegaria y lo esperaran en la puerta de la sinagoga: para volverle a ver o simplemente para seguirle. Tímidos y soñadores. 
 
Dentro de la sinagoga aquellos entendieron bien poco: la razón de aquella incomprensión fue la sorpresa por las inesperadas palabras. Lo insospechado de una Palabra capaz de encender la esperanza y estimular sus almas angustiadas. Aquella mañana en la sinagoga cada cual llegó quizás con la nostalgia de lo que habían dejado en casa, como todos los sábados precedentes. Dejadas en casa para acudir a la sinagoga a rezar como estaba preceptuado desde siglos. Sin embargo aquel sábado la añoranza de lo aparcado es borrada por la sorpresa de lo encontrado, mejor dicho, de lo oído. Que a bien decir, fue el mismísimo encuentro en sí: haber encontrado a un Hombre capaz de sentir sus miserias y convertirse en Voz de una humanidad diferente. Una humanidad encaminada hacia el Eterno. 
 
No por nada apóstol encabezó tal anuncio con una expresa puntualización: “para que te des cuenta, oh Teófilo, de la solidez de las enseñanzas recibidas”. En Cafarnaún se sospechaba que la Profecía era hermana gemela de la Fábula. Bastó el breve espacio de una Palabra encontrada para comprender que el Eterno no faltaba a su promesa. Para despertar la melancolía de la Historia. 

Semana del 24 al 30 de enero.


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Por Valentín Padín Camaño y Dolores Arosa Méndez.

Martes: Por Dolores Domínguez Rosa.

Miércoles: No habrá Misa.

Jueves: Por Robustiano Fariña Dopazo.

Viernes: Por las Benditas Animas a intención del cepillo de Animas.

Sábado: Por Clotilde García Fariña, Carmen Radío Padín y esposo Juan Poceiro Torres; Carmen Padín Vázquez; Luisa Vieitez Sineiro; Juan Vázquez Meis y sus padres.

Domingo: Primera a las 9:00 por Elisa Padín Carballa. Segunda a las 12:30 por la conversión y santificación de la Parroquia.

El sábado y el domingo se reinicia la catequesis

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Martes: Por Ángela Meis Lorenzo; Antonio Estévez González.

Jueves: Por José Manuel Chan Padín; Manuel Estévez González y esposa.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Mercedes Afonso Moldes. A las 19:00 por Pepe de Santomé; José Vidal Prieto, Manuel Lamelas Torres, Elisa Torres Tacón; Mercedes y esposo Julio Otero.

Domingo: Primera a las 10:30 por Lola de Camiña; Manuel Torres Torres; Cándido Carballa Novas. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

Sábado y Domingo se reinicia la Catequesis

domingo, 16 de enero de 2022

SE MARCHÓ: ¡Y AHORA VIENE LO BUENO!

  

Giotto: Las bodas de Caná  

 


 

Se marchó. Partió. Y ya nadie podrá detenerle. Y en el capítulo final de su historia, un puñado de clavos y un madero desnudo le esperarán: nada podrán ni siquiera aquellos que desde el inicio lo tildaron de agitador de las esperanzas, y esperanza de quien ya no la tenía. Allá arriba, justo tras el Gólgota de la desesperación, una brisa de primavera hará que en la mañana hebrea germine la certeza de que la vida no muere. De tal manera que aquel parón de tres días en realidad será un nuevo trampolín para la Vida misma. Treinta años atrás -en el momento de los Magos y los Pastores- había villancicos, inciensos aromáticos y aroma de pan. Hoy, en medio del pobre banquete de la fiesta, hay seis ánforas de vino sin una gota de vino: se transformarán en racimos apenas prensados y convertidos en excelente vino. Mañana allá arriba, tras la alegría y la algarabía de Jerusalén, el silencio de las peores noches y una esponja con el vinagre: altísimo reconocimiento para quien ha bebido un vino de solera en el salón de Caná de Galilea. Así funcionan los hombres. 

