domingo, 27 de agosto de 2023

Domingo XXI del tiempo ordinario (Ciclo A)

  


De la Homilia pronunciada por el Papa Benedicto XVI el  domingo 21 de agosto de 2011, en Madrid, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud y con el Domingo 21 del tiempo Ordinario (Ciclo A)

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. 

Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.


Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que cómo Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.

Semana del 28 de agosto al 3 de septiembre

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Rafael Besada Limeres.

Martes: A las 19:00 primera Aniversario de Amelia Bouzada Afonso. Se suprime la misa de las 21:00.

Miércoles: Por los participantes.

Jueves: Obligaciones del Celebrante.

Viernes: Por Esperanza Esperón Camiña.

Sábado: Por Néstor Moldes Limeres; Mercedes Oubiña Romay; Intenciones familia Arteaga Gómez de la Vega.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por José María Ariza, difuntos de la familia García San Miguel; intenciones de la familia Arteaga Gómez de la Vega.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Esperanza Salgueiro Castro.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Vicente Grandal López. A las 20:00 Misa por Rosa Carballa Padín y esposo Juan; Guillermo Fernández Argibay, esposa Amelia y difuntos de la familia.

Domingo: Misa a las 11:00 por la Parroquia.

domingo, 20 de agosto de 2023

Domingo XX del tiempo ordinario (Ciclo A)

 


Comentario del Evangelio Dominical del XX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A)  por el Papa Benedicto XVI en el Ángelus del 14 de agosto de 2011

El pasaje evangélico de este domingo comienza con la indicación de la región a donde Jesús se estaba retirando: Tiro y Sidón, al noroeste de Galilea, tierra pagana. Allí se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a él pidiéndole que cure a su hija atormentada por un demonio (cf. Mt 15, 22). Ya en esta petición podemos descubrir un inicio del camino de fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritar a Jesús: «Ten compasión de mí», una expresión recurrente en los Salmos (cf. 50, 1); lo llama «Señor» e «Hijo de David» (cf. Mt 15, 22), manifestando así una firme esperanza de ser escuchada.

¿Cuál es la actitud del Señor frente a este grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, hasta el punto de que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de insensibilidad ante el dolor de aquella mujer. San Agustín comenta con razón: «Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no por rechazarle la misericordia, sino para inflamar su deseo» (Sermo 77, 1: PL 38, 483). El aparente desinterés de Jesús, que dice: «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel» (v. 24), no desalienta a la cananea, que insiste: «¡Señor, ayúdame!» (v. 25). E incluso cuando recibe una respuesta que parece cerrar toda esperanza «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos» (v. 26), no desiste. No quiere quitar nada a nadie: en su sencillez y humildad le basta poco, le bastan las migajas, le basta sólo una mirada, una buena palabra del Hijo de Dios. Y Jesús queda admirado por una respuesta de fe tan grande y le dice: «Que se cumpla lo que deseas» (v. 28).


Queridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!».

Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual (cf. 1 Co 2, 13-14), que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre su propia vida a su Amor.

Semana del 21 al 27 de agosto

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: A las 19:00 primer Aniversario de Modesto Lobato Outón.

Martes: Por Luis Bouzada Afonso.

Miércoles: Por las Benditas Almas del Purgatorio, a intención del cepillo de Animas.

Jueves: Por la conversión y santificación de la Parroquia

Viernes: A las 21:15 Misa por Jesús Méndez Becerra; Maruja Durán Fernández y esposo José Dopazo.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Antonio Bouzada Poceiro. A las 21:00 Misa por Maruja Cacabelos Vidal; Familia Arteaga Gómez de la Vega. Marina López González, esposo Manuel, hijos José Luis y Manolito.

Domingo: Primera a la 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Clotilde García Fariña, José María Ariza, difuntos familia García San Miguel; María del Carmen Domínguez Seijas, familia Arteaga Gómez de la Vega; Milagros Vidal Riveiro, esposo Horacio y madre Eladia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Pastora Padín Camaño; Jesusa y Manuel.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario de Elisa Martínez Torres. A las 20:00 Misa por María Lourdes García Lázaro y esposo Manuel; María Luisa González Fernández.

Domingo: A las 11:00 Misa por Esperanza Torres Camiña.

domingo, 13 de agosto de 2023

Domingo 13 de agosto.

