domingo, 30 de junio de 2019

SENCILLO: ¡UN INCENDIO Y ALLÍ ARDEMOS TODOS!

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Como un atleta en su máximo esfuerzo: los trazos rozan la deshumanización, los huesos gritan venganza, el corazón palpita hasta lo  inverosímil. Y sin embargo el sentido del desafío lo impregna tan a fondo que decide acentuar el ritmo, empecinado en jugarse el desafío hasta el fondo. Es el rostro de Jesús de este domingo: a piñón fijo, dirección Jerusalén. Allí donde Jerusalén significa Pascua, pero también Pasión y Calvario, testamento y abandono, soledad y angustia, espera y promesa del alba de la mañana de la primera Pascua hebrea. A lo largo de la ruta, hombres y mujeres de toda clase y raza: para cada uno quizás una mirada, una indicación, una promesa, una invitación. Y cada uno de ellos responde a su manera: con un signo de asentimiento, con una palabra de ánimo, con una decepción. Como aquel puñado de samaritanos a los que se les habían enviado mensajeros para anunciarles el inminente paso del Nazareno. Su respuesta fue la negativa: apenas supieron hacia dónde se dirigían sus pasos –Jerusalén, es decir, la muerte – le prohibieron el paso. Les hubiera bastado ser mentirosos, confundir quizás los papeles, engañar los pasos y todo hubiera sido más fácil. Los discípulos lo pillaron al vuelo. Ellos, hombres ya no-hombres con fuerte sentido práctico, la respuesta la tenían preparada y lista, sólo faltaba el asentimiento del Maestro: “¿Señor, quieres que pidamos que baje un fuego del cielo y los consuma? Ni el más mínimo gesto de respuesta por parte Suya: demasiado mezquina su propuesta respecto a su sentido de la libertad: “se dio la vuelta y les reprochó”. Punto y final: ayer, hoy y mañana. Bajo la bóveda del cielo hay lugar para todos, no únicamente para los que pillan al vuelo el sentido de una llamada. No porque piensen diversamente que nosotros podemos invocar fuegos y llamas del cielo para exterminarlos: correríamos el riesgo de echar el buen grano junto con la cizaña. 

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Además entre todos aquellos que anhelan seguirle no siempre está bien definida la claridad y transparencia de sus corazones: “Te seguiré, pero espera un poco. Vendré contigo, pero tengo un campo que vender. Me fascinas, dejo todo y te sigo, pero deja que entierre primero a mi padre”. Existe la fascinación, pero falta la inmediatez: quizás no exista tanta diferencia con el mundo de Samaria. Y Él, resplandeciente como el sol, no engaña sobre el esfuerzo, no reduce a mitad las expectativas, no diluye la trasparencia: no habrá nido ni madriguera para quien acepta seguirme a Mí y a mi locura de ser Cristo. Lo supieron Pedro, Santiago y Juan: estaban en los albores de la Iglesia naciente. Lo supieron Antonio, Francisco y Romualdo, y Benito el de Nursia y Domingo el de Guzmán, y habían pasado siglos desde la venida de Cristo. Lo sabemos y sentimos tú y yo: estamos en el hoy de aquel seguimiento. Nada ha cambiado porque Él no cambia: hay un “ya”, un “aquí y ahora” que marcan la diferencia entre aquellos que guerrean con su llamada. Si parece demasiado, no importa: pregúntaselo al joven rico. Si parece exagerado, no importa: pregúntaselo a los hijos del Zebedeo y a su madre. Si es imprevisible, no importa, pregúntaselo al buen ladrón del primer Viernes Santo de la historia. Nada importa, porque lo que realmente importa es que Él nos da la libertad de seguirle o no. Libres pero conscientes de que el camino es cualquier cosa menos un camino sosegado y de bajada. 
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¿Pensáis que lo hace para desanimar? ¿O quizás para mostrar que su mensaje es sólo para algunos y no para todos? ¿O quizás para hacer ostentación de su rostro de “guapo y maldito” como James Dean y algunos protagonistas de las películas americanas de los 50? Nada de todo eso: simplemente la altísima credibilidad de un Hombre que, salido de lo más oculto de un taller de carpintería, ha escalado la arrogancia del mundo para iluminar la humildad del Cielo. Allí donde será verdad que no existen nidos ni madrigueras porque habita el sentido más espléndido y nítido de las cosas, aquel que nos vuelve plenamente hombres: abrazar una causa hasta dar la vida por amor. Una causa que ha indigestado a medio mundo. 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 1 al 7 de julio.



