domingo, 31 de mayo de 2020

La llegada del Espiritu Santo


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La escena era divina, ciertamente majestuosa: incluso un poco cómica. Los apóstoles estaban allí, justo a las afueras de Betania, posados con la cabeza gacha y en silencio. Un poco asombrados y perdidos, un poco contentos y un poco preocupados, un poco maravillados y un poco arrepentidos. Parecía que el tiempo tuviera que decidir si continuaba pasando o se detenía. A veces pienso que si no se les hubiesen aparecido aquellos dos individuos con vestiduras blancas, aún les podríamos encontrar allí, con la cabeza gacha.

Me los imagino volviendo al Cenáculo, hacia Jerusalén, hacia el inicio y el ocaso de un sueño cerrado para siempre. A esconderse “por miedo a los judíos”. Y quizás, paso a paso, se preguntaron: ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos? Alguno, haciendo balance entre la humillación y la ofensa, pudo haber reaccionado: ¿No podía quedarse con nosotros? ¿Por qué ha marchado? ¿Por qué nos ha dejado solos? En las olas del evangelio me parece escuchar a Pedro, hombre concreto y amante frágil, tomar el último la palabra, y desplazando un poco a todos, tomarse a pecho la cuestión. Quizás diciendo: ¡Dejémonos de cuentos! Ahora es nuestro turno, ahora nos toca a nosotros. Si no se hubiera marchado, jamás nos hubiéramos arremangado y puesto manos a la obra.

Así, caminando tristes hacia la ciudad del Templo, presentían únicamente tres posibilidades en su horizonte. O quedarse allí con la cabeza gacha toda la vida. O admirar las gestas del Maestro de Nazaret como se hace en los grandes museos -un recuerdo que sólo te daña porque continúa recordándote la ausencia-. O quizás la más difícil: pasar a la imitación.

Quién sabe cuánta gente en Jerusalén -y cuántas Jerusalenes podemos individuar en los mapas de nuestra alma- finalmente parecía suspirar. Volver a vivir, a sonreír, a sacudir. Nadie se esperaba ya nada de aquellos tipos. Un grupo insignificante, decapitado: muerto el perro, se acabó la rabia. El poder había conseguido restablecer el orden. Según ellos. La situación había vuelto a la normalidad después de los disturbios perpetrados por aquel aguafiestas de Galilea. Y por su puñado de mendigos. Según ellos. El calendario de las fiestas volvía a discurrir tranquilo y sin altercados como tres años antes. Según ellos. La lección de la Cruz debía servir de escarmiento que alejaría cualquiera extraña idea o pretensión. Según ellos. También nos sucede a nosotros el que a veces hagamos un balance inadecuado: cálculos, punto por punto, equivocados. Sumas, restas y multiplicaciones. Divides, añades y separas. Pero cuando vas a la caja, en el ticket sale un importe diferente. Que te asombra, te decepciona, te deja frío. En el supermercado, en la carnicería, en la pastelería, en la vida.

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Porque en Betania, al volver de aquella escena de ascensión a los cielos, no se había apagado todo completamente. Estaba naciendo un poco de nostalgia. Pero no aquella que te hace echar en la cama a llorar gritando: “Nada será como antes”. Sino aquella nostalgia que te empuja a repintar la presencia del Amor dentro los pliegues de tu frágil historia. De mujer. De niño. Que te empuja a ser mejor, con mayor decisión e ilusión. Con mayor convicción.  Lástima que no calcularon ni contaron con el don del Espíritu Santo. Hay un himno que me hace vibrar el corazón: ¡Oh Señor envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra! Renovar la faz: es decir quitar las arrugas, pulir los trazos, hacer lucir la belleza original. El evangelio es maravilloso en sus golpes de efecto, tremendo en sus llamadas, fantástico en su precisión. 

