domingo, 30 de mayo de 2021

No hay Dios sin tres


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Todas y cada una de las palabras que pronunciamos desde el inicio de la celebración eucarística tienen como objetivo el adentrarnos en el misterio del Dios Uno y Trino. Con la oración colecta y las lecturas que escuchamos en esta fiesta, se nos desvela este Dios único bajo sus tres realidades: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

 

Como el misterio de Dios no es un interrogante (una cuestión sin respuesta) sino una exclamación (una maravilla para descubrir), la liturgia católica prevé el hacernos vivir esta maravilla entre dos fiestas mayores: la del don del Espíritu Santo del pasado domingo (como si el Espíritu fuese la puerta necesaria para decir “Dios”) y la del jueves/domingo próximo, la del Cuerpo y Sangre de Cristo, porque la Eucaristía permanecerá para siempre como la Presencia Real de Jesucristo entre nosotros.

¿Quién de entre nosotros no habrá usado cientos de palabras para decir “Dios” a niños o adultos? En la catequesis, en diálogos de fe, intentando contestar a alguna pregunta o sencillamente explicando nuestra religión a un musulmán que piensa que somos politeístas. Todos hemos experimentado dificultades de vocabulario. Nuestra religión a veces parece bien complicada, bien cerebral.

 

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Quisiera proponeros dos imágenes para hablar de Dios. El acompañamiento de jóvenes y de adultos que se inician en la fe nos exige sencillez. Y es con ellos que han surgido estas imágenes.

 

La primera es la de un niño de cuatro años, a quien sus padres enseñan a santiguarse: marcan su cuerpo con el signo trinitario. En el nombre del Padre, sobre la frente, signo del cerebro y de la inteligencia. Dios de entrada se revela como el Creador, Aquel que da existencia a las realidades visibles e invisibles. Dios es Padre porque engendra la Vida. 

 

En el nombre del Hijo, en el vientre, porque es el lugar del nacimiento. El hijo ha tomado carne en el vientre virginal de María. Dios se ha hecho hombre. Dios ha nacido en humanidad. Dios se ha encarnado.

 

En el nombre del Espíritu Santo, sobre los hombros, lugar de la fuerza. El Espíritu es la fuerza de Dios en beneficio de nuestra humanidad. El Espíritu es quien permite la comunión de los corazones. La horizontalidad de este gesto atraviesa la verticalidad de relación del Padre al Hijo.  El Espíritu nos hace atravesar la vida del Padre y del Hijo. 

 

Este niño que se santigua hace más teología de lo que se imagina. Mientras aprende a hacer sobre su cuerpo el signo de la cruz, el niño aprende al mismo tiempo que su cuerpo es el lugar de la presencia de Dios. Hijo bienamado del Padre, hermano de Jesucristo, Templo del Espíritu Santo. 

 

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Mi historia, mi vida es presencia de Dios porque Dios la tiene presente. La fe en un Dios trinitario no es sólo un acto de adhesión  al misterio de Dios o de comprensión de mi inteligencia de tal misterio. Ante todo es el descubrimiento de que mi vida está presente para Dios, porque Dios ha confiado en mí, que me ama en mi humanidad a pesar de la dosis de pecado. Dios Trinidad me revela que la fe no es únicamente creer en Él, es ante todo creer que Él, Dios, cree en mí y que de resultas, yo puedo creer en Él.  La Trinidad me revela que Dios me ama y que en nombre de este Amor, pone en mí el signo de la presencia del amor. El lugar donde el Hijo ha amado más al Padre, sobre la cruz, yo lo pongo en mi cuerpo para que aquí también, en mi cuerpo y en mi alma, Dios me ame. 

 

La segunda imagen me viene de un recuerdo de adolescencia, cuando nos entreteníamos escondiendo mensajes escritos en papelitos. Cada uno de esos papelitos llevaba escrita una parte de las frases que teníamos que recomponer y descubriéndolas podíamos saber cuál era el tesoro y dónde estaba escondido. Este descubrimiento del Dios único que se revela en tres personas no es la complicación teórica (el enmarañamiento) del Dios de los cristianos: sino el cumplimiento de una historia revelada que llamamos Historia Sagrada o de la Salvación, en la que Dios se nos desvela progresivamente. 