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: A la 13:00 Misa Solemne a la Virgen del Carmen a intención de los cofrades del Santísimo Sacramento.
Martes: Por Alejandro Curras; Filomena Cores Meis y esposo.
Miércoles: Por Adolfo Torres Vieites y esposa Orestila Melón González.
Jueves: Por José Manuel Melón Oubiña y esposa Eudosia González.
Viernes: Por Lola Lastres Domínguez.
Sábado: Por Aurora Insua Camaño; Lolita Camaño y difuntos de la familia; Lidia Camiña Lobato y difuntos de la familia; Lola Méndez Arosa; José Salgueiro y difuntos de la familia.
Domingo: Primera a las 9:00; comienza la novena a la Virgen del Carmen. Sobre las 8:30 Rosario, Novena y Eucaristía por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Teodoro Padín González e hija María del Carmen.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00.

Martes 2: Por María Esther Lores Blanco de Piñeiros y sus abuelos; Eladio Otero Rodríguez; Manuel Rodríguez Vidal y difuntos de la familia, de Piñeiros; Tito González Torres, de Rouxique, abuelos Francisco, Victoria y tío Juan.
Jueves 4: Por Manuel Carlos Leiro Otero, da Arnosa y difuntos de la familia; Víctor Méndez Domínguez, Elisa y Dolores Castro González.
Sábado 6: Por Adoración Cacabelos Méndez; María Luisa Blanco Vidal, da Fianteira; Lucía Victoria García Vidal y su padre Eladio, da Tomada; Peregrina Radía Pérez; Manuel Pardo Graña; Manuel Pita Souto, da Salgueira y esposa; Cándida Caneda, esposo Amador, hijos Hortensia y Ana da Costiña; Eulogio Blanco Chan.
Domingo 7: Primera a las 11:00 por la parroquia. Segunda a las 13:00 Solemne al Santísimo Sacramento por las intenciones de la parroquia.

domingo, 23 de junio de 2019

Santísimo Sacramento


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En el colegio aprendíamos de memoria los sonetos de Lope de Vega y las poesías de fray Luis de León, el “A Buen Juez Mejor Testigo” de Zorrilla y las “Rimas” de Becquer. Es decir, se repetían continuamente antiguas palabras, sueños desvanecidos, conceptos usados. Los profesores de Sagrada Escritura en el Seminario nos invitaban a una actualización de la memoria a través de la Palabra de Dios, a huir de una repetición del pasado. ¿Con qué fin? Que la memoria bíblica se convirtiese en memorial, es decir que el pasado no fuese un recitado sin sentido sino que fuese como si lo viviéramos por vez primera. En una palabra, tú eres protagonista en directo de un Cristo que busca refugio en tu pecho, que se insinúa en tus pensamientos, que te despierta de tus somnolencias. ¡La Eucaristía! La emoción de un Dios que se te acerca a ti tal como eres: pecador y esclavo, pasota, cobarde y podrido. Sucio, espléndido e irreverente. Asombrado, escandalizado o indolente. No importa: Cristo entra. A veces siento el temblor de mis manos en el acto de la consagración: el gesto máximo del sacerdote. Sientes sobre los hombros encorvados el peso de lo divino, la ternura de tu debilidad de hombre, el poder de un misterio difícil de alcanzar. Que te secuestra liberándote. En tus manos sucias, el Corpus Christi. A veces me pierdo en los ojos de quien se acerca a comulgar: el asombro y la rutina, la emoción y la espera. El aburrimiento, la melancolía y la desgana. “Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre”.

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Lástima que nos hayamos acostumbrado a este pan: ya no nos dice nada. Algunos susurran un “amén” por lo bajini, otros se molestan por las incomodidades de la fila, alguno lo toma como un caramelo. Algunos se lo creen de verdad y casi les ves llorar. Sollozar. Contemplas una lágrima que les atraviesa la mirada sonriente y fugitiva. Porque ésta es la Eucaristía: soltarte, agarrarte y dejarte llevar por la ola de Jesucristo. Recorrer senderos inéditos, trazar rutas de fantasía, trastornar tus proyectos. Quien celebra la Eucaristía se siente más libre, sabe que es un hombre pero no ya un hombre. Sabe que no merece la Eucaristía. Conoce aquel abrazo que te hace repartir, que te reorienta el camino, que traduce la debilidad en poder inaudito. Quien cree en la Eucaristía no está plegado de manos sino que está arremangado. Si la cabeza está ligeramente inclinada no es por un desviado misticismo, sino para entrever por las fisuras, caminos nuevos por los que lanzarse. Porque en el aroma de aquel pan partido anida la fuerza de los sueños. Te conviertes en un insatisfecho. Un intolerante ante las medias tintas. Alguien decidido a perderlo todo por intentar la aventura de la desnudez más pobre ante Dios. Y cuando Dios está por medio, soñar es un deber. Porque el sueño te permite imaginar una realidad diversa, porque impide dormirte en los laureles. El sueño te desvela, te pone en pie. Cuando en el mundo acontece algo nuevo es porque hay soñadores maravillosos e incurables, que se obstinan en imaginar una realidad diferente. Nueva. Fuera de la banalidad.