 


Este domingo contemplamos
  una parábola en acción. En este relato de hoy, lo que pasó tiene poca importancia; todo el relato está lleno de símbolos que nos quieren llevar más allá de una información de sucesos puntuales.

Inmediatamente después de la comida o multiplicación de los panes, Jesús obliga a sus discípulos a embarcarse, para que hagan la travesía, como describe el evangelio de hoy (Mt, 14-22-33), cruzando el lago a la tierra de los paganos, mientras él despide a la gente. Después Él mismo subió a la montaña para rezar, “a solas” y, al anochecer, “seguía allí solo”.

Este relato se parece mucho a los relatos de apariciones pascuales.

Además de Mateo, lo narran Marcos y Juan. Los tres lo sitúan inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Los tres presentan a Jesús subiendo a la montaña para orar. En los tres relatos, Jesús camina sobre el agua. También coinciden en señalar el miedo de los discípulos; Mateo y Marcos dicen que gritaron. La respuesta de Jesús es la misma: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”. El resultado de la presencia de Jesús es la calma.

El episodio de Pedro es propio de Mateo. En Marcos y Mateo, es Jesús quien manda a los discípulos embarcar y marchar a la otra orilla, en Juan, la iniciativa es de los discípulos, pero además, se deja entender la controversia con los discípulos porque Jesús no quiere aceptar la propuesta de la gente que pretendía proclamarlo rey.

Jesús, después de un día ajetreado, se eleva al ámbito de lo divino que es su propio lugar, va solo. En todo el AT, el monte es el lugar de la divinidad. Nadie le sigue en esa cercanía a la esfera de lo divino. La multitud sólo piensa en comer. Los apóstoles sólo piensan en prosperar. Para defenderse de estas tentaciones, Jesús se pone a orar. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.

La barca simboliza la “comunidad”, que tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la “Buena Nueva del Reino” que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad.

La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua observancia de la ley judía, para llegar a la nueva manera de observar la Ley del amor, enseñada por Jesús.

Mientras, la barca de los discípulos se encuentran “a muchos estadios de tierra” (Juan dice que a unos 25-30 estadios, 5-6 km, lo que supone en mitad del lago). Con esto se marca la distancia física de Jesús con respecto a los discípulos; y también la distancia temporal, porque los despide por la tarde y no se dirige hacia ellos hasta el final de la noche. Según el texto “a la cuarta vela”, los romanos dividían la noche en cuatro velas, desde las 6 p.m. hasta las 6 a.m. esto es entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo reconocen. Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma diciendo: “¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!” La expresión "¡Soy yo!" es la misma con la que Dios trató de superar el miedo de Moisés cuando le envió para que libertara al pueblo de Egipto (Ex 3,14).

Nos encontramos con dos mundos opuestos, el de la intimidad con Dios “Jesús orando” y el de la dura realidad “los discípulos remando”. Faltaba mucho para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió.

Jesús ora para descubrir su auténtico ser, para darse cuenta de lo que hay de Dios en él para poder vivirlo. Es muy importante en los evangelios darse cuenta que Jesús necesita de la oración para conectar con Dios, rompiendo así, la idea simplista que tenemos, de que él era Dios sin más. Jesús, como ser humano enfrascado en la vida, tiene necesidad de contrarrestar esos brotes de la naturaleza con momentos de auténtica contemplación.

Jesús sube a lo más alto. Los discípulos bajan hasta el nivel más bajo, el mar. Creen que van a encontrar allí las seguridades que Jesús les niega al no aceptar la gloria humana. Las fuerzas de las olas son las fuerzas del mal, la destrucción, la muerte, pero Jesús camina sobre todo esto.

Las dificultades que se encuentran los discípulos, son consecuencia del alejamiento de Jesús. Esto se aprecia mejor en el evangelio de Juan, que deja muy claro que fueron ellos los que decidieron marcharse sin esperar a Jesús. Se alejan furiosos porque Jesús no aceptó las aclamaciones de la gente saciada.