 

Padre porque engendra a Israel, le da la Ley, la del Padre y de un Dios tierno y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. Espíritu porque habla a los profetas, da la alegría y la perfección de vida. Pone a los hombres en comunión con Dios. E Hijo bienamado, signo del amor entregado del Padre. Esta es la historia que Dios nos enseña. No nos la inventamos. 

 

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Cuando tenía 14 o 15 años, un amigo me enseñó su pequeño laboratorio fotográfico, aún en blanco y negro. Aprendí a esa edad cómo se revelan las fotos: a partir de un negativo y de una fuente lumínica, aparece un rostro que se revela. Simplemente exponiendo un negativo a la luz. 

 

En la Historia Sagrada Dios revela su rostro progresivamente. Cuando el revelador ha hecho su trabajo, sumerge la película en un baño ácido que actúa como amortiguador del PH que se llama “baño de paro” y que hace que la foto guarde su justo contraste. Ese rostro revelado se sumerge en el agua. Como el Hijo bienamado se sumergirá en el agua para que el Padre lo autentifique como el Hijo a quien hay que escuchar. Y para que esta revelación no amarillee ni envejezca, hay que fijarla en el papel. Es como el Espíritu Santo que fija para siempre el rostro de Dios sobre el Bienamado.

 

Perdonad esa imagen atrevida, un poco mecánica, un poco demostrativa. Dios no tiene prueba. Una revelación es una prueba, pero Dios permanece un misterio. Si nos ha dado la Escritura y una inteligencia, es también para que nosotros nos sirvamos de ella cuando intentamos pensar en Él, cuando intentamos hablar de Él. 

 

Estamos rodeados de realidades inabarcables, a las que intentamos acercarnos mediante una gran variedad de formulaciones. Tan inabarcable es Dios para nuestro entendimiento, ya sea la filosofía quien pretenda explicarlo, ya sea la ciencia (que de vez en cuando se asoma a estos misterios), ya sean las religiones, que la formulación católica del Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, ejerce incluso para los no creyentes un atractivo singular. Porque nos permite al mismo tiempo percibirlo como la gran fuerza que mueve el Universo, en Dios Padre Creador del cielo y de la tierra; como Dios-con-nosotros, uno más de nosotros, en el Dios Hijo; y como Dios dentro de nosotros, habitando en nosotros, en nuestro espíritu, en el Dios Espíritu Santo. 

 

La percepción católica de Dios (visto desde fuera), que para nosotros es Revelación, nos coloca a los católicos lo más cerca del conocimiento y del acompañamiento de Dios en nuestras vidas. 

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 31 de mayo al 6 de junio.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: Obligaciones del Celebrante.

Miércoles: Comienza la Novena al Sagrado Corazón de Jesús. A las 20:30 Rosario, Novena y Misa: Por Paco Esperón y esposa Carmen Padín Camaño.

Jueves: Rosario, Novena y Misa, a San Benito de Palermo a intención de Ramón Sineiro Radío.

Viernes: Por Palmira Dozo Fontán.

Sábado: Por Secundino Lores y su hijo Manuel.

Domingo: Primera a las 9:00 por Aurora Insua Camaño, Lolita Camaño y difuntos de la familia. Segunda a las 12:30 por Teodoro Padín González, hija María del Carmen, padres Juan y Carmen.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas. De lunes a viernes a las 19:00 catequesis con los niños de primera comunión

Martes: A la Virgen de los Dolores a intención de María Parisina Otero Rodríguez, de Piñeiros.

Sábado: Por Manuel Suárez González; Juan Luis Otero Fernández, de Revel, Elisa Buezas Bouzada, da Arnosa.

Domingo: Primera a las 10:30 por Eugenia Domínguez Otero y esposo. Segunda a las 13:15 por los niños que reciben la primera comunión.

lunes, 24 de mayo de 2021

Los tres pasos de Pentecostés

 


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Hace algunos años, un sacerdote en Roma, hablando de la misión de la Iglesia, me decía: “Tenemos que ser como el Tíber, que no pasa por las afueras de nuestra ciudad sino que la atraviesa por el centro y nos pasa por dentro fecundándola y contribuyendo a su belleza”.

 

Pienso que esta imagen, a pesar de sus limitaciones, nos ayuda a comprender el significado de esta fiesta de Pentecostés: el Tíber es el de siempre, pero el agua que pasa es la de hoy. Así el Espíritu Santo en Pentecostés: hace presente en los discípulos y en nosotros, el amor de Cristo y su Palabra, empujándonos a la misión.