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Desde siempre me ha fascinado la gente que celebrando la Eucaristía ha imaginado un mundo diverso. ¡De ser sacerdotes! De ser libres: de levantarse y de rebajarse, de construir, destruir y repartir. De convertirse en loco por Dios. Es posible que tanto a ti como a mí, te entreguen folios ya escritos. Y te inviten a repetirlos hasta la saciedad. Te dan a entender que la página ya está escrita, que está ya llena, que no caben más palabras. Que todo está en orden. Pero tú, si eres un hombre eucarístico, fijas tu mirada en los márgenes, en aquel espacio todo en blanco, virgen, no usado. Es decir, adviertes la posibilidad de anotar intuiciones, intentar empresas, disociarte de lo ya dictado y escrito. Los márgenes son los espacios futuros que te regala la Eucaristía: se vive al margen. Pero también se escribe en los márgenes. Los poetas anotaban sus correcciones en los márgenes. ¡Que perfeccionaban y embellecían sus textos!
Los famosos Padres del desierto nos legaron una serie de dichos y de apologías espirituales muy sugerentes. En una de éstas se recuerda el gesto extravagante de uno de ellos en relación a un discípulo que le preguntaba cuán intensa tenía que ser la unión con Dios. El maestro lo hizo bajar al Nilo y le cogió la cabeza hundiéndola en el agua al punto del sofoco. Cuando desesperado el discípulo consiguió levantar la cabeza sacándola a flote escuchó una pregunta: ¿Qué es lo que más has deseado en estos terribles instantes? “El aire” -respondió naturalmente el discípulo. “Pues bien -concluyó el maestro-, has de desear la comunión con Dios con la misma intensidad con la que necesitas el aire que respiras”.

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La Eucaristía. La celebro al alba, apenas los sueños ceden su puesto a los primeros pasos. A mediodía, cuando el sol en el cénit se muestra majestuosa lumbrera de fuerza y acontecer.  Al atardecer, cuando el alma se serena ante el remanso de las aguas de la febril jornada. Es una exigencia, una pasión, una emoción. Saludamos juntos a  la aurora. Acompañamos la carrera del sol. Le damos las buenas noches al unísono. Yo y Él, Él y yo: El gigante y el niño. La perfección y el pecado. El orgullo y la misericordia. Arrodillado, con las manos extendidas a punto de consagrar, con los pies temblorosos advierto de nuevo el aroma del pan entrar en la piel. El sabor del riesgo. La aventura de la libertad. Cuando salgo, me parece que vuelo. O corro. O camino...
¡Qué deseo loco de incendiar el mundo y abrasarlo! ¡Dentro de aquel  cuerpazo de escándalo!

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 24 al 30 de junio

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Hasta el viernes continuamos con la Novena al Sagrado Corazón de Jesús. Sobre las 20:30 Rosario, Novena y Misa.

Lunes: Por Manuel Domínguez Serén y esposa.
Martes: Sobre las 21:00: Rosario y Novena. No habrá Misa.
Miércoles: Por Dolores Serén Cores y obligaciones de casa.
Jueves: Por Marcelino Besada Casal.
Viernes: Misa Solemne al Sagrado corazón de Jesús, por la parroquia.
Sábado: Por Balbina Chaves Prado a intención de una amiga; María del Carmen Pérez Rial y esposo; Palmira Iglesias Limeres y difuntos de la familia; Jorge Vidal Camiña.
Domingo: Primera a las 9:00 por la parroquia. Segunda a las 13:00 Solemne al Santísimo Sacramento. Procesión.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Miércoles 26: Por María Montserrat Méndez Lores.
Jueves 27: Por Luis García Vidal; Mabel Lores Carballa.
Viernes 28: Misa Solemne del Sagrado Corazón de Jesús, por las intenciones de la Parroquia.
Sábado 29: Festividad de San Pedro, patrono de la parroquia. A las 13:00 Misa solemne y procesión. A las 20:00 Misa por las intenciones de los participantes.
Domingo 30: A las 11:30 Misa Solemne a San Roque y San Antonio, por la parroquia seguida de procesión.