Mateo nos cuenta con asombrosa naturalidad y sencillez algo inaudito: el hecho de que Jesús se acerque caminando sobre el lago. Los discípulos no reaccionan con la misma naturalidad: se asustan, porque piensan que es un fantasma, tienen miedo, gritan. Pero Jesús nunca les abandona a ellos y va en su busca. Para ellos Jesús es un "fantasma"; está en las nubes y no pisa tierra. No responde a sus intereses y es incompatible con sus pretensiones. Su cercanía, sin embargo, les hace descubrir al verdadero Jesús

El episodio de Pedro, merece una atención especial. Sólo lo relata Mateo, y es muy probable que sea una tradición, seguramente legendaria, exclusiva de esa comunidad. Aunque así sea, tiene mucha importancia.

Mateo marca la relación especial entre Jesús y Pedro y aporta la importancia de la personalidad de Pedro justificando así la supremacía dentro del grupo de los doce. Pero al mismo tiempo no ofrece una imagen idealizada, sino real, con virtudes y defectos.

Pedro siente una curiosidad inmensa al descubrir que su amigo Jesús se llega con poderes divinos, y quiere acompañarlo de ese privilegio. "Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua"; haz que yo partícipe del poder divino como tú. Pero Pedro quiere lograrlo por arte de magia, no por una transformación personal. Jesús le invita a entrar en la esfera de lo divino y participar de ese verdadero ser: “ven”.
Pedro no camina hasta que Jesús le dice: “Ven”. Veamos qué le sucedió a Pedro. Al principio se asustó al ver a Jesús, que llegaba de forma tan inesperada. Pero al ver que era Él, se sintió seguro, y a la voz de su Maestro comenzó a dar los primeros pasos. ¿Y luego? Dudó, tuvo miedo, no confió en el poder de Cristo para continuar adelante, y empezó a hundirse. Lo que le faltaba era “fe”. Con “fe”, Pedro hubiera cruzado a pie todo el lago. Con “fe”, nosotros también seríamos capaces de grandes cosas. Si tuviéramos un poquito de fe, nos sorprenderíamos de hasta dónde podemos llegar.

También tenemos que darle gran importancia a la escena final: En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: “Realmente eres Hijo de Dios”

Jesús, era verdadero hombre y como tal, tenía necesidad de la oración para descubrir lo que era y superar la tentación de quedarse en lo material. Al caminar sobre el mar, está demostrando que era también verdadero Dios. La confesión final es la confirmación de esta experiencia.

Más tarde, Pedro también va a profesar la misma fe en Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que sustenta la fe de los discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Somos como una barca que se enfrenta al viento contrario.

“Ven”. También Jesús nos dice esa palabra en diversas ocasiones al día: cada vez que nos viene a la mente una buena obra: hacer un favor, dar un donativo, etc. Es posible que no nos demos cuenta de esta realidad, pero es Dios quien nos inspira esos pensamientos

Las dificultades llegan cuando nos pide algo más, un sacrificio mayor. Es entonces cuando sentimos que nuestras pasiones se rebelan y nos echamos atrás. Aquella posibilidad de avanzar se ha convertido en un fracaso, en un naufragio. “¿Por qué?”“¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”

Semana del 14 al 20 de agosto.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por las Vocaciones a la Vida Sacerdotal, Religiosa y Misionera.

Martes: Asunción de María a los cielos. Solemnidad. Primera a las 9:00 por María Otero Seoane y difuntos de la familia. Segunda a las 12:00 por Maruja Cacabelos Vidal a intención de la Cofradía del Carmen; Vicente Salgueiro, esposa Digna y Pilar Iglesias.

Miércoles: A las 20:00 horas Misa funeral por José María Ariza, fallecido recientemente. A las 21:00 Misa Solemne a San Roque, por la Parroquia.

Jueves: Por Carmen Cacabelos Garrido.

Viernes: Por José Méndez Torres.

Sábado: Por Feliciano Blanco Vidal, María Camaño, esposo y madre.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por Dolores Camaño Pérez, hijos y nietos fallecidos. José María Ariza; difuntos familia García San Miguel.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Asunción de la Virgen a los cielos: Misa a las 11:00 por Adelaida Blanco Padín, esposo e hijo; Gloria Chan y esposo, Antonio Otero y esposa Teresa, Emilio Kaphammel y hermano Andrés, Moisés, José Benjamín Vidal González.

Jueves: Por Montserrat Gómez y esposo Juan.

Sábado: Por Peregrina Vilar Moldes y difuntos de casa; Elisa do Reiño; José Luis Abal Lima; Antonio Crespo, esposa Carmen e hijos.