 

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Se marchó porque era necesario partir: había una humanidad exhausta de tanto esperar. Partido porque una mujer -que la historia llamará “hija de su Hijo”- lo empuja con dulzura y le abre los ojos (a Él que un día se mostrará especialista abriendo los ojos a los ciegos): “No tienen vino”. No hay vino, no hay fiesta: “haz algo, hijo mío”. Y las mamás lo pueden todo: son ojos que anticipan la historia porque son capaces de leerla desde dentro. Partido contra su voluntad: “no ha llegado mi hora”. Que es como decir: déjame en medio de esta última pereza de la vigilia: aún cinco minutos en el silencio de mi casa, déjame saborear la dulzura de Nazaret, el silencio del taller de mi padre. Desde mañana todo será un sin parar. ¡Un ratito aún, por favor! Partido porque ella no cede. Esta vez es la mirada que lo condena a levantarse: ¡no tienen vino! Ella ha nacido mujer: ¿Por qué empezar de mala manera la aventura de una joven esposa? Las mujeres están tan unidas a los detalles, a las pequeñas cosas, que privarles en los inicios de la alegría es como privar a la primavera de la borrachera del viento de marzo que te enreda el cabello.

 

Y sin embargo se va: es una mujer la que anima los primeros pasos de aquel Hombre que de pequeño aprendió de ella a estar en pie. Hoy es ella a señalarle los primeros pasos de hombre: “marcha, Hijo mío, y que Dios te bendiga”. Lo seguirá por los senderos tortuosos de Galilea, guardará silenciosa los elogios de quien un día le gritará: dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”. Lo escrutará desde lejos, dulcemente madre: custodiará los pensamientos dejados en el sendero, alejará tristes presagios, recogerá confidencias y temores de aquel grupo que pronto se escogerá, permanecerá en pie bajo el peso de aquel Madero al que lo colgarán: Él, Hijo único de Madre virgen. Y después se volverán a abrazar en el alba de Pascua, en aquella aurora que tendrá el sabor del reencuentro. 

 

El objetivo del cristiano no es una bienaventuranza privada, es el todo. Él cree en Cristo, cree pues en el fututo del mundo, no únicamente en el propio futuro. Sabe que este futuro es más de cuanto él se puede procurar. Sabe que hay un Sentido que no puede destruir. Pero debido a esto ¿permanecerá mano sobre mano? ¡Al contrario! Justamente porque sabe que hay un sentido, puede y debe llevar a cabo la obra de la Historia; aunque desde su pequeño rincón, tendrá la impresión de que su esfuerzo sea como el trabajo de Sísifo y que la roca del destino humano esté continuamente suspendida en el aire, edad tras edad, para después volver a caer hacia abajo, volviendo vanas las precedentes fatigas. 

 

Quien cree sabe que se va hacia adelante, que no se gira alrededor. Quien cree sabe que la historia no se parece a la tela de Penélope, tejida y destejida continuamente. También el cristiano podrá ser asaltado por las desconcertantes pesadillas de la angustia frente a la aparente esterilidad del obrar humano. Pero en su pesadilla penetra la voz salvífica y trasformadora de la realidad: ¡tened ánimo, yo he vencido al mundo! (Jn. 16, 33) El mundo nuevo, simbolizado en la imagen de la Nueva Jerusalén con la que la Biblia concluye, no es una utopía, sino una certeza tras la que vamos al encuentro en la fe. Hay una redención del mundo: he aquí la firme confianza que sostiene al cristiano y que lo convence de que también hoy vale la pena ser cristiano. 

 

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Ante las tinajas, en un instante de soledad, la contempla por la última vez: adiós madre, ha llegado el momento de separarnos ante esta agua. Te lo aseguro: se convertirá en vino. Y no acabará aquí: un día transformaré también el vino. Partió: y ya nadie podrá detenerle. Y con él se ha puesto en marcha la máquina de los milagros: algunos los hará a regañadientes, otros los hará convencido: los sábados será él el que los buscará para mostrar que el hombre es más importante que el sábado. Quizá María no sabía lo que había encendido, quizá no se imagina hacia dónde lo llevará ese camino que ahora el Hijo recorre. El Bautista lo saluda y orienta hacia Él al pueblo: “He aquí el cordero de Dios”. María le abre los ojos: ¡no les queda vino! Él se va. Después de treinta años de espera, quizás ha llegado su hora: de ahora en adelante el mundo se convertirá en un lío colosal, una eficientísima ambigüedad, en una maraña de emociones. Simplemente porque un hombre se ha marchado. Y es que hay hombres que dejan huella. Y dan un adelanto transformando el agua en vino. Para que ninguna casa se vea privada de la fiesta del corazón. 