domingo, 16 de junio de 2019

EL PÁRROCO CANSÓ Y ABURRIÓ HASTA A MI ABUELA


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Cuando yo era niño, el párroco contaba siempre la misma historia. Relataba que mientras caminaba por la playa, reflexionando sobre el misterio de la Santísima Trinidad, San Agustín, el gran sabio obispo africano, se encontró con un niño que recogía el agua del mar con una concha y la depositaba en un agujero excavado en la arena. “¿Qué estás haciendo? -le preguntó el docto obispo. “Quiero vaciar el mar llenando este agujero” -le respondió el niño. “¿Cómo puedes meter todo este mar tan grande en este pequeño agujero? -observó San Agustín. El niño replicó: “¿Y tú cómo puedes creer que tu pequeña cabeza logre contener la infinita sabiduría de Dios?” Recuerdo que mi abuela, que seguramente había oído aquel relato unas ochenta veces, volviendo de misa primera, un domingo dijo en casa: ¡No sé cómo aún no se ha cansado de jugar con la tierra aquel bendito niño! Creo que ha llegado la hora de que aprenda a labrar la tierra más que a hacer agujeros (no decía arena, era concreta, decía tierra). Mi abuela era demasiado buena mujer para llegar a admitir que el párroco, con la complicidad de San Agustín, había acabado por agotarla con aquella historieta del niño que excavaba. Se olvidaba de los otros ejemplos que el sacerdote usaba para hablar de la Trinidad: el trébol, el triángulo, la aritmética, la geometría: era claro que la dejaban indiferente. Estaba más tranquila y segura cuando cogiendo hilo y aguja para zurcir calcetines exclamaba: “Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto” en un latín más o menos macarrónico.
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Ved, mi abuela había comprendido una cosa excepcional, aunque no había ido al colegio. Había comprendido que era un ejercicio de soberbia el tratar de buscar meterte en la cabeza a la Santísima Trinidad. Porque para ella era como afirmar el ser capaz de explicar el misterio de Cristo. Mi abuela prefería arrodillarse y rezar. La recuerdo absorta, ausente, rodeada de aquella belleza propia de quien desflora el Misterio. Es impresionante: en la oración la pequeñez contiene lo Infinito, la vejez guarda el Misterio, en la nada se esconde el Todo. No tenía grandes capacidades intelectuales pero había intuido que la curiosidad no sacia en el encuentro con Cristo. Guiar es acompañar a una persona a descubrir paso a paso, a través de un camino surcado de maravillas, de estupor, de sorpresa. Un camino que más acerca  y más te hace sentir tu insignificancia. Un camino en el que el Espíritu Santo necesita alumnos acostumbrados a estar de rodillas ante Cristo Jesús.
https://lh6.googleusercontent.com/UukyIRQwQF__8H40phI5PwrT6OTCETirxPdm4E_4vzYHsnSOMk5DJYTn-1pNDc5X885vzTMPcjocLSEkMweXT3Lo4G1NJxs3OEtsjeori6ZmMSvrxyDVwwFWQ7tOsFm2O8Nw9vRjCDpSxp6ViAResulta imposible no conmoverse ante el relato del libro de los Proverbios en el que contemplamos a este Dios en su intento de diseñar a la perfección y con delicadez su obra maestra. Un Dios entretenido en fijar los cielos, calculando lo ancho y lo alto; que traza un círculo en los abismos; que recoge con sus manos las nubes impetuosas y las condensa; un Dios que como un fotógrafo obsesionado fija los manantiales, traza con su mirada los límites de los mares. Un Dios que como arquitecto proyecta y dispone los cimientos de la tierra. Y la sabiduría, igual que una mujer enamorada de su Tesoro, era su delicia y saltaba ante Él en todo momento.
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Casa natal de Don Bosco en Castelnuovo
Mientras en España en el segundo tercio del siglo XIX,  con el inicio de  las guerras carlistas empieza una lucha fratricida que devastará el país, mientras en Francia se gesta una revolución burguesa que instaurará una monarquía constitucional suplantando a los Borbones por los Orleans y mientras en Inglaterra se construyen las primeras líneas de ferrocarril que unirán las grandes ciudades industriales, Juan Bosco ordeñaba vacas en un pequeño caserío de las tierras del Monferrato, en el Piamonte. Pero había empezado a hablar con Dios. Comenzó a rezar. Es decir, empezó a ser el vértice de sí mismo. Aún más: empezó a convertirse en sabio. Es una cosa formidable pensar que cuando rezas, prestas tu voz al mundo. Las cosas no entienden nada, pero tú puedes hacerlas cantar, rezar, resplandecer. Tú puedes ser el cantor enamorado del universo. ¡Y esto es gigantesco! Te arrodillas y sientes en tu piel que todo habla de Él. Los atardeceres entre estrellas, el agua, la tierra, las cascadas, las tormentas y el juego de los niños. Los ojos y las manos, los lloros y los amores, la armonía y la dulzura.
https://lh4.googleusercontent.com/RQ2okMrcc8YXnHMRzxBtfP1BG8eZYJ_2cDYTC3_ZiS2x2wHdSkfk908jVrIkbaRzf3bS547ANjJNeBbyKON71doYz228mOTL4NVjKoQJ2x83-ZCII7PG-TtDQ1pQv6IYdJO9nQo6b40nJbpPcQMi abuela no me explicó nunca el misterio de la Trinidad. Te digo más: quizás no supo nunca qué era la Trinidad en Teología. Era ignorante al lado de mis profesores en el Seminario, pero poseía una sabiduría que nadie más me ha trasmitido. Un día le pregunté: Abuela, ¿qué son estas tres personas que se convierten en una? Me hizo un signo como diciéndome que me olvidara de eso y me dijo: Tú piensa cómo cuando me abrazas. Más o menos así. Un abrazo: los brazos de Dios que acogen a quien se fía de Él. ¡Increíble! Esta es la fe sencilla a la que aspiro siempre, la fe que me emociona, que me hace llorar, que me hace sentir pequeño o gigante, que sosiega mi nerviosismo, que me serena el alma, que alimenta mi ternura. Aprovechémonos de ese abrazo que nos derrite  y nos recompone al mismo tiempo. Necesitamos rezar porque necesitamos derretirnos, curarnos del cuello estirado, ser capaces de gestos tiernos. Sin la oración nos volvemos áridos, con rostros apagados, inmóviles, momificados. Con ella nos volvemos ligeros, desenvueltos, sueltos, comunicativos. Si pienso que mi abuela con aguja e hilo y un huevo de madera hablaba con Dios mientras zurcía mis calcetines, me avergüenzo. Pero me conmuevo porque aún la siento cercana invitándome a rezar para sosegarme y abandonarme a Él.
Yo me enfado y Él me dice: Perdona. Yo tengo miedo y Él me dice: Ánimo. Tengo dudas y me dice: Confía. Estoy nervioso y me dice: Tranquilízate. Yo quiero estar cómodo y Él me dice: Sígueme. Y hago proyectos y Él me dice: Bórralos. Yo quiero seguridades y Él me dice: Déjalo en mis manos. Quiero revancha y Él me dice: Mañana, hoy no. Pienso en la venganza y Él me dice: No te servirá de nada. Yo quiero ser grande y Él me dice: Vuélvete un niño. Yo quiero esconderme y Él me dice: ¿Dónde estás?
Todo lo que hago me parece fuera de lugar. No entiendo a Jesucristo. Quisiera buscarme un Maestro menos exigente. Pero no conozco a ninguno que como Él tenga palabras de vida eterna.
Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 17 al 23 de junio.