 

San Pablo nos propone el camino del Espíritu Santo: “caminad según el Espíritu”, es decir: dejemos que nuestro hoy sea atravesado por el Espíritu Santo. A esto bien podríamos llamarlo los pasos del Espíritu Santo. Pero, ¿de qué pasos se trata? Hoy al menos se nos proponen tres:

1.- El paso del hijo: en el evangelio Jesús dice que el Espíritu Santo “tomará lo que es mío y os lo anunciará”. El Espíritu Santo nos repite, aquí y ahora, lo que es Jesús: el hijo predilecto del Padre. Nos lo recuerda, nos lo repite en el corazón, hasta que comencemos verdaderamente a vivir como hijos de Dios. San Pablo nos dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado. No basta saber que Dios es un Padre que nos ama, necesitamos reavivar constantemente este amor divino en nosotros, que nos da la valentía de mirar nuestra historia personal acompañados por la misericordia de Dios que está siempre pronto a perdonarnos. Necesitamos, como el agua que bebemos, hacer este paso del hijo en nuestra vida para no sentirnos esclavizados por los sentimientos de culpa o por nuestras idealizaciones de la perfección o la coherencia, que tienden a hacernos considerar siempre mediocres nuestras elecciones y nuestro día a día. ¡Qué hermoso cuando Jesús en el evangelio dice: “Muchas cosas me quedan aún por deciros, pero por el momento no sois capaces de llevar el peso. Cuando Él vendrá, el Espíritu de la Verdad, os guiará a toda la verdad”. De hecho los discípulos aún han de hacer la experiencia de ser perdonados y amados hasta el final por Jesús. Pedro y los otros aún han de hacer la experiencia fundamental que los convertirá en Iglesia: hombres amados y perdonados gratuitamente por Cristo que se ofrece, convirtiéndoles en hijos y hermanos. Esto acontece a través el Espíritu Santo. He aquí por qué algunos fardos pesados de nuestra vida sólo pueden ser llevados escuchando al Espíritu Santo en nosotros que nos recuerda siempre el amor misericordioso de Dios y nos permite afrontar nuestro futuro con esperanza y confianza sin hacernos sentir nunca solos.   


2.- El paso hacia el fruto: San Pablo hace una distinción entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu Santo. No sólo quiere expresar un contraste entre el cuerpo como elemento negativo y el Espíritu como elemento positivo. Es interesante ver la contraposición entre las obras y el fruto: las obras son aquellas que hacen alusión a la satisfacción de mi bien. Y necesitamos hacer tantas cosas, tantas obras, para estar bien y acaparar el reconocimiento de los demás y sentirnos mejor que ellos... Hacer y poseer frenéticamente tantas obras en la esperanza de que puedan llenar el vacío que llevamos dentro pero que no hacen otra cosa que dispersarnos más. A las obras, San Pablo contrapone el fruto del Espíritu, que es uno solo: el amor que se manifiesta de tantas maneras diversas. El Espíritu Santo en nosotros nos empuja hacia lo que como punto de partida no es mi bien sino el bien del otro, porque únicamente de esta manera nuestra vida encuentra su realización, su fruto, y nos hace estar en armonía. Entonces todo lo que nos hace salir hacia la solidaridad, la comunión, la fraternidad, son pasos del Espíritu Santo que empuja nuestra vida a dar su fruto transformando nuestro corazón.

 

C:\Users\FRANSESC\Desktop\imagessss.jpg3.-El paso de la creatividad: muchas veces hemos escuchado que el Espíritu Santo abre y diversifica suscitando la variedad y la acogida de los diversos dones y carismas. Pero no sólo eso: el Espíritu Santo nos ayuda también a abrirnos a la creatividad de Dios en nuestra vida, sobre las personas que amamos. A menudo decimos que “las cosas nos han ido de otra manera: mi vida de sacerdote, de padre, de madre, de hijo ha sido de otra manera de como la había soñado”. El Espíritu Santo nos ayuda a transformar todo aquello que ha ido de otra manera de como la habíamos deseado y construido, en fuerza creativa que Dios utiliza para abrir nuevas e impensables posibilidades en nuestro camino. También para los discípulos la muerte de Jesús fue un final “diferente” de como lo habían soñado, su resurrección una victoria diversa de aquella que esperaban. Pero el día de Pentecostés, gracias a los dones del Espíritu Santo, todo eso se transformó en nueva vida y en nuevos caminos con el nacimiento de la Iglesia. Invoquemos al Espíritu Santo que también para nosotros se abran nuevos caminos y nuevas posibilidades a partir de todo aquello que ha ido diversamente en nuestra historia, abriéndonos a la creatividad del Espíritu Santo. 