Semana del 17 al 23 de enero

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Por Elvira Camiña Padín.

Martes: Por Sebastiana Pérez Lamelas.

Miércoles: Por Secundino Domínguez Laya y Dolores Rosa Lobo.

Jueves: Por Manuel Lastres Seijas y Herminia Arosa Fernández.

Viernes: Por Dolores Domínguez Rosa y Ángel Domínguez Rosa. A las 20:30 reunión del grupo sinodal.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Antonio Prieto Pillado. A las 20:00 Misa por José Touriño, esposa Dolores y obligaciones de Casa. José María Blanco Velázquez.

Domingo: Primera a las 9:00 por la conversión y santificación de la Parroquia. Segunda a las 12:30 por las obligaciones del Celebrante.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Albino Estévez Chan. A las 19:00 Misa por Francisco Manuel Domínguez Freile; Elier Vázquez González; Carmen González González; José Garrido Caneda y difuntos de la familia; Fernando Martínez Méndez y difuntos de la familia.

Domingo: Primera a las 10:30 por Regina Troncoso y esposo Jacinto Miniño; Manuel Salgueiro Álvarez, Maruja de Caneda. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 9 de enero de 2022

El bautismo del Señor


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Con el alma quemada por el deseo del Reino. En el inicio, triste suerte la suya: llegado demasiado tarde para hacer carrera entre los profetas, y demasiado pronto para hacerla entre los apóstoles, el Bautista -última esperanza de un pueblo desesperado- casi aparecía a sus ojos como el Mesías. Él, el acusador del Mar Muerto; el Otro, el libertador del Mar de Tiberiades. Desde los tiempos de Moisés, triste suerte la de los precursores: llegarán hasta las orillas del Jordán, pero no gozarán de la Tierra Prometida. Allanarán la ruta a Aquel que camina tras ellos, pero un día les pasará por delante: prepararán un trono en el que nunca podrán sentarse ni reposar. 
 
El profeta no es un filósofo: poco le importa si el mundo está hecho de agua o de fuego, si el agua y el fuego no bastan para volver mejores las almas de los hombres. Es poeta sin quererlo ni saberlo, cuando la plena indignación y el esplendor de los sueños le ponen en boca imágenes fuertes que los retóricos no sabrán jamás inventar. No es sacerdote porque no ha sido ungido en el Templo de los guardianes mercenarios de las Escrituras. No es rey porque no tiene mando sobre los soldados y tiene como espada sólo la palabra que viene de lo alto. No es soldado, pero está siempre preparado para morir por su Dios y su gente. El profeta es una voz que habla en nombre de Dios, una mano que escribe bajo el dictado de Dios, un mensajero enviado por Dios para avisar a quien ha perdido el camino, a quien se ha olvidado de la Alianza, a quien no hace buena guardia. Es el secretario, el intérprete, el enviado de Dios, y pues, superior al rey que no obedece a Dios, al sacerdote que no entiende a Dios, al filósofo que niega a Dios, al pueblo que ha abandonado a Dios para correr tras los ídolos de madera y de piedra.
 
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Cristo hoy tiene treinta años más o menos: la liturgia corre veloz, poco respetuosa de los almanaques del hombre. Escondido en el taller de Nazaret, aprende los últimos secretos del padre carpintero y la madre lavandera. Treinta años es la edad buena: antes es demasiado temprano, después será demasiado tarde. 
 