La aventura terrena de Jesús acaba como un fracaso. Además a los suyos los creen vencidos, aplastados, humillados. Los vencedores están ya brindando cuando se dan cuenta de no haber contado con el último personaje: el Espíritu Santo. Hay un “fuera de la programación” que hace saltar todo el programa. Una imagen de Iglesia celestial coge a todos por sorpresa. Imposible prever las consecuencias. Ese Espíritu que les ha arrobado parece que no tiene intención de abandonarles. 

La Iglesia improvisa sobre el terreno, se inventa a cada momento, despunta en el momento impensable, se comporta de manera insólita, hace propuestas fuera de lo habitual: Pentecostés, crónica de un incidente no anunciado. Y tras él, no extraen un cadáver carbonizado de Iglesia. Al contrario. Del encontronazo con el Espíritu Celeste nace una Iglesia que no te esperarías: una Iglesia que se explica y que a la vez es inexplicable, incontrolable. Una Iglesia preocupada por las cosas de Dios, celosa por las de los hombres: es la Iglesia de los apóstoles. Intratable, irregular, inquietante. Crítica, amenazadora, incómoda. Arriesgada, que no da nada por descontado, inalcanzable, impensada, inesperada, fastidiosa. Esquiva, impensable, indomable, fortísima, impetuosa, apasionante, irresistible. Enamorada, indómita. Ayer, pero también mañana. Ya hoy, para ser sinceros. El Espíritu Santo. Sin Él, la Iglesia es imposible. 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 1 al 7 de junio



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Julio, Manuela, Amparo y difuntos de la familia.
Martes: No habrá Misa.
Miércoles: Por la paz y la justicia en el mundo; por la creación de puestos de trabajo.
Jueves: Obligaciones del celebrante.
Viernes: No habrá Misa.
Sábado: Por Ramón Viñas López; José Cacabelos Garrido; María Torres Pombo; Antonio Insua Camaño.
Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Javier Afonso Camiña y abuelos.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas

Martes: Por José Antonio Crespo González, de Lagarey; María Esther Lores Blanco de Piñeiros y Carmen Rodríguez Ubeira, de Piñeiros.
Sábado: A las 10:30 funeral de exequias de Claudio Alberto Torres Troncoso. A las 20:00 Misa por Carmen Padín Míguez, esposo y madre. Eladio Otero Rodríguez.
Domingo: Misa a las 11:00 por Enrique Guiance, Avelina Martínez, Otilia Fernández Soler, Dolores Portas Souto y Manuel Guiance Martínez.

domingo, 24 de mayo de 2020

NO EL VIVO SINO EL VIVIENTE


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Lo que le está sucediendo a Jesucristo frente a las miradas atónitas de sus apóstoles, no tiene nada que ver con un desaparecer en la estratosfera o con un perderse entre los astros de la bóveda celeste. Nada tiene que ver con marcharse como un cohete de una rampa de lanzamiento mientras el vuelo va acompañado de un adentramiento en una nube oscura. Se trata más bien de un fenómeno mistérico, insondable para los sentidos; pero por el que podemos tomar conciencia de que Jesucristo, Dios y hombre verdadero, después de haber compartido largamente con nosotros todos los aspectos de la humanidad, comprendida la persecución y la muerte cruenta, ahora se sustrae a nuestra percepción sensorial y se aleja de la esfera propiamente terrena. Asume la dimensión plena de la gloria, aquella inefable de lo divino, aún continuando manteniendo la misma humanidad. Verdadero Dios y verdadero hombre, entra en la esfera de lo divino.

El contacto puramente humano con el Señor Resucitado ya no será posible, porque Él asciende a los cielos y vuelve a la derecha del Padre. Huelga decir que de ahora en adelante ya no será posible experimentar según categorías terrenas; no tendremos manera de experimentar su presencia material, pero podremos percibir su presencia aunque sólo con un ulterior esfuerzo comprensivo de humildad, que es el de la fe. 

Los sentidos ya no podrán garantizar la presencia del Resucitado y Glorioso, sino aquella virtud infusa en nuestros corazones por la cual podemos tener la certeza de que Él está vivo y que incluso nos hace descubrir que más allá de estar vivo, Él es el Viviente.


