domingo, 30 de agosto de 2020

PEDRO Y AQUELLA FALSA IMAGEN DE DIOS

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El hombre es uno de aquellos testarudos recalcitrantes. No es un oportunista, uno de los que suelen cortar la cuerda cuando las cosas se ponen feas. Tira de ella hasta el final, es fiel hasta el final. No es un desertor, no escapa aunque los demás huyan. Sin embargo el hecho es que los suyos sí que huyen: los de primera hora, la vanguardia de la letra pequeña. Iglesia naciente, aquellos que en resumidas cuentas hubieran tenido que aguantar el peso de aquella mirada que tenían frente a ellos. 

En cambio hoy parece que la suerte está echada. ¿Habrán comprendido algo aquellos hombres de aquel Hombre que fue el primero entre los hombres a llamarse “de Dios”? A llamarse Dios. Creer en el milagro siempre ha sido el atajo de la fe: si no el atajo, sí el camino fácil, rápido y expedito, la autopista hacia Él: “Tú eres el Cristo, eres mi Dios”. Después, cuando el camino se complica y se hace cuesta arriba, cuando entre Nazaret y Jerusalén aparece una ruta tortuosa que atravesar, cuando no es posible dar ningún rodeo para acortar el sendero, entonces stop.

¿Y si todo fuese un espejismo? Quizás tiene razón Satanás: ¿es digno de confianza un Dios así? La jornada de los cestos que rebosan panes y peces, de los miembros curados y de las miradas luminosas, de los cojos sanados y vueltos a erguir como cipreses y de los huesos cubiertos de nuevo de carne, son lejanos. Hoy Cristo cierra su pueril vagabundeo entre las callejuelas de Palestina y los campos de anémonas silvestres. Este es el tiempo del seguimiento y del anuncio: treinta años y pico de silencio, un puñado de meses de rodaje despreocupado (o casi) con aquel bosquejo de Iglesia naciente, y el tiempo está ya maduro para diseñar su futura trayectoria: “empezó a explicar a sus discípulos que debía dirigirse a Jerusalén y sufrir mucho”. 

C:\Users\Cesc\Desktop\calvario1.jpgJerusalén no es Nazaret, ni mucho menos Betsaida. No tiene el encanto pueril de Belén -entre estrellas y establos, cometas y panderetas- y ni mucho menos el sabor de sorpresa del lago de Genesaret: Jerusalén es tierra de subida y de cruces, de encrucijadas y de tránsfugas. Es tierra de martirio y de sufrimiento, de abandono y de pesado silencio. Y Pedro lo sabe: por ello tiembla. Que en definitiva es un absurdo: él, el hombre que tutea a las tormentas y tempestades, se acobarda frente al futuro. Teme por el Amigo, tiembla por lo que pueda acontecerle, se preocupa ante un Dios diferente del que se había imaginado. No calla. Él dice las cosas abiertamente, con furor, con corazón juvenil: “Dios no lo quiera, Señor, esto no pasará nunca”. Nunca: el adverbio que se reserva para los amigos cuando se habla de sufrir, que tiene el aroma del cuidado, de las atenciones, de la afable premura. “Nunca, Señor: no irás a Jerusalén”.

Entre la asombrosa confesión de aquel “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” y este “nunca” está Pedro. Con aquella humana y dolorosa fatiga de descubrir que Dios no es como uno se lo imaginaba: fuerte, decidido, provisto de soluciones. Dios permanece Dios: decidido, fiel, tan severo consigo mismo que se muestra tremendamente hombre. El más humano entre los hombres. Humano hasta ser capaz de romper la amistad más íntima, llegado el caso: “Lejos de mí, Satanás”. Tú eres escándalo y tropiezo porque no piensas según Dios sino según los hombres”. El amigo que se convierte en escándalo, en obstáculo, horrible tentación de querer abreviar el camino impenetrable: aquella carcoma maliciosa del Demonio que embauca, que engaña y decepciona. Cuesta llamar Satanás al amigo: sin embargo Cristo lo hace. Debe hacerlo, siente la necesidad de hacerlo, es urgente hacerlo. No sea que Pedro persevere en aquella idea equivocada de Dios, quién sabe si contagiando a los demás.