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

domingo, 23 de mayo de 2021

Semana del 24 al 30 de mayo.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por Valentín Padín Camaño.

Martes: Por Jorge Fernández Conde.

Miércoles: Por Elisa do Roxo. Avelino Basdedios Padín.

Jueves: Por Robustiano Fariña Dopazo. Julio y Manuela y difuntos de la familia.

Viernes: Por Dolores Besada Vázquez y esposo. Cándido García, esposa Diamantina, nieto Ángel y difuntos de la familia.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de María Jesús Outeda Pintos. A las 21:00 Misa por Moisés Troncoso Piñeiro y difuntos de la familia. José Dopazo González.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por las Obligaciones del Celebrante.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Ángela Meis Lorenzo; Amalia Camiña Torres y Claudio Torres Troncoso; Mabel Lores Carballa.

Miércoles: A las 19:00 Funeral por Juan Valladares Lores.

Jueves: Por Maruja de Caneda y su padre; Manuel Castro Blanco; Águeda Fontan Camiña y esposo Tito; José Manuel Chan Padín; Elena Camiña Torres.

Sábado: Por Francisco Manuel Domínguez Freile; Elier Vázquez González; Manuel Otero Lores; José Alfonso Pita Fernández; Mercedes Afonso Moldes.

Domingo: Primera a las 10:30 por Emilio Kaphamme Vieitez; Lola de Camiña, de Piñeiros. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 16 de mayo de 2021

Fuera del alcance de la vista, cercano al corazón

 


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¡Misión cumplida! Es hora de volver al Padre. Ahora os toca a vosotros. “Vosotros seréis mis testigos en Jerusalén, en Samaría, en Judea y hasta los extremos confines de la tierra”. Y cuando hubo dicho esto, se levantó a vista de sus ojos hasta que una nube les privó de su visión, sus ojos llenos de asombro, fijos en el cielo en dirección hacia el lugar de su desaparición. ¿Pero dónde había ido tan lejos de sus ojos?

 

Con la Ascensión, Jesús se convierte en invisible. Y la invisibilidad es peligrosa, porque a menudo nos aleja. Fuera de la mirada y lejos del corazón, como si la ausencia afectara a la relación. ¿Pero es verdad que el tener a Jesús fuera del alcance de la vista nos lo hace tener lejos del corazón? No, porque nuestra historia de creyentes, que es la historia de la Iglesia, nos demuestra que el hecho de tener a Jesús en la aparente lejanía no lo ha borrado de nuestro corazón. 

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“Los apóstoles marcharon todos. ¿Y nosotros? A menudo sucede que cielo y tierra, vida eterna y acontecimientos humanos son colocados por algunos en contraste en una relación de  mutua exclusión. La fe cristiana los acerca y los une. Corremos tras el Señor que sube; y no pudiendo alcanzarlo permanecemos en la tierra, en el seno de su Santa Iglesia, imitando a los apóstoles que se reunieron en el Cenáculo para implorar al Espíritu Santo. Todo lo hacemos, cada día, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. (San Juan XXIII)”

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Semana del 17 al 23 de mayo.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: No habrá Misa

Martes: Por Dolores Domínguez Rosa.

Miércoles: Por Dolores Domínguez Rosa.

Jueves: Obligaciones del Celebrante.

Viernes: A las 19:00 Aniversario de Elisa Portela Lobato.

Sábado: A las 10:00 Aniversario de Carmen Rial González. A las 21:00 Misa por Antonio Prieto Pillado y esposa Luisa; María del Carmen Montes Pérez.

Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:30 por los niños y jóvenes de la Parroquia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas

Martes: Por María Esther Lores Blanco, de Piñeiros y abuelos; Albino Estévez Chan y esposa Carmen.