Domingo: Por Marina Afonso Caneda, esposo Ramón y difuntos de la familia. Manuel Salgueiro Álvarez y difuntos de la familia; Carmen García Méndez y esposo Ramón.

domingo, 6 de agosto de 2023

El Cociente de absurdidad de Dios

 


La llamada de Dios es siempre un signo de partida. Para Pedro la vida no había sido fácil desde los días en los que había abandonado la barca para seguirle. Que ahora el Maestro tuviera que “sufrir mucho” hasta “ser llevado a la muerte”  no debió digerirlo con facilidad. Pero, allá arriba, en la cima del monte es sobre eso sobre lo que Él vuelve a hablar con dos ancianos, Moisés y Elías. Lo que pasa en aquel monte es una anticipación de aquel mundo transfigurado que esperamos. Algunos momentos de luminosa plenitud en los que exclamamos: “qué bien se está aquí”, pueden acontecer ya hoy. Quisiéramos detener el tiempo, plantar tiendas que resistan al viento. Pero son sólo momentos, en los cuales podemos quedar petrificados. Porque es necesario bajar del monte. Es una orden. Una exigencia de amor.

Y una tentación para nosotros, que hemos sido hechos para los embrujos, detenernos donde uno es feliz, olvidar las tribulaciones de allí abajo y el destino de los demás. Como Pedro y su primer descuido: él, pescador de un mar estrecho entre olas, allí él quisiera transformar en morada definitiva aquella alegría, en un abrigo protector contra la cruz. No quiere volver al valle, ni bajar aquellas tres tiendas de campaña hasta allí, aquel dulce vivir de unos pocos, sin afanes, sin nunca jamás morir. Y resuena el eco de aquella esplendida declaración de ternura que el Nazareno dedica a Pedro: “cuando eras más joven, te ceñías el vestido e ibas donde querías, cuando seas viejo extenderás tus manos, otro te ceñirá el vestido y te llevará donde tú no quieres ir”. Como sobre el monte, la invitación a llevar a tus amigos hacia lo alto, lejos del ruido, y hacerles ver tu rostro, patentizar cómo es hermoso para nosotros estarnos aquí. Tocarles y darles fuerza, quitándoles el miedo. Después, sin levantar tiendas, volver a vivir en el propio espacio cotidiano. Es verdad: tú sabes cuál es la meta. Pero a la que hoy llegas no es definitiva. Al alba uno parte sin saber dónde en la noche plantarás la tienda. Se reirán de ti, te ultrajarán, pensarán que eres un imbécil porque no construyes casa, no inviertes en muebles, no levantas barricadas ni verjas con mando a distancia. Se reirán porque para ellos no tienes los papeles en regla.

Ésta es la paradoja increíble y lacerante de la fe. Si la aceptas, descubres a un Dios magnífico: un Dios que te levanta, que te despierta, provoca, hace nacer, interpela, escuece, despierta la creatividad, abre horizontes, discierne los pasos. Te libera. Tiene sin embargo un defecto: siempre va por delante. La tierra prometida está por delante: prohibida la nostalgia, el volver la cabeza atrás. Ellos te adoctrinan, Él te vacía para encender la libertad. El hombre es estático y repetitivo, Dios es dinámico y sorprendente. Tal vez por eso aún hoy en día sigue estando un poco más allá. 

Semana del 7 al 13 de agosto.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Elvira Padín Arosa, esposo y difuntos de la familia.

Martes: Por Santos José Álvarez Bea.

Miércoles: Obligaciones del Celebrante.

Jueves: Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.

Viernes: A las 19:00 primer Aniversario de Etelvino Dopazo Lores.

Sábado: A la Virgen de la Merced, a intención de un devoto.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por los difuntos de la familia García San Miguel.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Jueves: Por Valentina Leiro Méndez.

Sábado: Por Ricardo Tilve Varela, Servando Cacabelos Domínguez, Lita Dovalo Méndez, Da Arnosa y difuntos de la familia, Rosa Oubiña, padres y hermanos, Manuel Domínguez Freile y sus padres, Manuel Carballa Padín y difuntos de la familia.

Domingo: Misa a las 11:00 por Alfredo Lores e hija María Esther, de Piñeiros.