domingo, 11 de mayo de 2025

SU VOZ TIENE ALGO DE SEDUCTORA

 

 
Entre un tazón de leche y una madeja de lana se da el caso de que un día el profeta de Nazaret expone un cuadro en el intento de hacer escuela: un rebaño, un pastor, el eco de una voz. Si la imagen es familiar, el concepto se adentrará fácilmente, piensa Él. ¡Una pedagogía astuta y acertada! “Mis ovejas escuchan mi voz, no irán errantes ni se perderán, nadie las secuestrará” La voz de Cristo: el hombre de la voz extraordinaria, suscitaba la sed de quien lo escuchaba, conseguía crear gotas de emoción sólo con el timbre de su voz. Potencia de aquel Hombre. En treinta años de silencio ha aprendido la diferencia entre hablar y charlar: hablar es llenar el silencio de ideas y pensamientos, charlar es llenar el sonido de bla-bla-bla. A sus discípulos les enseñó que las palabras son como el agua: la más buena, apaga la sed; es límpida: viene de las profundidades de la tierra o de la altura de los montes. ¿Entiendes por qué Él encantaba a la gente?
 
Sus palabras hacían olor a perfume de lavandería, no se paraban ante el sonido, las firmaba con la vida. Sí, te conmovías. En el camino de Emaús, dos discípulos tristes, después de descubrir quién estaba bajo el semblante de aquel Caminante anónimo y aparentemente distraído, se obsequiaron una pregunta: ¿acaso no nos ardía el corazón mientras conversaba con nosotros a la largo del camino?
 

Personalidad garbosa, estimulante, incandescente. Piensa que un día los fariseos, enemigos declarados de Jesús, dijeron molestos: “Todo el mundo se ha ido tras Él” (Jn. 12,19) Tienen razón: aquel Hombre era un imán, un encantador. Manso pero no débil, pobre pero no pordiosero, calmado y cimbreño, franco y humilde, denso y sencillo, desenvuelto y sabio. Hombre de fuego y lágrimas, de adoración y de acción, hombre de panes, de peces y de vertiginosos pensamientos. Ha usado sabiamente la voz. Pero existía una razón: porque aun cuando hayamos hecho desaparecer el hambre del mundo, habremos hecho poco. Demasiado poco. El hombre no es únicamente un ser que alimentar, vestir, alojar, defender, curar y asegurar. Es también una criatura que iluminar, guiar, aconsejar, confortar, animar y elevar. El hombre es un ser que necesita palabras. El evangelio te da la razón: el Pastor ha de saber hablar. Con las palabras, con la vida. Pero ¿y el rebaño?

El rebaño escucha y sigue. En el evangelio. ¿Y entre nosotros qué? Mis ovejas, como párroco, se rompen el espinazo por Jesucristo. Saben que caminan hacia la Tierra Prometida. Quieren que yo sea positivo: me piden coherencia porque colaboran, porque en el día a día son puntuales. Han aprendido a sugerirme caminos nuevos, pasos hacia adelante. Me piden que vea el vaso medio lleno, que sea feliz, que rece, llore y sonría con ellos. En el evangelio una oveja que escucha es una oveja que se despierta, se sacude la pereza, alarga el paso. Yo no quiero cabizbajos, ciegos, descerebrados. Intentamos unir muchas manos para tener encendida la belleza de un rostro: el de Jesucristo. 
 
Yo y mi rebaño creemos que todo depende de las manos en las que los objetos se encuentren. Dos peces y cinco panes en mis manos son una buena merienda. En las manos de Dios alimentan multitudes. Entonces piensa: si mis razonamientos, mis miedos, mis esperanzas, mis sueños, mi familia, mis relaciones con los demás, los llevo en la mano, me pongo nervioso y nada más. Yo intento y enseño a cambiarlos de sitio y ponerlos en las manos de Dios. ¡Tantas veces dependen las responsabilidades y los proyectos de las manos en las que se encuentren! ¡Y cambia todo!

Escucha palabras verdaderas cuando las cosas no vayan bien y verás que todo irá mejor. Porque en tiempos de crisis hemos de aprender a distinguir la voz de un pastor de la de un mercenario. O de un vendedor de humo, que es su hermano gemelo. 

Semana del 12 al 18 de mayo

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Triduo a la Virgen de Fátima. Valentín Padín Camaño y esposa Dolores Arosa Méndez.