El desafío de Cristo es directo y no admite retrasos. Hemos de pasar por Jerusalén: el Calvario se afronta, la Cruz no se rechaza. Hacia Jerusalén pues, tierra de compromisos, lágrimas y sorpresas: rigurosamente en orden de aparición. Para no engañar a nadie.

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 31 de agosto al 6 de septiembre

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: No habrá Misa.

Miércoles: Obligaciones del celebrante.

Jueves: Por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

Viernes: No habrá Misa.

Sábado: Por José Cacabelos Garrido, María Torres Pombo; Dolores Camiña Torres.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Julián, Lucía, hijos fallecidos; Alberto y difuntos de estas familias.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Jueves: A las 19:00 primer Aniversario de Manuel Souto Torres.

Viernes: A las 19:00 primer Aniversario de Julio Otero González

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Esperanza Torres Camiña. A las 20:00 Misa por Rosa de Benedicta, María Teresa Buezas Garrido, Manuel Suárez González. Juan Luis Otero Fernández.

Domingo: Misa a las 11:00 a la Virgen del Carmen, cantada a intención de Maricarmen. Vicente Fernández González, padres e hijo, Carmen Padín Míguez, Eladio Otero Rodríguez.

domingo, 23 de agosto de 2020

Y vosotros ¿quien decís que soy yo?

 


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De la Homilia pronunciada por el Papa Benedicto XVI el  domingo 21 de agosto de 2011, en Madrid, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud y con el Domingo 21 del tiempo Ordinario (Ciclo A)

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. 

Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

 

C:\Users\usuario\Desktop\1827e91bfb17a4b945fc1fbe58edd262.jpgQueridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

 

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

 

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que cómo Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.

Semana del 24 al 30 de agosto.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: Por Luisa Gondar Vieites

Miércoles: Por Carmen Garrido Limeres y hermana Margarita.

Jueves: No habrá Misa.

Viernes: Obligaciones del Celebrante.

Sábado: Por Marina López González, hijos, José Luis, Manolo, esposo y difuntos de la familia, Valentina Padín Parada, esposo Aurelio, hija Carmen.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Julián, Lucía, hijos fallecidos, Alberto y difuntos de esta familia. Milagros Vidal Riveiro, esposo Horacio y madre Eladia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Claudio Torres Troncoso y Amalia Camiña Torres. Arturo Méndez Camiña.

Sábado: A las 10:30 Primer Aniversario de Celso Manuel González Tacón. A las 20:00 Misa por Servando Cacabelos Domínguez; José Alfonso Pita Fernández; José Antonio Crespo González, Manuel do Novello; Manuel Otero Lores.

Domingo: Misa a las 11:00 por Manuel Camiña Fernández y José Luis Abal Lima.

domingo, 16 de agosto de 2020

Domingo XX del Tiempo Ordinario (Ciclo A)

 


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Comentario del Evangelio Dominical del XX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A) realizado por el Papa Benedicto XVI en el Ángelus del 14 de agosto de 2011

El pasaje evangélico de este domingo comienza con la indicación de la región a donde Jesús se estaba retirando: Tiro y Sidón, al noroeste de Galilea, tierra pagana. Allí se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a él pidiéndole que cure a su hija atormentada por un demonio (cf. Mt 15, 22). Ya en esta petición podemos descubrir un inicio del camino de fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritar a Jesús: «Ten compasión de mí», una expresión recurrente en los Salmos (cf. 50, 1); lo llama «Señor» e «Hijo de David» (cf. Mt 15, 22), manifestando así una firme esperanza de ser escuchada. 