Jesucristo no ha dejado a sus discípulos con un palmo de narices y no se ha diluido de manera que pierdan sus huellas, sino que continúa obrando con ellos, prosigue en su acción su obra de redención y salvación, perpetua su presencia cierta y efectiva en los sacramentos dentro de la unidad de la Iglesia. Pero las condiciones de conocimiento nos vienen dadas por la fe y por el abandono confiado, y estas son las únicas condiciones para poder interactuar con Él.

Ciertamente los apóstoles debieron asombrarse inicialmente observando su partida. Y se dieron cuenta de que ahora deberían organizar ellos mismos su convivencia y su ministerio. Y en esta tarea no tardaron en experimentar la cercanía de su Señor a pesar de la ausencia de posibilidades tangibles y auditivas. Vuelven a Jerusalén llenos de gozo, motivados y fortalecidos por la certeza de que no quedaban huérfanos. Por lo demás, Jesús les había prometido que estaría con ellos hasta el final de los tiempos y que les enviaría un Consolador, es decir el Espíritu Paráclito que les educaría en la verdad toda entera. Es pues obra del Espíritu Santo la posibilidad de percibir al Señor Resucitado en nuestra vida tras la Ascensión; porque el Espíritu propio del Padre y del Hijo, infundido en cada uno de nuestros corazones y en la asamblea de Pentecostés, nos hace posible la experiencia continua del Resucitado como Aquel que vive y que ya no muere más, y que anima la misión de la Iglesia.

En su nueva dimensión de gloria, Jesús nos invita constantemente a compartir la misma reciprocidad de relaciones entre Él, el Padre y el Espíritu Santo, sumergiéndonos en la vida plena de Dios y haciéndonos capaces para el mismo ámbito de gloria que se ha revelado al mundo en el Espíritu Santo. Él nos empuja de ahora en adelante dándonos fuerza para que rompamos los temores y superemos nuestras incertidumbres, miedos y titubeos. La Presencia de Jesucristo, aunque invisible, nos conforta y da seguridad mientras sostenemos luchas, desafíos y dificultades. Todos estamos llamados a perpetuar la presencia del Señor Resucitado, especialmente con una conducta de vida que lo transparente como el Viviente y no sólo como Aquel que está vivo. 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 25 al 31 de mayo.



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Juana Esperón Camiña, esposo Pepe, padres, Rogelio, Modesta y difuntos de la familia.
Martes: No habrá Misa.
Miércoles: Obligaciones del Celebrante.
Jueves: Por las Vocaciones Sacerdotales y religiosas.
Viernes: A las 19:00 primer Aniversario por Marcelino Besada Casal.
Sábado: A las 10:30 funeral de exequias de María Luisa Gondar Vieites. A las 21:00 Misa por Manuel Riveiro Varela y difuntos de la familia.
Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por los participantes.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por los fallecidos durante el Coronavirus.
Sábado: Por Pepe de Santomé. María Esther Troncoso Poceiro.
Domingo: Misa a las 11:00 por María del Carmen Varela Dozo.

domingo, 17 de mayo de 2020

¿SEDUCIDOS Y ABANDONADOS? ¡NI MUCHO MENOS!


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Lentos y reacios en sus pasos. Con aquel sentimiento de desconcierto a las espaldas que es típico de quien se está debatiendo ante la partida de uno que te ha abrasado de veras el corazón. Mañana estarán solos, huérfanos de una Presencia, pobres de una mirada que hasta hace pocas horas les había ayudado a navegar dentro de las borrascas de lo cotidiano. 

De tanto en tanto es necesario abandonar a los hombres para luego amarles aún más. Y ayudarles a descubrir que aquel abandono -que para ellos era casi una ausencia- en realidad era una forma más audaz de presencia. Una casi necesidad para desflorar plenamente el sentido recóndito de aquella historia de amor con Él. 