El Nazareno perfila los últimos trazos de su escultural belleza de Hombre. El amigo y primo, que impertérrito se encuentra a orillas del Jordán, continúa con gran magnetismo su labor de limpieza. Lo confunden con el Mesías, pero él no está dispuesto a ello. Su profesión es preparar el camino, recorrerlo será la obra del Amigo y primo que en  Nazaret se está abrochando las sandalias y que prepara su ya casi inminente partida para la vida pública. Los bautiza, los reprende, condena su maldad y hace reverdecer las virtudes: había sido creado adrede por el Altísimo con el fin de conquistar las mentes y orientarlas hacia el Cielo. E iban al Bautista porque se sentían sucios y manchados. Él no es el esperado, lo es Otro: “Yo os bautizo con agua, pero detrás de mí viene Otro, y yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego”.
 
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Y el Otro, el silencioso predicador de Nazaret, se cuela en la fila de los impuros  de la misma manera que tras el Anuncio, su Madre se coló entre las lavanderas de Nazaret, sin dejar entrever que en su seno había puesto su morada el Altísimo. Puro entre los impuros haciéndose bautizar por Juan: jamás considerará un tesoro celoso su igualdad con Dios, sino que se despojará de sí mismo y se acercará como por casualidad a la orilla del Jordán pidiendo al Bautista el agua de purificación. No hay suciedad en aquella carne venerada por los pastores y perfumada por los Magos. Sin embargo, inclinarse frente al amigo es el gesto típico de los pecadores y un darle gracias por la tarea llevada a cabo. Lo mira y se miran: quien sostiene el cuenco de agua en la mano ha sido un embajador fiel, un amigo leal, un hombre de una pieza. Se habían entrecruzado en la voz aún antes de nacer, cuando Juan exultó en el seno de Isabel apenas María cruzó el umbral de la puerta de Casa Zacarías con el Eterno en su vientre. Hoy el uno pasa el testigo al Otro como signo de fidelidad. 
 
En la orilla del Jordán no hay tías ni padrinos emocionados y aún menos encajes en los faldones como en el día de nuestro bautismo. Es el inicio de una aventura que ni el mundo imaginaba, comenzada en el modo más humano que el mundo conocía: puro entre los impuros sin ningún miedo a contagiarse. Un día se convertirá en el áncora de salvación de los impuros, en la piedra de tropiezo de los “justos”, en aquel que separará las aguas de la historia. Hoy sólo está arrodillado, con el agua mojándole la cabeza. Podía haberse quedado así: hubiera sido un Dios cómodo y tranquilizador. En cambio, mañana, desde las multitudes del Jordán, se sumergirá en la soledad del desierto sonriendo en el día de nuestro bautismo: el primer regalo no será un milagro, sino simplemente compartir con nosotros la condición de quien nace hombre, que se llama tentación. A pesar de las buenas intenciones de la familia que estaba sonriendo en el día de nuestro bautismo. Quién sabe con qué privilegio se habían confundido.

Semana del 10 al 16 de enero

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: Por los participantes.

Miércoles: Obligaciones del Celebrante.

Jueves: Por Marcelina Varela Domínguez. A las 20:30 Reunión de los matrimonios que celebran las bodas de oro y plata.

Viernes: Obligaciones del Celebrante. A las 20:30 reunión grupo sinodal

Sábado: Por Carmen Guerra y difuntos de la familia

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Francisco Fernández Méndez, esposa e hijo. Antonio Romero y difuntos de la familia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Martes: Por Celia Padín Castro; Apolinar Rodríguez Vidal, de Piñeiros.

Jueves: Por María Lucinda González Suárez.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de José Alberto Dorado Cobas. A las 19:00 por Manuel Garrido y esposa Eulalia; Victorino Garrido Basdedios, do Castro; a la Virgen de los milagros, una devota; José Oubiña Radío; Manuel Torres Torres, esposa Elisa Otero e hijos fallecidos, da Arnosa.