 

¿Cuál es la actitud del Señor frente a este grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, hasta el punto de que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de insensibilidad ante el dolor de aquella mujer. San Agustín comenta con razón: «Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no por rechazarle la misericordia, sino para inflamar su deseo» (Sermo 77, 1: PL 38, 483). El aparente desinterés de Jesús, que dice: «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel» (v. 24), no desalienta a la cananea, que insiste: «¡Señor, ayúdame!» (v. 25). E incluso cuando recibe una respuesta que parece cerrar toda esperanza «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos» (v. 26), no desiste. No quiere quitar nada a nadie: en su sencillez y humildad le basta poco, le bastan las migajas, le basta sólo una mirada, una buena palabra del Hijo de Dios. Y Jesús queda admirado por una respuesta de fe tan grande y le dice: «Que se cumpla lo que deseas» (v. 28).

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYVK9FIzIA-PpgmaZRV_WiAMPOLRpw-iAxGySLvJPiopaOAT60v2A0tt7bQz9-nJss1qDi2Mp-zv-4Ve5Yms2qvgcG6WtF8pw_emVBaXlq1koBVDMv2KU4e0VU5q7c3RnTiyNXEPHa5kwj/s1600/glosa2.jpgQueridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!». 

Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual (cf. 1 Co 2, 13-14), que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre su propia vida a su Amor.

Semana del 17 al 23 de agosto.


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Misa Cantada a San Roque por la Parroquia.

Martes: Por José Luis Dovalo Pérez, hijo Francisco y sus padres.

Miércoles: A las 19:00 Funeral de Exequias de Dolores Camiña Torres. A las 21:00 Misa por Dolores Fariña Dopazo, fallecida recientemente en Argentina, padres Robustiano y Dorinda, y difuntos de la familia.

Jueves: Por Dolores Padín Camaño. María del Carmen Montes Pérez.

Viernes: No habrá Misa.

Sábado: Por Antonio Insua Camaño y Lolo Dozo Castro, a intención de la Cofradía de la Virgen del Carmen.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Vicente Salgueiro y esposa Digna.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Rosa Prieto Aguín; Epifanio Campo Fernández, 4º aniversario.

Viernes: A las 19:00 primer Aniversario de Manuel Lores Padín.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Manuel Carlos Leiro Otero. A las 11:15 primer Aniversario de Elvira Aspres Martínez. A las 20:00 por María Méndez Torres, de Lagarey, Eugenia Nores Domínguez.

Domingo: Misa a las 11:00 por Daría Méndez Fernández, Charo Pérez Pereira, de Ansorena, Susa Escudero, Juan Fernández Silva, Celia González Dadín, da Arnosa y difuntos de la familia.


domingo, 9 de agosto de 2020

¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”

 


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Como el domingo pasado vemos una parábola en acción. En este relato de hoy, lo que pasó tiene poca importancia; todo el relato está lleno de símbolos que nos quieren llevar más allá de una información de sucesos puntuales.

Inmediatamente después de la comida o multiplicación de los panes, Jesús obliga a sus discípulos a embarcarse, para que hagan la travesía, como describe el evangelio de hoy (Mt, 14-22-33), cruzando el lago a la tierra de los paganos, mientras él despide a la gente. Después Él mismo subió a la montaña para rezar, “a solas” y, al anochecer, “seguía allí solo”.

Este relato se parece mucho a los relatos de apariciones pascuales.

Además de Mateo, lo narran Marcos y Juan. Los tres lo sitúan inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Los tres presentan a Jesús subiendo a la montaña para orar. En los tres relatos, Jesús camina sobre el agua. También coinciden en señalar el miedo de los discípulos; Mateo y Marcos dicen que gritaron. La respuesta de Jesús es la misma: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”. El resultado de la presencia de Jesús es la calma.

El episodio de Pedro es propio de Mateo. En Marcos y Mateo, es Jesús quien manda a los discípulos embarcar y marchar a la otra orilla, en Juan, la iniciativa es de los discípulos, pero además, se deja entender la controversia con los discípulos porque Jesús no quiere aceptar la propuesta de la gente que pretendía proclamarlo rey.