El hombre Nazareno, el Maestro, el Amigo. Sus antepasados habían entrado en el desierto como una horda de mendigos y beduinos. Después de 40 años de trato frecuente y de amores salieron revestidos con las galas del pueblo de la alianza. La más tormentosa, envidiada, narrada alianza de la historia entre el Cielo y la tierra. En cambio a ellos les bastó poco más de mil días para tomar el miedo y mudarlo en osadía, para trazar nuevos trayectos y rumbos, para despedirse de los peces de Genesaret y entrenarse en las aguas tumultuosas de los corazones de Palestina. Fuertes, impetuosos, valientes. Algunos días incluso molestos en su apasionada búsqueda de la Verdad: pero siempre en su compañía. Si sucedía algo, si tropezaban con alguno, si no comprendían mucho, cuando no lo conseguían, en las noches en las que el mar se agitaba, frente a los ojos de los adversarios, Él siempre estaba. Una garantía, una garantía, un sentido de guarda y custodia. 

C:\Users\Cesc\Desktop\BP_NoDesamparados.pngPero el Espíritu Santo suscita siempre nuevas respuestas a las nuevas exigencias. Ahora estarán solos en el mundo, dentro de la historia. Solos pero a cuenta ajena, en su memoria. Solos, pero no solos como les querría el mundo, porque aquella soledad tendrá la compañía del Espíritu Santo que el mundo no comprenderá, que el mundo obstaculizará, de la que el mundo se mofará como si se tratase de la más insensata de las posibles compañías. Lo llama Espíritu, pero es una gramática de sinónimos y un alfabeto de matices: fantasía y creatividad, imaginación e intuición, percepción, inspiración y capricho. En el sentido más genuino del término. 

De Egipto salió un pueblo festivo, después de la efusión del Espíritu sale una Iglesia remendada con las vendas de los dones, tremendamente decidida a jugárselo todo en la partida dentro del gran drama de la historia humana. No habrá ya más miedos en sus corazones cuando atravesarán los lindares de Judea y Palestina. Serán hombres y mujeres que romperán confines y barreras, anunciarán la comunión de los sueños. Imparables. Ese viento los modelará y nadie les podrá barrar el paso. Será su nuevo compañero de camino. Narrarán a los hombres que aquella historia de amor es un cruce entre Amor, Amado y Amante. 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 18 al 24 de mayo.



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a la 21:00 horas.

Lunes: Por Marcos Vidal da Silva y difuntos de la familia.
Martes: Por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Por Aquilina Castro Casal, esposo Antonio y madre Matilde.
Miércoles: Por Dolores Padín Camaño.
Jueves: A las 19:00 primer Aniversario de Delia Cacabelos Dopazo.
Viernes: Misa a Santa Rita para que interceda ante el Señor y nos libre de esta pandemia.
Sábado: Por Manuel Castro Padín
Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Viernes: Misa a Santa Rita para que interceda ante el Señor y nos libre de esta pandemia.
Sábado: Por Manuel Lores Padín y difuntos de la familia. A Santa Rita a intención de una devota.
Domingo: Misa a las 11:00

domingo, 10 de mayo de 2020

Semana del 11 al 17 de mayo



Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por los difuntos habidos en tiempo de la pandemia
Martes: Por la Srª Lola do Adro.
Miércoles: A la Virgen de Fátima y por la salud de todos los enfermos.
Jueves: Por las intenciones de los participantes.
Viernes: Por las intenciones de los participantes.
Sábado: Por Obdulia Méndez Meis; Eladio Pombo Vidal y Esther Torres Sineiro.
Domingo: A las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. A las 12:30 por las intenciones de los participantes.

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por los difuntos habidos en tiempo de la pandemia.
Jueves: Por las intenciones de los participantes.
Sábado: Por las  intenciones de los participantes.
Domingo: A las 10:30 por la Parroquia. A las 11:30 por las intenciones de los participantes.