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.
Martes: No habrá Misa.
Miércoles: Comienza la novena al Sagrado Corazón de Jesús. Sobre las 20:30 Rosario, Novena y Eucaristía. Por los devotos del Corazón de Jesús. Delia Cacabelos Dopazo.
Jueves: Por José Otero Rodríguez, Jesús y Eladio.
Viernes: Por Julio, Manuela e hijos fallecidos.
Sábado: Por Elisa A Caladiña, José Antonio Arosa Iglesias; José Manuel Otero Naveiro y difuntos de la familia; Juan Poceiro Torres y esposa Carmen Radío Dadín; Josefa Pastoriza y Celestino.
Domingo: Primera Misa a las 9:00 por la Parroquia. Segunda Misa a las 12:00 por José Besada Lamelas, esposa e hijo Luciano.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Jueves 20: Por Peregrina Méndez Múñiz y su hermano Luis.
Sábado 22: Por José Telmo Torres; Luis Abal Lima; a San Antonio a intención de Elsa Padín Torres; Juan Valladares Lores; José Padín Domínguez; Dionisio Vázquez Camiña y sus padres.
Domingo 23: Primera Misa a las 11 de la Mañana por Manuel Méndez Laredo; Juan Torres Dopazo, das Pedreiras y sus padres; Avelino Martínez Carballa y Enrique Guiance Esperón. Segunda Misa a las 13:00 por los jóvenes que reciben el sacramento de la confirmación.