Jueves: A la Virgen del Carmen a Santa Lucía y a San Roque a intención de Esther de Piñeiros.

Sábado: Por Félix García Souto y sus padres.

Domingo: Primera a las 10:30 por Juan Fernández Silva; Tito Torres Otero. Segunda a las 11:30 por Charo Pérez de Ansorena.

lunes, 10 de mayo de 2021

Precedidos y guiados por el Amor

 

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Estamos recorriendo el camino de la Pascua: este nos invita a reconocer a Jesús vivo y vencedor de la muerte, capaz de dar vida nueva a cada uno de nosotros. El Resucitado que se aparece a los discípulos les lleva a recordar todo lo que había dicho antes de entregar su vida. A la luz de la muerte y la resurrección sus palabras asumen otro espesor, son más claras y elocuentes, llegan hasta nosotros. Y se convierten cada vez más fuertes con el pasar de los años cuando nos acompañan en las experiencias gozosas y tristes de nuestra vida. También hoy escuchamos algunas palabras pronunciadas por el Señor en la hora del testamento, del último saludo, cuando se hace esencial y verdadero. 

 

En los domingos precedentes ha hablado de sí mismo y de su relación con los discípulos mediante bellas y conocidas imágenes: el pastor y las ovejas, la vid y los sarmientos. Para Jesucristo el sentido de su vida es la relación con nosotros, no se puede pensar si no en relación (tanto el pastor como la vid no tienen sentido sin las ovejas y los sarmientos), y nos invita también a pensarnos en este modo, como alimentados por la relación vital con Él.

Hoy, continuando el discurso de la vid, deja de lado las imágenes y va al corazón de la revelación de Dios, que no consiste en comunicación de ideas y mucho menos de normas, sino en una relación de amor: lo que Jesús vive con el Padre es lo que ha querido vivir con los discípulos. Antes de dejar a los suyos los exhorta a permanecer en esa relación, es decir a corresponder con la propia y concreta vida al don de amor que han recibido. Esta relación de amor tiene una condición: “cumplir los mandamientos”. Como Jesús, obedeciendo al Padre, ha hecho una experiencia de su amor, de la misma manera invita a los suyos a ser obedientes a su mandamiento: amar a los hermanos como Jesús ha amado a sus amigos. La condición para continuar recibiendo el don del amor de Dios es esparcir ese don entre nosotros, no cerrarnos a los demás, relacionarnos con los demás de la misma manera que lo hemos visto en Jesús, superando otras maneras humanas que son diferentes, hasta el punto de dar la vida por los otros. Este es el fruto que Jesús espera de nosotros, sus amigos. La consecuencia, el fin por el que Jesús nos llama a entrar en esta relación que parte del Padre es la alegría: en vistas a que podamos participar de su alegría, tener una alegría plena. 

 

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Este proyecto de amor con la humanidad, contempla aún san Juan en la epístola de hoy, donde encontramos la famosa frase breve que dice todo lo que de más sublime se puede decir de Dios: “Dios es amor”. Juan desarrolla esta definición con algunos aspectos de este misterio: Dios ha tomado la iniciativa, ha sido el primero en amar, y lo ha hecho cuando la Humanidad estaba lejos de Él, cuando amar ha significado perdonar el rechazo, el pecado. Entonces el camino para conocer a Dios es amar, sabemos que somos sus hijos si amamos. Y no hace falta ir a no se sabe bien donde o cuidarnos de quien sabe quién. Basta amar a quien está cerca.

 

Conocemos bien este “corazón” de la revelación cristiana (el amor), conocemos también la condición que Jesús pide y la promesa ligada a la obediencia. Pero al mismo tiempo conocemos cuán difícil es seguir al Señor en este camino. Este es idéntico para todas las vocaciones y las formas de vida cristiana; en cada una nos ofrece cada día algunas renuncias, pasos valientes que dar, elecciones difíciles que nos cuestan. Detengámonos y preguntémonos: ¿en mi vocación, como estoy amando día a día al que tengo cerca, de la misma manera que me ha amado Jesús? ¿Hay algún otro paso, algún gesto concreto, alguna elección importante, que me permita caminar en la dirección que Jesucristo me enseña?