Jesús, después de un día ajetreado, se eleva al ámbito de lo divino que es su propio lugar, va solo. En todo el AT, el monte es el lugar de la divinidad. Nadie le sigue en esa cercanía a la esfera de lo divino. La multitud sólo piensa en comer. Los apóstoles sólo piensan en prosperar. Para defenderse de estas tentaciones, Jesús se pone a orar. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.

La barca simboliza la “comunidad”, que tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la “Buena Nueva del Reino” que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad.

La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua observancia de la ley judía, para llegar a la nueva manera de observar la Ley del amor, enseñada por Jesús.

Mientras, la barca de los discípulos se encuentran “a muchos estadios de tierra” (Juan dice que a unos 25-30 estadios, 5-6 km, lo que supone en mitad del lago). Con esto se marca la distancia física de Jesús con respecto a los discípulos; y también la distancia temporal, porque los despide por la tarde y no se dirige hacia ellos hasta el final de la noche. Según el texto “a la cuarta vela”, los romanos dividían la noche en cuatro velas, desde las 6 p.m. hasta las 6 a.m. esto es entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo reconocen. Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma diciendo: “¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!” La expresión "¡Soy yo!" es la misma con la que Dios trató de superar el miedo de Moisés cuando le envió para que libertara al pueblo de Egipto (Ex 3,14).

Nos encontramos con dos mundos opuestos, el de la intimidad con Dios “Jesús orando” y el de la dura realidad “los discípulos remando”. Faltaba mucho para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió.

Jesús ora para descubrir su auténtico ser, para darse cuenta de lo que hay de Dios en él para poder vivirlo. Es muy importante en los evangelios darse cuenta que Jesús necesita de la oración para conectar con Dios, rompiendo así, la idea simplista que tenemos, de que él era Dios sin más. Jesús, como ser humano enfrascado en la vida, tiene necesidad de contrarrestar esos brotes de la naturaleza con momentos de auténtica contemplación.

Jesús sube a lo más alto. Los discípulos bajan hasta el nivel más bajo, el mar. Creen que van a encontrar allí las seguridades que Jesús les niega al no aceptar la gloria humana. Las fuerzas de las olas son las fuerzas del mal, la destrucción, la muerte, pero Jesús camina sobre todo esto.

Las dificultades que se encuentran los discípulos, son consecuencia del alejamiento de Jesús. Esto se aprecia mejor en el evangelio de Juan, que deja muy claro que fueron ellos los que decidieron marcharse sin esperar a Jesús. Se alejan furiosos porque Jesús no aceptó las aclamaciones de la gente saciada.

Mateo nos cuenta con asombrosa naturalidad y sencillez algo inaudito: el hecho de que Jesús se acerque caminando sobre el lago. Los discípulos no reaccionan con la misma naturalidad: se asustan, porque piensan que es un fantasma, tienen miedo, gritan.

Pero Jesús nunca les abandona a ellos y va en su busca. Para ellos Jesús es un "fantasma"; está en las nubes y no pisa tierra. No responde a sus intereses y es incompatible con sus pretensiones. Su cercanía, sin embargo, les hace descubrir al verdadero Jesús.

El episodio de Pedro, merece una atención especial. Sólo lo relata Mateo, y es muy probable que sea una tradición, seguramente legendaria, exclusiva de esa comunidad. Aunque así sea, tiene mucha importancia.

Mateo marca la relación especial entre Jesús y Pedro y aporta la importancia de la personalidad de Pedro justificando así la supremacía dentro del grupo de los doce. Pero al mismo tiempo no ofrece una imagen idealizada, sino real, con virtudes y defectos.

Pedro siente una curiosidad inmensa al descubrir que su amigo Jesús se llega con poderes divinos, y quiere acompañarlo de ese privilegio. "Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua"; haz que yo partícipe del poder divino como tú. Pero Pedro quiere lograrlo por arte de magia, no por una transformación personal. Jesús le invita a entrar en la esfera de lo divino y participar de ese verdadero ser: “ven”.