Martes: A la Virgen de Fátima, por la Parroquia.

Miércoles: Por Carmen Otero Padín y sus padres Aurelio y Valentina. Marcos Vidal Da Silva y difuntos de la familia.

Jueves: Por Emilio García Meis. Manuel Valladares Rial y esposa.

Viernes: A las 20:00 Eucaristía y confirmación de un grupo de jóvenes.

Sábado: Por Manuel Padín Suárez.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Maximino Pazos y esposa Josefina Cousido.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por Tito y esposa Águeda. Montserrat Gómez y esposo Juan.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Feliciano Pombo Padín. A las 20:00 Misa por Jacinto González Caneda, de Rouxique. Luis Caneda Basdedios. Antonio Fernández Dopazo y esposa Amalia. Elisa Oubiña Radío. Concepción González Torres, da Bruñeira, padres y hermanos.

Domingo: A las 10:30 por la Parroquia. A las 11:30 por los niños de la Catequesis.

domingo, 4 de mayo de 2025

¿ME QUIERE O NO ME QUIERE? ¡CLARO QUE TE AMA!

  

La última merienda. Porque para convencer al hombre, primero tienes que llenarle la panza. Y esto hasta Cristo lo sabe: Hijitos, ¿no tenéis nada para comer? Estos no lo reconocen, han oído hablar de la Resurrección, lo toman por un fantasma. Quién sabe por quién lo han tomado: un mendigo, un pescador rival, un viejo amigo. Hoy no es tiempo para cordialidades en las orillas del Mar de Galilea. En dos ocasiones ya, después de los hechos de Pascua, se lo habían encontrado. En la última agradecieron la testarudez de Tomás que la propició. Y sin embargo hoy no lo reconocen. Pesa en el corazón la noche apenas transcurrida: nada de pescado, poco pan y tanta hambre. Tres años antes trabajaban de pescadores, tres años después siguen siendo pescadores: redes que llenar, diálogos vespertinos entre remendar y tejer, fortuna y mala suerte. Lo miran y le echan en cara toda su rabia como respuesta a su pregunta: ¡No! Quizás el no más pesado de los evangelios. La negación más oscura de la esperanza, la desolación de un corazón de pescador: ¡no y después no, vete!
 

Sin embargo las redes pesan: las mallas repletas de peces. ¿Milagro? Quizá sí, quizá no: es que hambrientos han lanzado las redes por segunda vez. Aquel viandante los había provocado y ellos no se han echado para atrás: “Tirad la red por la parte derecha y encontraréis”. Peces, tantos peces, demasiados peces: mira, Pedro, mira cómo pesa esta red. Es Él.” -es la voz del vigía Juan. El tiempo para captar aquellas simples palabras y Pedro vuelve al agua, esta vez sin red: se lanza. La exageración de la sorpresa: las cosas hermosas ya hablan de Él, de su viejo Maestro renegado por miedo a los rumores de una criada en torno al fuego. Después todos en la playa, esta vez también Él tiene hambre: “Traed un poco del pescado que habéis cogido ahora”. Llevan remendada una serena conciencia. La que es presagio de las grandes empresas, también en el amor. Pero nadie osa preguntarle “¿quién eres? Con todo lo que tienen que contarle y decirle y que descargar en sus espaldas. Empieza Él: distribuye el pan, ellos toman el pescado a la brasa.
 

Es un amanecer extraño: nadie habla. Prefieren masticar y mirarle: ¡qué espectáculo se contempla bajo el cielo de Galilea! De aquel día quedó el perfume. El perfume es una pedrada celeste: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? No le basta el amor, el pescador pide la prueba de amor. Quiere oír de sus propios labios, tantas veces mentirosos y cobardes, si su corazón late más fuerte que el de Bartolomé o Simón Tadeo: si supera al de Juan. Él piensa, con el bocado aún en la boca: enlaza los recuerdos de aquel día de tanta pesca con Andrés, de las llaves de allí arriba, de las alabanzas que le valieron el título de bienaventurado en la tierra. Los mil días y otras tantas noches con Él, los enfados y los milagros, aquellos pies lavados y su redomada testarudez. Pedro tiene un nudo enorme en la garganta: “Claro, Señor, tú sabes que te quiero”. Esta mañana el Maestro es un desmemoriado, como las abuelas: tres veces se lo pregunta. Y por tres veces, Pedro  reabre el corazón; la tercera, incluso exagera: “Tú lo sabes todo, sabes que te amo”. No es un bien de hombre, lo de Pedro es amor. Quizá Cristo lo sabía, pero ha querido sentírselo decir. No una, tres veces. Unas noches atrás un gallo contó hasta tres antes de cantar y hacer llorar al viejo pescador. Hoy el Resucitado vuelve a contar hasta tres para borrar aquellas tristes palabras. Todo en orden: “Apacienta mis ovejas… sígueme”.
 