 

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Si cada uno de nosotros está en camino en esta dirección, también es posible preguntarnos como comunidad, como Iglesia, porque damos testimonio de Jesús no sólo personalmente, sino también en la manera que vivimos entre nosotros. En la primera lectura, de los Hechos, se nos narra un paso importante llevado a cabo en los primeros años de la Iglesia: Pedro entra en casa de Cornelio, un romano gentil, que vivía en Cesarea Marítima. Dios había enviado a sus mensajeros tanto a Cornelio como a Pedro para que se encontrasen. Después de haber anunciado a Jesús, Pedro entiende que el Espíritu Santo desciende también sobre las personas allí reunidas, es decir reconoce que Dios va por delante de él, abre nuevos caminos, hacia donde Pedro por sí solo no hubiera jamás pensado. Si como Iglesia  estamos a la escucha del Espíritu, Él nos abre caminos insospechados para que el amor de Dios pueda llegar a todos aquellos que lo esperan. 

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

domingo, 9 de mayo de 2021

Semana del 10 al 16 de mayo.

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Comienza el triduo a la Virgen de Fátima, Misa por los participantes.

Martes: Por Amancio Gondar Barreiro.

Miércoles: Por la conversión y santificación de la Parroquia.

Jueves: Misa Solemne a la Virgen de Fátima a intención de María Concepción Riveiro Padín.

Viernes: A las 19:00 primer Aniversario de Dolores Camiña Torres. A las 20:00 Misa por Lolita Soutullo Limeres; Benjamín Castro Minguillo, padres, hermanos y tía Mercedes.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Eladio Pombo Vidal. A las 21:00 Misa por Luisa Limeres Dovalo, esposo  y yerno; Ramiro Varela Castro.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Maximino y esposa Josefina.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Celia Padín Castro.

Jueves: Por Manuel Fernández Fernández; Divina Padín García.

Sábado: Por Juan Míguez Bouzada.

Domingo: Primera a las 10:30 por José Alberto Dorado Cobas e hijos fallecidos. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 2 de mayo de 2021

Todo empieza en la vid

 


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¡Ya estamos en  mayo! Ya es quinto domingo de Pascua .Aunque en nuestro interior existan motivos de preocupación, cavilaciones y cansancio, la liturgia nos invita a ir de nuevo al corazón del Evangelio para recordarnos de donde y de Quién venimos. Y para indicarnos de nuevo el camino. Y abre de nuevo nuestros sentidos para respirar al ritmo de la creación y de la naturaleza, a pesar de que vivamos en ciudades plagadas de edificios, llenas de tráfico y ruidos.

 

Y mira por donde que después de la figura del Buen Pastor y de las ovejas propuesta por el evangelio del domingo pasado (en el modo ordinario) o de hace dos domingos (en el extraordinario-misal de 1962), en este domingo nos llega una imagen muy apreciada por Jesús: la vid y los sarmientos. De entre todos los arbustos y plantas que conocemos, la vid es sin duda uno de los más originales: por la forma, por su composición, por las hojas, y en modo particular, por sus frutos.

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Sabemos bien que para aquel que ama la buena mesa, un grano de uva nos hace desear otro, hasta acabar con el entero racimo y para pensar, al menos por un instante, qué hay dentro de un vaso de buen vino.

 

Jesús lo sabía muy bien cuando escogía, con la complicidad de su madre, iniciar sus signos transformando 600 litros de agua en otros tantos de vino, sintetizando en pocos momentos- y ahí reside la belleza de este milagro- todo el proceso que parte de una semilla, de una vid, de un sarmiento, hasta llegar a la uva, a la vendimia, al lagar, al vino, a nuestra mesas…

 

El acontecimiento de Caná –cuando aún no había llegado la hora- nos habla de una vid ufana capaz de llenar de alegría la existencia de los hombres. Pero es únicamente en el discurso de despedida, en su adiós, una vez llegada la Hora, que Jesús nos habla de la vid, de aquello que se encuentra en los inicios, y de los sarmientos unidos a Él. 

 

Y, como una escena a cámara lenta, como un zoom sobre las nervaturas de las ramas de un árbol, como el microscopio de un documental que nos hace detener a observar de cerca aquella misteriosa y espléndida unidad que une los sarmientos a la cepa, tal como Cristo y los cristianos. Y que transforma aquella vid dándole forma de cruz, arbusto cuya savia está llena de Resurrección.