domingo, 9 de junio de 2019

Pentecostes



No damos la talla, no bromeemos. No, no estamos a la altura. Nadie que tenga una mínima dosis de realismo puede verdaderamente hacerlo. No somos capaces de anunciar el Reino con suficiente transparencia, con mínima coherencia, con la pasión necesaria. El mundo explota en su misma crisis y en su incurable agresividad y también nosotros hemos sido contagiados y abrumados. Y sentimos el peso de nuestra fragilidad personal y comunitaria.
Esta historia de confiar a la Iglesia, a esta Iglesia, las riendas del Reino ha sido una broma, o un engaño o una locura. Seamos serios. Es lo que se han dicho durante horas los impávidos discípulos reunidos en el Cenáculo. Jesús realmente se ha ido y ellos deben comprender qué han de hacer. Anunciar el Reino, de acuerdo. ¿Dónde, cómo, a partir de cuándo, diciendo qué?
Fuera aún se respira un mal ambiente para los discípulos del Nazareno. ¿Por qué razón masoquista tendrían que salir y hacerse arrestar de nuevo? Pedro y los otros lo saben muy bien, lo han experimentado en su propia piel: no están a la altura del encargo. ¡Diantres, pero si sólo hace un mes habían huido con el rabo entre las piernas! ¿Cómo esperar una diferente reacción, un comportamiento a la altura de la situación? Piensan y discuten los apóstoles. Algunos se hacen un poco los valientes pero cabizbajos. No tienen fuerza, no solos, no ahora.

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Se está levantando el viento. Extraño, en Jerusalén esto no suele suceder en primavera. No es un viento: es el huracán. Un huracán que les arranca de sus certezas, que los devasta, que los estropea y los desmelena, en una palabra, que los convierte. El fuego baja al corazón y los consume. El terremoto derriba sus pequeñas certidumbres y sus ansiados proyectos. No, ciertamente, no pueden llevarlo a cabo. De acuerdo.
Será el Espíritu que actuará. Ha llegado, el don anunciado por el Resucitado. Es más loco y anárquico de como nadie osase imaginárselo. Más que cualquier otra luz, más que cualquier convicción o determinación, más que cualquier proyecto o plan pastoral. He aquí el Espíritu. El corazón está repleto, salen por las calles, paran a los peregrinos de paso en Jerusalén por Pentecostés. Hablan del Maestro, lo profesan Mesías y Señor y presente. Ha llegado el Espíritu. Pentecostés. Los evangelistas se divierten jugando con nosotros.  Picándonos y sacudiéndonos de encima el síndrome de “lo sabemos ya todo”. Cada uno de ellos bromea y nos provoca: ¿Cuándo ha bajado el Espíritu? Juan dice que Jesús dona el Espíritu desde lo alto de la Cruz, muriendo. O quizás en el atardecer de Pascua, apareciéndose a los discípulos. O a juicio de Lucas, en la fiesta hebrea de Pentecostés. Enigmas a desvelar para llegar a comprender quién es el Espíritu.
https://lh5.googleusercontent.com/MoOHpqtIOV06Ykq-_o0Hgn4zvw1Yf52itVbkslBNbehxfx4s0Wj7kH8p22CbuK8MgqbizrtgAKVte-iNvLrENocMJLL-NnkNN2mZwqTmxXiNGSEXh5uvW23t5aIXQExS99uU2ZXpykhx896OGgEl Espíritu nace de la Cruz porque la Cruz manifiesta la medida del amor de Dios que es el Espíritu. Es don total, definitivo, vital. El Espíritu es regalo del Resucitado y lleva consigo los dones de la paz de corazón y la capacidad de perdonar. El Espíritu es la Nueva Ley que sustituye aquella dada por Dios a Moisés en el Sinaí, la fiesta que los judíos festejaban en el día de Pentecostés. Ahora  la Ley se encuentra escrita en los corazones y es el Espíritu que nos la recuerda.
Finalmente. El Consolador, para erradicar toda soledad, para hacer de la Iglesia la compañía de Dios a los hombres. El Vivificador, para arrancar el asfalto y cualquier otra costra de las que obstinadamente recubren el rostro de Dios y la Palabra. El Paráclito para defendernos del miedo y de la parte oscura que hay en nosotros y que nos turba impidiéndonos ser verdaderamente discípulos. El Sugeridor, para recordar a los discípulos lo que nos ha dicho Jesucristo cuando nos olvidamos de ello. Él reconstruye los lenguajes, nos da la gracia de comprendernos, de comunicar. Supera la arrogancia del hombre que construye torres para manifestar la propia fuerza y usa el lenguaje del poder que no hace comprender, que confunde, que aleja. Pentecostés es el Antibabel, el otro modo de comprenderse, unidos en la misma búsqueda interior.
He aquí el fuego, que calienta e ilumina, que indica un camino en la noche. He aquí la nube, que mantiene alejados a los egipcios e ilumina el camino del pueblo que huye hacia la libertad del corazón, la niebla que desplaza cualquier otro punto de referencia para confiar en Dios únicamente. He aquí el viento que sopla donde quiere: hemos de ser nosotros los que orienten las velas para recogerlo y ponernos a navegar. He aquí el terremoto que socava desde lo hondo. He aquí la paloma, portadora de buenas noticias, cuando vuelve a las manos seguras de Noé que la ha enviado para saber si el diluvio ha acabado, humilde y dócil.
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Prudencia. Al Espíritu encerradlo en el armario, por favor. Es peligroso, devastador, inquietante. Cuando la Iglesia se sienta o se enroca hace nacer santos que la vuelcan. Cuando pensáis que vuestra vida ha acabado, aniquilada, os abre la mirada del corazón. Cuando nuestras parroquias languidecen, se clericalizan, se vacían, se acostumbran, se cansan, se iluden, Él sacude los cimientos, derriba los palacios de la retórica y nos impulsa a salir a las calles de nuestro barrio a decir “Dios”.
Todo el relato parece una escena cómica en la que el Espíritu la lía y los apóstoles corren en vano buscando comprender qué hacer verdaderamente. Es el Espíritu el que guía a la Iglesia, aunque busquemos continuamente corregir el rumbo. Es Él, si quieres, el que puede orientar la vida hacia los caminos de la santidad. Es Él el que sopla, a pesar de todo.
Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 10 al 16 de junio.