El pescado a la brasa se lo repartirán los otros que se quedaron alrededor del fuego. Pedro, quizás aún mojado tras aquella zambullida exagerada, debe partir: hay corderos que apacentar, rebaños que guardar, apriscos que proteger. Porque están preparando un premio para el nuevamente acreditado pescador: dos troncos y cuatro clavos, como el Amigo. No hay aún martillo, pero ya han decidido la posición: lo clavarán con la cabeza hacia abajo, al revés. El pescador en la cruz: esta vez es verdadero amor

Semana del 5 al 11 de mayo

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Sábado: Por Manuel Salgueiro Torres. Juana Cacabelos Vidal y Teresa Cacabelos Vidal.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 Triduo a la Virgen de Fátima. Misa por Miguel Duarte Gómez. A las 18:00 Reunión de los jóvenes de Confirmación, padres y padrinos.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Sábado: Misa por Ernesto Barreiro Mouriño, de Rouxique. María Esther Pérez González. Albino Mayán Buezas y sus padres. Cándido Fernando Oubiña Radío y Manuel Vidal Dadín, do Freixo. Antonio Fernández Torres.

Domingo: A las 10:00 por Alfredo Lores Lores e hija María Esther, de Piñeiros. Manuel Fernández Afonso y Dolores Torres Caneda, da Salgueira. A las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 27 de abril de 2025

II Domingo de Pascua

 


Reflexión sobre el Segundo Domingo de Pascua, que realizó el Papa Benedicto XVI en el rezo del Angelus del Domingo 11 de abril de 2010. 

Este domingo cierra la Octava de Pascua como un único día «en que actuó el Señor», caracterizado por el distintivo de la Resurrección y de la alegría de los discípulos al ver a Jesús. Desde la antigüedad este domingo se llama «in albis», del término latino «alba», dado al vestido blanco que los neófitos llevaban en el Bautismo la noche de Pascua y se quitaban a los ocho días, o sea, hoy. El venerable Juan Pablo II dedicó este mismo domingo a la Divina Misericordia con ocasión de la canonización de sor María Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000.
 
De misericordia y de bondad divina está llena la página del Evangelio de san Juan (20, 19-31) de este domingo. En ella se narra que Jesús, después de la Resurrección, visitó a sus discípulos, atravesando las puertas cerradas del Cenáculo. San Agustín explica que «las puertas cerradas no impidieron la entrada de ese cuerpo en el que habitaba la divinidad. Aquel que naciendo había dejado intacta la virginidad de su madre, pudo entrar en el Cenáculo a puerta cerrada» (In Ioh. 121, 4: CCL 36/7, 667); y san Gregorio Magno añade que nuestro Redentor se presentó, después de su Resurrección, con un cuerpo de naturaleza incorruptible y palpable, pero en un estado de gloria (cfr. Hom. in Evang., 21, 1: CCL141, 219). Jesús muestra las señales de la pasión, hasta permitir al incrédulo Tomás que las toque. ¿Pero cómo es posible que un discípulo dude? En realidad, la condescendencia divina nos permite sacar provecho hasta de la incredulidad de Tomás, y de la de los discípulos creyentes. De hecho, tocando las heridas del Señor, el discípulo dubitativo cura no sólo su desconfianza, sino también la nuestra. 
 

La visita del Resucitado no se limita al espacio del Cenáculo, sino que va más allá, para que todos puedan recibir el don de la paz y de la vida con el «Soplo creador». En efecto, en dos ocasiones Jesús dijo a los discípulos: «¡Paz a vosotros!», y añadió: «Como el Padre me ha enviado, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos, diciendo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos». Esta es la misión de la Iglesia perennemente asistida por el Paráclito: llevar a todos el alegre anuncio, la gozosa realidad del Amor misericordioso de Dios, «para que —como dice san Juan— creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre» (20, 31). 