 

En esta imagen el Señor es más claro y conciso: hay un Padre agricultor, existe un Hijo-Vid y después estamos nosotros los sarmientos. Y hay un verbo repetido siete veces en el fragmento del evangelio: permanecer. Y resulta el mismo que encontramos en la epístola: “En esto conocemos que él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado”

 

Quizá no sepáis que se trata del mismo verbo usado en el inicio del evangelio de San Juan, cuando se nos describe aquel encuentro en aquella tarde –eran las cuatro- de los dos primeros discípulos con su pregunta: “¿Dónde vives?”(Es decir: ¿Dónde permaneces?) Y con la posterior e inmediata invitación a seguirle, a venir y ver donde permanecía. Y aquel día permanecieron con Él. Y desde aquel día los discípulos empezaron a comprender donde permanecía Jesús. A partir de aquel día Jesús empezó a explicar a sus amigos que su morada tenía un nombre preciso: el Padre. Porque entre Jesús y el Padre existe una profunda comunión en el Espíritu Santo, que hace de las Tres Personas un único Dios.

 

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También nosotros estamos invitados a entrar en el sentido profundo de aquel verbo “vivir, morar, permanecer”, evitando el riesgo de malentendidos. Porque "permanecer" no significa “estoy un poco y después me voy” ni ser cristianos a la carta, a tiempo parcial. Ni tan siquiera es quedarse en la parroquia, visto que es a menudo la pregunta que, llena de amargura, se hacen las catequistas y los sacerdotes en este periodo: ¿Permanecerán estos niños después de la Comunión o estos chicos después de la Confirmación? ¿Los veremos el próximo domingo?

 

Permanecer tiene un sentido profundo, más verdadero, más comprometido y totalizante: significa hacer correr en nuestras venas la misma savia vital de Cristo, significa respirar a su mismo ritmo, significa dar fruto con Él, porque sin Él nada podemos hacer. ¡Nada! No dice: podemos hacer poco. ¡No podemos hacer nada! No nos engañemos: una fe compuesta únicamente de fórmulas, de gestos, de ritos, es pura esterilidad. Es leña seca, paja que el viento levanta y dispersa. 

 

La fecundidad que da mucho fruto existe solo si Cristo es Vida de nuestra vida. Permanecer en Cristo significa dejar que el amor que nos viene del Padre a través del Hijo sea como una ola vital dentro de nuestra existencia, es advertir que somos mente, corazón, sentidos, sangre por la que corre la vida que puede regenerar todas nuestras esperanzas. 

 

Para el que permanece en Él nace entonces un sentido gozoso de todo: la alegría de sentir que todo es don y todo encuentra sentido en su amor. Y nace la belleza de ser Iglesia, ya no separados unos de otros, sino cada uno en relación con los hermanos porque se vive de un mismo amor. Es la experiencia que Saulo hace después de la experiencia transformadora del camino de Damasco cuando entra, no sin dificultades, en la comunidad cristiana. Los discípulos de Jerusalén en un primer instante lo temen y lo tiene lejos, después lo protegen y lo defienden. 


¿Qué es lo que había cambiado? Habían comprendido que la misma vida de Cristo estaba en él y que el pasado ya no contaba. Contaba la nueva realidad, su común asimilación a Dios. Esto es aquello de “llevar fruto”: “Quien permanece en mí y Yo en él, ese da mucho fruto”. El fruto consiste en mostrar que el amor no está hecho de palabras, sino de hechos y en la verdad. Pero hay que subrayar una última cosa en el evangelio de hoy. Si bien es cierto que el sarmiento seco se tira y se quema, también se afirma que el sarmiento que da fruto se poda. Y la poda –lo sabemos- siempre es una herida. Porque amar es un riesgo: comporta heridas. Amar quiere decir convertirse en vulnerable con respecto de aquellos que amamos.

 

Ha sido necesaria la Cruz para que el fruto de la vid apareciera en la mañana de Pascua. Y ha sido derramado para darnos el vino del amor. Si aún hay amor en el mundo, en la Iglesia, en las familias, si hay aún alegría, es porque aún hay tantos sarmientos que aceptar ser podados para dar más fruto. No es un sufrimiento estéril, sino fecundo. Porque el Amor, el verdadero amor, siempre engendra vida. 

 
Mn. Francesc M. Espinar Comas