Domingo: Primera a las 10:30 por Pacita López Piñeiro, esposo Dorado e hijos; Edelmiro Otero Méndez y esposa Carmen, da Arnosa. Segunda a las 11:30 por la parroquia.

domingo, 2 de enero de 2022

Desde las alcobas con tres camellos

 

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Hoy los buscadores de Dios están de rodillas. Han seguido una estrella y se han tenido que tragar el peso de un viaje y la irreverencia de un rey fantoche llamado Herodes el Grande. Conocían el mundo de las estrellas al dedillo, aunque las Sagradas Escrituras les pudiesen parecer un jeroglífico cargado de misterios. Y sin embargo, dentro de aquella aparente incomprensión contemplaron lo que a Herodes permanecerá prohibido: el Rostro de un Dios hecho Hombre. Desde Palestina, última provincia del Imperio Romano, ascienden los pasos aterciopelados y “graciosos” de una muchacha de Nazaret, desde las cuadras de Oriente – tierra de pueblos dispersos, de forasteros y de gente extraña- se oyen los bramidos de los camellos de Magos deseosos de Verdad; de la  tierra pecadora, nefasta y burlada por los ojos de los sabios, se levantará la figura poderosa de Leví Mateo, capaz de dibujar relatos dignos del Reino de Arriba y de un Dios convertido en Hombre. Punto y aparte. 
 
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Quizás no bastaban aquellos pastores del campo de Belén, los espléndidos  descendientes de la tribu de Judá, pobres e ignorantes como los rebaños que llevaban a los pastos. Estos ricos surgidos del lejano Oriente no se inclinarían para recoger  una perla, guardianes de aquella sabiduría que no arquea las pestañas ni se asombra por nada. Su lengua es tan extranjera que la simplicidad de María no logrará entender, sus mantos de jaspe y de seda podrían ofender vergonzosamente la desnudez de aquella cuadra improvisada como templo del Altísimo. 
 
Y, sin embargo, abandonaron la comodidad de sus alcobas opulentas, impregnadas de resina y calentadas por alfombras, sintieron sus corazones vibrar como en ninguna otra situación. Sus mentes recordaban aquella antigua cita: “Y tú, Belén tierra de Judá, no eres la más pequeña de las aldeas de Judea, pues de ti nacerá un jefe que pastoreará a mi pueblo, Israel” Hicieron bramar a sus camellos mimados en las cuadras de Cisjordania, en los apriscos de Persia y Mesopotamia, los han enderezado sobre sus rodillas al grito ronco de los camelleros y los han espoloneado para seguir a la estrella que galopaba hacia Occidente. “Algunos Magos llegados de Oriente a Jerusalén preguntaban: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?"
 
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Entonces, ¿no es verdad que aquel niño odia a los ricos, a pesar que dirá que es más difícil para un rico el salvarse que a un camello pasar por el ojo de una aguja? Entonces ¿no es verdad que le molestan los sabios aunque un día dirá que el reino de los cielos es de los simples? Y en cambio es verdad que a Aquel Niño le repugna la riqueza, pero sólo la riqueza de quien no sabe levantarse de noche y abrir sus cofres para llevar ofrendas a un niño desconocido. Le repugna la doctrina de quien los considera estúpidos porque unen sus destinos a las huellas de una estrella que aparece y desaparece, de quien ha desterrado la palabra “adorar”  ¡Estos son los Magos! Gente que por un milagro rarísimo susurrado de noche por ángeles atareados, se santificaron trasladando riquezas y siguiendo la doctrina. Sus mejillas perfumadas por mirra y aromas de nardo eran dignas de acariciar las mejillas inocentes sin la obligación de sacarse aquella sortija reluciente de dignidad real. 
 
Camellos con una estrella en sus espuelas. En el límite extremo de su vida un trueque: han intercambiado setenta años de filosofía y de costumbres  protocolarias por la ingenuidad y el riesgo de este viaje insensato. Han comprometido la rentabilidad de sus cofres con esta dilapidación en lo desconocido, la dignidad obsequiosa de las inclinaciones que les tributaban en sus palacios con estas zancadas en la grupa de un dromedario. Pero la diferencia está en la alegría: “Al ver la estrella experimentaron una gran alegría”. Porque nacieron buscadores y en el umbral del pesebre se descubrieron buscados: para adiestrar al hombre en el humilde arte de continuar a esperar.