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.
Martes: Por Román Cousido Besada, padres y hermanos. A las 9:30 reunión de cofrades del Santísimo Sacramento y entrantes.
Miércoles: Por José da Silva Gaspar y su madre.
Jueves: Festividad de San Antonio de Padua. Misa cantada a San Antonio por las intenciones de la parroquia.
Viernes: Por Benjamín Castro Minguillo y difuntos de la familia. A la Virgen del Carmen a intención de una devota.
Sábado: Por Celia, Ovidio y difuntos de la familia. Paco Dovalo López; Moisés Muñiz, abuelos y tíos.
Domingo: Primera a las 9:00 por la parroquia. Segunda a las 12:30 por Dorinda Pombo, hija Soledad y difuntos de la familia.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas

Martes 11: Por Modesta Gómez Otero; Alberto José Torres Troncoso y esposa Victoria.
Sábado 15: A las 10:30 primer Aniversario de Victoria González Caneda, do Carballal. A las 20:00 Misa por Isolina la Asturiana y sus padres; Carmen García Carballal, da Tomada, Ángel García Blanco y difuntos de la familia; Raúl Fernández Méndez, esposa e hijo, da Salgueira.
Domingo 16: Primera a las 10:30 por Carmen Alfonso Sineiro; Carmen y Nélida Padín Caneda y su madre, da Arnosa. Segunda a las 11:30 por la parroquia.