LA MODESTIA DE CRISTO


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Aún Él, siempre Él: casi vienen las ganas de decir “por suerte que está Él” que nos hace pisar sobre firme. La vez pasada era el rostro de incredulidad de Tomás: “si no veo, si no toco, si no meto”. ¿Qué es si no la incredulidad sino un no entregarse a la belleza? A la Belleza que salva. Hoy de nuevo Tomás y con una pregunta que surge del desconcierto: “Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?” Tomás, el hombre con los pies sobre el suelo, el realista casi descarado: el sentido común que revolotea y se enfrenta con la radicalidad de la propia fe. El hombre sediento de transparencia y que de ahora en adelante -ahora que su fe ha sido confirmada por el Señor Resucitado- querrá ver claras las cosas.

Y Cristo reinicia, aún una vez más, la enésima vez, no la última vez: “Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”. Que sea el Camino puede pasar, incluso que sea la Vida; pero además ser la Verdad, parece muy atrevido. Pilatos en medio de aquella farsa de interrogatorio, primogénito de la farsa de muchos interrogatorios e investigaciones, se preguntó y Le preguntó: ¿Qué es la verdad? Él no se daba cuenta, botón de muestra de un imperio que explotaba por dentro, que tenía la Verdad delante. Era una Persona: aquel día el Imputado no respondió a la pregunta. Y Pilatos se estampó contra la roca dura de sus prejuicios y suposiciones.

A Tomás ya no se le concede el dudar más. Esta vez Cristo responde: “Soy yo, Tomás. Soy Camino, Verdad y Vida”. Una Verdad que al mismo tiempo es Camino: siempre a punto de ser traicionada, de frágil esencia como las cosas más queridas y apreciadas, tan íntima como para ser más intima que nosotros mismos. Cualquier otro hombre que pronunciase tal discurso sería acusado como falto de modestia. Cristo no: dice ser la Verdad. Es la palabra más humilde que existe. El orgullo sería decir: tengo la verdad. La poseo, la he redactado en una fórmula. La Verdad no es una idea sino una Presencia. Yo soy. Punto y final. 

C:\Users\Cesc\Desktop\quinto-domingo-de-pascua-fil-eminimizer-14-728.jpgY reiniciar de nuevo junto a la orilla de aquel lago azul, tierra natal de Felipe de Betsaida. También él rasca la corteza y quiere exprimir el jugo de aquel Amigo tan raro que parece de verdad Dios. Y sin embargo tan familiar como para atreverse a presentarle la última petición, quizás la que más celosamente guardaba en su corazón. Se la hace directamente a Él, cuando percibe que está marchándose. Casi como condición para aceptar todo lo demás. “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Le reclamó aquello que hizo arder de deseo a miles de hombres, que fue la causa y el misterio de decenas de profetas, que era el ansia y la espera de toda una humanidad a la desesperada búsqueda de su Salvador. Felipe se la hizo así, como si fuese algo cotidiano. Y cotidiano lo era realmente. Tan cotidiano que Felipe no se dio cuenta de que había vivido con el Padre junto a Él, que estaba preguntándole justo a Él, que estaba de cara a Él, la razón última de su búsqueda y de su existencia. 

Como en Emaús: caminaron junto a Él varios kilómetros y no le reconocieron hasta partir el pan. Como en mi casa: camina junto a mí desde hace años y aún hoy me pregunto qué rostro tendrá el Cristo de la Resurrección. Como hoy, como ayer, como siempre: inquietante, misterioso, sorprendente por su voluntad de esconderse detrás de lo cotidiano, de la rutina de cada día.  El Padre y nos basta. Nos basta aquel que hizo una única promesa y la mantuvo de veras. Dejándose burlar por una chusma de inapetentes para recordar al mundo que el verdadero problema es que los estúpidos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los inteligentes están llenos de dudas. Aquellas dudas que son el anticipo de la Verdad. De la Verdad que es el Cristo de los evangelios. 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