A la luz de estas palabras, aliento, en particular a todos los pastores a seguir el ejemplo del santo cura de Ars, quien «supo en su tiempo transformar el corazón y la vida de muchas personas, pues logró hacerles percibir el amor misericordioso del Señor. Urge también en nuestro tiempo un anuncio semejante y un testimonio tal de la verdad del amor» (Carta de convocatoria del Año sacerdotal). De este modo haremos cada vez más familiar y cercano a Aquel que nuestros ojos no han visto, pero de cuya infinita Misericordia tenemos absoluta certeza. A la Virgen María, Reina de los Apóstoles, pedimos que sostenga la misión de la Iglesia, y la invocamos exultantes de alegría: Regina caeli...

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Semana del 28 de abril al 4 de mayo.

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

Lunes: Por María Luisa Gondar Vieites, padres y hermanas. Elisa Valladares Rial, padres e hijo Manuel.

Martes: No habrá Misa.

Miércoles: Por el santo padre el papa Francisco.

Jueves: A la Santísima Virgen.

Viernes: A las 19:00, Primer Aniversario de Carlos Seijas Castro. A las 20:30 Reunión de Catequistas.

Sábado: Por la Parroquia. Por Antonio Prieto Alfonso.

Domingo: Primera a las 9:00 por Aurora Insua Camaño, Lolita Camaño y difuntos de la familia. Isabel y Joaquín Martínez Acuña. Segunda a las 12:30 por Marcelina Domínguez Varela y difuntos de la familia. Manuela, Amparo y difuntos de la familia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Martes: Por el santo padre el papa Francisco.

Jueves: A las 12:00 Misa en Gondar.

Sábado: A las 20:00 Misa por Carmen "a Paparola", Francisco Germán Castro Alverez, de Gondariño; María Bugallo Camiña, esposo Juan y difuntos de la familia. Manuel Torres Torres, esposa Elisa Otero Fernández, da Arnosa, e hijos fallecidos. Delfina Buezas Pérez, da Xuncablanca. Vicente y esposa, de Piñeiros. A la Virgen del Carmen, una devota.

Domingo: Primera a las 10:30 por Dolores Torres Lores y esposo Amancio. Manuel Albino García Camiña, do Cruceiro. Luis Pita Vidal. Segunda a las 11:30 por la Parroquia.