domingo, 2 de junio de 2019

La Ascensión del Señor


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Ella, pobre, lo había intentado. Pero cuando ahora lo recuerdo me parece  ridículo lo que decía. Nos hablaba de la Ascensión -a nosotros, niños que íbamos a catequesis con la pelota o el patinete- aferrándose a un sentimentalismo azucarado, caduco y cansino, a imágenes en desuso, mal encajadas: “Jesús, después de haber trabajado tanto, tenía el derecho de irse a descansar al Paraíso, donde también nosotros iremos cuando acabemos nuestro camino por este valle de lágrimas…”. Sólo faltaba que nos hiciera cantar a coro: “Dale, Señor, el descanso eterno. Que la luz perpetua le ilumine. Descanse en paz. Amén” y el funeral hubiera concluido. Quizás con algún caramelito para festejar el fin de curso de la catequesis. Es decir que para la catequista, la Ascensión era un periodo de reposo y convalecencia en las altas cotas, donde el aire es sano, los enfermeros simpáticos y el hospital de lujo. Jesús en versión “paciente”. Y nosotros, chavales, obligados a escucharla bajo pena de no ser admitidos a la primera comunión.
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https://lh3.googleusercontent.com/B1fHtWTvRj1diW2N-Etqnngg_UpOtnzT_j432QxykqIq82HeLA9WABph6CEVsBCTMoFKITh5KfUfOdP6dNuhHLpA-7kG53Bs8sQNQrRHZtXhjd4pI99WbVwnwVcDrlYSronzBDHXmPVAItLFGwEs como decir: “Recordad y marchaos” Recuerdos tristes, gravosos, improvisadas imágenes sobre los hombros demasiado débiles para aguantar. Quizás era mejor la Cruz: al menos la podías mirar y tocar, embalsamar y ungir, adorarle y hablarle. Llorar, esperar y desear. O el pesebre navideño: estrellitas y alfombras de musgo en torno al Niño, aprisionándolo en una fiesta que nos recuerda la infancia, los recuerdos contados junto a un camino de luces. Hoy lo piensas y te preguntas: ¿Dónde están y para qué sirvieron aquellos pesebres? Aquel Niño al hacerse mayor, dejó su casa y su pueblo. Inútil esconderlo: también nosotros hubiéramos preferido un Dios de barro como los viejos ídolos, ante el cual rezar, bailar, imprecar, soñar, volver a empezar. Un Dios para exponerlo en la iglesia para la colecta de los donativos, con el que dar un nombre a un equipo de fútbol, o sacar a relucir en toda ocasión: política, religiosa, pastoral. Un Dios versión “huevo Kinder”, magdalena “La bella Easo” o miel “de la Granja San Francisco”.
Me parece verlos: con la imagen fija de aquel cielo, vuelven a Jerusalén y están siempre en el templo. Parecen atontados, dormidos en una fábula prolongada poco más de 36 meses y pocas horas. ¡Qué hermoso! Sería la Iglesia que tantos soñarían: una Iglesia que contempla las nubes, que no molesta a nadie, que se ocupa de las cosas del alma. Una Iglesia recluida en la sacristía, que cultiva las flores en el jardín. Una Iglesia que te ayuda a dormir, que te da seguridades, que atonta, que duerme en el centro del barrio. La tentación de los apóstoles es la de empantanarse en los recuerdos, en las nostalgias, en la añoranza por lo que fue, por lo que hubiera podido ser, por lo que nunca fue. Vivir melancólicamente, comer los recuerdos del pasado hasta explotar, beber el agua de la morriña hasta sentir la panza llena, coleccionar los cromos de un pasado en que todo era más fácil, más fascinante, menos complicado. Cristo es tajante: volved en seguida a la ciudad. A Jerusalén: entre las risas, las burlas, las maldades de quien está pasándoselo bien. Quedaos allí, hasta que irrumpa el Espíritu Santo y os empuje a salir, a anunciar, a predicar al precio de una muerte segura, prometida, cierta
https://lh6.googleusercontent.com/_kYsL29h9KlQjufcbz71DzzyavU05gbIVZXODXjbmkEMXAp2fxvOcR-viYztz0IOAi6tgXVnZ7momQoPMN4Rj9Oj_kzMNa0TUZKMTICIyr7iZ3_xI5SF7pYIkGhfYe8c2P1uGC7jRQZMj4x0tAY ellos, discípulos atemorizados, dispuestos a una pregunta directa: ¿Cuándo sucederá todo esto? ¡Avísanos con tiempo! ¡Tenemos miedo! El hombre es siempre el mismo. De entrada, prisa, impaciencia, orgullo de estar entre los que asisten al estreno de la solución final. Ansia de ver resultados, manía por los primeros puestos, instinto de éxito inmediato. Como en casa: rápido, “sí señor”. ¿Quieres una contrapartida? El domingo sucede eso: Cristo te lleva a un lugar a solas, te da instrucciones, después te invita a salir “escoltado” por el Espíritu Santo. Pero te das cuenta: tendremos un día entero para estar con Él: el domingo. No es únicamente la misa. Reposar la mente, dilatar el tiempo, respetar el descanso dominical es ley divina. Hasta el punto que pagarás aquí todo el tiempo que no has usado para descansar. Dios no bromea: te obliga a reposar para poder hacer aquello que entre semana no puedes hacer. El domingo es hacer gratis las cosas que nadie te pide, te impone, te paga: estar con los amigos, visitar un enfermo, estar con la familia sin reloj, organizar una partida de cartas, un paseo. ¿Y en cambio? Todos al mar en verano, a la montaña en invierno. Al futbol, por la autopista, al torneo, de rebajas. Y la  cosa más absurda: juventud que duerme hasta las 5 de la tarde porque volvieron a las 9 de la mañana de la discoteca, como zombis, idiotizados por el ruido, las luces, el sueño, las drogas, el cansancio.
https://lh6.googleusercontent.com/9-riaHRmUZwVPTfD6C8LahdL9sPiKP1JuCnRS_yRHxecfCsBlcQEUWsQgrNCBfa4A31mxRThpt1M3xo6gcs-RCQDwYaJw18WRBdjZ6X77lVGBBaH0QPQD4Kbk_kaIzU9nzDjUzChnU0_So-vkADe esta manera lo perdieron de vista: ayer ellos, hoy nosotros. Porque no comprendieron que lo suyo fue una broma: subir a los cielos para esconderse en cualquier lado aquí en la tierra. Bastaba bajar, abandonar la capillita construida en el monte y arriesgar. Bastaba eso y lo habrían encontrado en los brezos barridos por el viento, en los graneros desconocidos convertidos en improvisadas posadas, en las crestas de las montañas, debajo de la cama o sobre los tejados de la ciudad, en la inmundicia de una cárcel. En los ojos de la gente. Y fue así que entre los hombres la Ascensión se convirtió en tristeza.
Y la catequista pudo dormir sueños tranquilos porque tantos la creyeron.
Mn. Francesc M. Espinar Comas