Pedro no camina hasta que Jesús le dice: “Ven”. Veamos qué le sucedió a Pedro. Al principio se asustó al ver a Jesús, que llegaba de forma tan inesperada. Pero al ver que era Él, se sintió seguro, y a la voz de su Maestro comenzó a dar los primeros pasos. ¿Y luego? Dudó, tuvo miedo, no confió en el poder de Cristo para continuar adelante, y empezó a hundirse. Lo que le faltaba era “fe”. Con “fe”, Pedro hubiera cruzado a pie todo el lago. Con “fe”, nosotros también seríamos capaces de grandes cosas. Si tuviéramos un poquito de fe, nos sorprenderíamos de hasta dónde podemos llegar.

También tenemos que darle gran importancia a la escena final: En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: “Realmente eres Hijo de Dios”

Jesús, era verdadero hombre y como tal, tenía necesidad de la oración para descubrir lo que era y superar la tentación de quedarse en lo material. Al caminar sobre el mar, está demostrando que era también verdadero Dios. La confesión final es la confirmación de esta experiencia.

Más tarde, Pedro también va a profesar la misma fe en Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que sustenta la fe de los discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.

También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Somos como una barca que se enfrenta al viento contrario.

“Ven”. También Jesús nos dice esa palabra en diversas ocasiones al día: cada vez que nos viene a la mente una buena obra: hacer un favor, dar un donativo, etc. Es posible que no nos demos cuenta de esta realidad, pero es Dios quien nos inspira esos pensamientos.

Las dificultades llegan cuando nos pide algo más, un sacrificio mayor. Es entonces cuando sentimos que nuestras pasiones se rebelan y nos echamos atrás. Aquella posibilidad de avanzar se ha convertido en un fracaso, en un naufragio. “¿Por qué?”

“¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”

(Parroquia Nuestra Señora del Mayor Dolor - Sevilla)

Semana del 10 al 16 de agosto

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: No habrá Misa.

Miércoles: Por Nicanor Riveiro Varela y esposa Laura.

Jueves: Por Elisa Arosa y esposo, Elvira Padín Arosa, esposo y yerno Benjamín.

Viernes: Misa a las 21:00.

Sábado: Solemnidad de la Asunción de la Virgen. Primera a las 9:00. Segunda a las 12:00, por Esther Torres Sineiro, Manuel Avelino Rey Martínez y esposa Argentina, Obdulia Méndez Meis y Eladio Pombo Varela.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Emilio García y Magdalena Chicón.

Miércoles: A las 19:00 horas primer Aniversario de Mabel Lores Carballa.

Sábado: Asunción de la Virgen a los cielos. Misa a las 11:00 por José Manuel Pérez Fernández, hijo Antonio y difuntos de la familia; José Antonio Crespo Soto; hijos José Antonio y Albino; Manuel Otero Fernández y a la Virgen de Lourdes; Gloria Chan Padín y esposo; Moisés Abal, padres, hermanos y hermanos políticos.

Domingo: Misa cantada a las 11:00, al Santísimo Sacramento a intención de Luis y Matilde y José Míguez Méndez y María del Carmen Lois Garrido. Pedro Velón y su hijo Juan.

domingo, 2 de agosto de 2020

Los panes y los peces


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Giovanni Lanfranco

La multiplicación de los panes y de los peces y la multitud saciada es un milagro que narran los cuatro Evangelios; cada evangelista se centra en un aspecto diferente, a pesar de ser contextos más o menos similares, pero cada narración concluye con la misma certeza: es Cristo que sacia el hambre del corazón del hombre. La liturgia de este domingo está envuelta por el concepto de la saciedad, que colma el corazón del hombre y viene de Dios: «Abre tu mano Señor y sacia a cada viviente».