domingo, 20 de abril de 2025

LA GRAN FIESTA DE LA LIBERTAD


Desde la Pascua judía, que es la que da nombre a la Pascua cristiana, el tiempo, los cultos y las culturas por las que ha atravesado esta celebración, han ido emborronando la imagen de sus orígenes, de manera que ya no sabemos qué es lo que celebramos, que es justamente la gran epopeya de la liberación del pueblo de Israel, sometido a dura esclavitud por el faraón de Egipto. Un pueblo de Israel en número de 600.000: Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado. 
Evidentemente se trató de la liberación de una enorme multitud de esclavos que dejaría al faraón sin la mano de obra de esos extranjeros a los que había logrado esclavizar tan intensamente, que se tenían que buscar ellos mismos la paja para fabricar los adobes. Y no fueron cuatro días ni cuarenta años: El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de cuatrocientos treinta años. Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Yahvé salieron de la tierra de Egipto.
Estamos en tiempo de grandes migraciones, algunas de ellas iniciadas hace casi un siglo con los procesos de descolonización. En Europa entendemos muy bien el impacto de las grandes masas de inmigrantes. Claro que, en este caso, los esclavos más intensamente explotados (con todos los barnices paliativos de las ayudas sociales) son los venidos de fuera. Pero creo que ni aun así logramos entender qué es la libertad. Nos sentimos muy satisfechos de nuestra capacidad para procurarnos las cebollas de Egipto, los alicientes para que no nos pese tanto la esclavitud. 
En el rito de la Pascua judía (Éxodo 12) ocupa un espacio considerable el pan ácimo, sin levadura: tortas duras en lugar de panes esponjosos. Algo sumamente significativo, que adoptará la Iglesia para el Pan Eucarístico: con la levadura se inicia un proceso de fermentación de la harina que hace el pan más comestible y digerible. Ese refinamiento exige un tiempo del que no dispone aquel al que le ha llegado el momento de emprender su marcha hacia la libertad, dejando atrás su esclavitud. Por esa misma razón, el cordero será asado al fuego: que cocerlo o estofarlo, o hacerlo al horno, requeriría demasiado tiempo. Y por lo mismo, nada de comer sentados, sino a punto de marcha:  Lo comeréis ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente. La libertad no puede demorarse, no puede esperar.
Por otra parte, si el pan ha de servir de viático para un camino tan duro como el de la libertad, más vale que sea ácimo (sin levadura, que no fermente) para garantizar su mayor duración, su incorruptibilidad. Si ha iniciado un proceso de fermentación, corre un mayor riesgo de deterioro. Y si eso hace que no sea tan agradable de comer, que es el caso, la conquista de la libertad bien lo merece. 
He aquí, pues, que en la segunda gran epopeya de Dios empeñado en la liberación de la humanidad, el pan ácimo vuelve a tener un papel de primer orden. El pan que ha de transubstanciarse en el Cuerpo de Cristo, ha de ser también pan ácimo: incorruptible. 
Solemos olvidar dos hechos básicos: el pecado original y la Redención. Con el pecado original nace la distinción entre el bien y el mal, es decir la clara identificación del mal. Y aunque repugne a la antropología anticristiana (y antijudía y antiislámica), super-buenista, después de tantos milenios como llevamos conociendo al hombre occidental (al que primero llegó el Evangelio), tenemos una extensísima constatación de cómo el mal tiene envenenada a la humanidad. Nos hemos tragado el relato del Emilio de Rousseau, y nos hemos empeñado en que el hombre es bueno por naturaleza. A pesar de las evidencias incuestionables. Hasta las cárceles están llenas de buena gente.
Y bien, la maldad intrínseca del hombre “civilizado” hemos de centrarla necesariamente en la esclavitud (tan arruinado moralmente el esclavizador como el esclavizado) y en su derivado el trabajo. Sí, claro, nos hemos instalado en la teología atea del trabajo (claro, “el trabajo os hará libres” en alemán, arbeit macht frei, de infausta memoria). Tan y tan divinizado tenemos el trabajo, que no hay actividad humana a la que no llamemos trabajo. Y eso no fue siempre así. Nos han vencido por el lenguaje. En su origen, sólo mereció el calificativo de trabajo, el que se imponía a los esclavos. Pero luego vino el apaño de la “libertad laboral”, en virtud de la cual cambió el régimen de trabajo. En vez del régimen esclavo, que le salía muy caro al amo, se instauró el régimen salarial, en el que el trabajador tenía que atender a su manutención. Y hoy lloramos porque se nos viene una reducción aterradora del trabajo. 
¡Ah!, y la principal causa de las guerras es el empeño de cada país y de cada patrón por mantener a sus trabajadores e incluso por aumentar su número. Y claro, todos sabemos cuáles son las principales fuentes de trabajo. Y eso no hay quien lo pare.
Claro que la principal esclavitud es el mal, al que la Iglesia llama pecado. Ahí empieza la pasión del hombre. En el judaísmo, fue Yahvé quien movió a Moisés para que liberara a su pueblo de la esclavitud del faraón. Y ahí empezó la historia de la liberación del hombre por Dios. Pero incluso esa gran epopeya de liberación que se inició con la Pascua judía, se torció. Fue la tremenda inclinación del hombre (en ese caso, del pueblo de Israel) a proseguir su propio diseño de libertad: copiando con el nombre de libertad, la esclavitud que practicaban los pueblos de alrededor.
Había que enfocar de un modo nuevo (un Nuevo Testamento, un Nuevo Pacto) y con una extensión universal, la liberación (¡Redención!) del hombre. Esta vez es el Hijo de Dios que se hace Hombre-Esclavo (durante muchos siglos, y en muchas lenguas, han sido sinónimos hombre y esclavo; es que existía la otra clase de hombre, el señor o el libre). Y en su condición de esclavo, acepta ser tratado como esclavo, y ser condenado a la pena de muerte que correspondía al esclavo: la crucifixión. Éste es el Dios que lleva ya 2.000 años en su empeño por redimirnos, por hacernos libres bajo la condición de hijos de Dios.
Y juntando la Pascua del Antiguo Testamento con la del Nuevo, volvemos a tener el Pan ácimo, totalmente libre de corrupción que se transubstancia en el Cuerpo de Cristo, para alimentarnos: un pan, “fruto del trabajo del hombre”, que también sacrificamos y santificamos. Es el camino elegido por el cristianismo. Es nuestra Pascua.