domingo, 3 de mayo de 2020

OVEJAS QUE NO SON TONTAS

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Por esta vez voy a mostrar mi desacuerdo. Ser oveja (o borrego) siempre es sinónimo de la incapacidad para razonar por ti mismo, de individuar una meta, de emprender un camino valiente, inédito, de fantasía. No estoy de acuerdo. Y por esta vez decido cambiar: este no es el domingo del Buen Pastor, sino el domingo de las ovejas. Mira el evangelio: habla del redil con la misma delicadeza con la que habla del Templo, quizás mayor: no como dormitorio-corral de las ovejas y de las ideas. Un lugar de encuentro en el que se dan cita las ovejas y su Pastor. Que al menos por esta vez posee una característica peculiar: “Las ovejas escuchan su voz (…) lo siguen porque conocen su voz”. Extraño oficio el del Pastor. Anómalo y delicado: donde no llega el cayado, entra en juego la voz. Cosas que a nosotros hoy nos dice bien poco. La de Cristo Pastor en cambio, es una voz nítida y directa: “Todos aquellos que vinieron antes de mí, son ladrones y bandidos”. Tanto que las ovejas, que no son tontas, “no los escucharon”. ¡Qué bomba!

En algunos lugares los pastores se lamentan de que el rebaño no les escucha. También el rebaño se lamenta, y a veces con mucha razón, de que no perciben la voz del pastor. ¿Es sólo cuestión de moda o de cambio social? La solución la tenemos en el relato de los Hechos de los Apóstoles cuando afirma que a la gente, después de escuchar a Pedro “se les traspasó el corazón”. ¡Y sólo con oírle hablar! No tras obrar, maniobrar, proyectar, etc… Hablar: simple y apasionadamente, con recta intención y verdad. Como en aquel atardecer que llenó de emociones el camino de aquellos discípulos de Emaús: el corazón se les abrasaba mientras conversaban con el Resucitado. Esta es la razón por la que los discípulos de Pedro se movilizan en seguida: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? ¡Lo mismito que sucede en nuestras celebraciones! 

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Hablo hoy a mis hermanos en el sacerdocio y a las vocaciones sacerdotales: las ovejas no son tontas. Corren si hay una voz que les enciende el paso. No podemos usar palabras para ellos agotadas, incapaces de abrasarles el corazón, de agitar su respiración. No podemos tener el rostro apagado, la sonrisa helada, una encajada de manos que aleja, un gesto calculado, las palabras sopesadas y pesadas, la mirada opaca, la boca que mastica fórmulas, la actitud envarada. A veces los pastores somos gente de palabras descontadas, previsibles, recicladas, fotocopiadas, estrechas. Sé que muchos diréis: ¡Él era Cristo! Él para hacerse reconocer ha llorado, gritado y hablado. Ha gozado, temblado y exultado. Se ha conmovido; por miseria, por amistad, por perfumes. Ha pedido ayuda, atención, jornadas.  Ha movido corazones, almas, cerebros. Se ha recostado sobre la mesa del mundo para encontrar, abrazar, ayudar. Ha tenido miedo. Ha pedido cercanía. Se ha hundido. 

Para hacerse reconocible no se ha avergonzado de ser hombre. Como los pastores que huelen a oveja, que pacen palabras que como milagrosamente renacen de manera continua. Palabras parecidas a las conchas dentro de las que resuena el eco de la voz del mar. Con pastores que no se lamentan, que como Pedro tendrán que responder a una pregunta que vale un atestado de amor: ¿Qué debemos hacer? Es decir que la Palabra ha conmovido, asombrado, desgarrado. Levantado, humillado, maltratado. ¡Qué satisfacción para el pastor: la oveja levanta el lomo y quiere encontrar el camino! Ha nacido en ella la añoranza del sendero. Por suerte que son ovejas. Pero no tan extremamente “ovejas “como para confundir autoridad como rango de mando o autoridad como ascendente. ¡Fin de un cierto tipo de pastoreo: el de los mercenarios! 

Mn Francesc M. Espinar Comas