No es el hambre o la sed, lo que separa de la fascinación de Cristo, si no la solicitud del hombre de bastarse a sí mismo, de calmarse el hambre por sí solo: « ¿por qué gastar el dinero en lo que no es pan, y las ganancias en lo que no sacia?».
San Mateo narra el milagro de la multiplicación de los panes y los peces en tres escenas relacionadas entre sí: la compasión de Jesús por la multitud y la sanación de los enfermos; el hambre del pueblo al atardecer y el milagro de la multiplicación de los panes y los peces; con la consecuente saciedad de la multitud. El tríptico se abre con la observación de Jesús (la compasión) y se cierra con la experiencia del hambre saciada. En medio está la participación de los discípulos, que en su pequeñez se convierten en signo concreto de la acción omnipotente del Señor.

Como fondo de la narración de este milagro está la llamada al misterio de la Eucaristía. Y es precisamente en la Eucaristía, don de la compasión divina para nuestro destino, que el hombre es saciado del deseo de eternidad, de la verdad y de la libertad, en el encuentro con el Señor que es el Emmanuel, Dios con nosotros y se ofrece por nosotros.

«En el Sacramento del altar, el Señor viene al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27), acompañándole en su camino. En efecto, en este Sacramento el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que sólo la verdad nos hace auténticamente libres (cf. Jn 8,36), Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.» (BENEDICTO XVI Exhort. Apost. Sacramentum Caritatis, n.2).

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Así como en esta página del Evangelio es Cristo el protagonista y la respuesta al drama de la humanidad, así en la Eucaristía es Él el protagonista y la respuesta a todos los deseos del hombre. «En el sacramento de la Eucaristía Jesús nos muestra en particular la verdad del amor, que es la misma esencia de Dios. Es esta verdad evangélica lo que interesa a cada hombre y a todo su ser. Por este motivo la Iglesia, que encuentra en la Eucaristía el centro vital, se empeña constantemente en anunciar a todos, a tiempo y a destiempo (cf. 2 Tim 4,2) que Dios es amor» (Ibidem).

¿Con qué estupor, nos acercamos al Sacramento de la Eucaristía?. Si no hay estupor es porque nuestro cuestionamiento existencial se ha opacado; no somos saciados porque no somos capaces de formularnos un cuestionamiento auténtico; nos convertimos progresivamente en extraños frente a la fuente de vida eterna.

Por intercesión de Aquella que como Mujer Eucarística en Belén, casa del pan, nos donó el Salvador, el Espíritu Santo nos conceda un corazón que cada vez tenga más hambre de Dios, y sea deseoso del encuentro con el Señor que viene a «saciarnos» de Él.

Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
(Congregación para el Clero)

Semana del 3 al 9 de agosto.



Dena.
Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.
Lunes: No habrá Misa
Martes: Por la santificación de los sacerdotes y vocaciones sacerdotales y religiosas.
Miércoles: Al Sagrado Corazón de Jesús
Jueves: Por José Martínez Lamelas.
Viernes: A las 19:00 funeral de Exequias de Manuel Dozo Castro.
Sábado: Por Antonio Insua Camaño, Carmen Varela Minguillo, Javier Cacabelos Fernández, Manuel Cacabelos Vidal, hermano de Carabel, fallecido en Ribeira, Dolores Camiña Torres y José Couto Miniño.
Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 en acción de gracias.

Villalonga
Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.
Martes: Por María Esther Lores Blanco de Piñeiros, Amalia Camiña Torres; Carmen Rodríguez Oubeira, de Piñeiros.
Viernes: A las 20:00 primer Aniversario de María del Carmen García Carballa.
Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de María Basdedios Garrido; a las 11:15 funeral de Exequias de Amancio Casal Lamelas. A las 20:00 Misa por María Victoria Caneda Rey, da Costiña, María Teresa Buezas Garrido, Rosa Oubiña Radío, padres, hermanos y difuntos de la familia.
Domingo: Misa a las 11:00 por Carmen Padín Míguez, Eladio Otero Rodríguez, Manuel Carballa Padín y difuntos de la familia.