domingo, 25 de julio de 2021

¿Podéis beber el cáliz que estoy a punto de beber?

 


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Jesús camina, enseña, se revela, hace milagros. Pero es como si no estuviera diciendo nada y no revelando nada de su misterio y su verdad según Dios. Los hombres son sordos a su voz. Proceden según sus pensamientos terrenos, de corto vuelo. Para ellos sólo hay una forma de ser Mesías: según David, como si el reino de Dios fuera una actualización del reino de David y del Mesías uno en todos similares a él. La profecía hecha a David sólo dice que el reino y el rey serán eternos. Nada más. Después de esa profecía hay una multitud de ellos y cada uno de ellos revela y manifiesta una verdad acerca de Cristo que vendrá. El Mesías según Dios será el que cumplirá todas las verdades. Una sola verdad no lo hace un Mesías según Dios, él puede hacerlo como un Mesías de acuerdo con el pensamiento de los hombres. Pero los pensamientos de Dios son "muy altos", difíciles de captar para una mente creada, envuelta por el límite natural y además por el aún más pesado limite  del pecado. Jesús está inmerso en la sabiduría del Espíritu Santo y sabe cómo responder.

 
La madre de los hijos de Zebedeo se acerca a Jesús y con una mentalidad carnal y terrena, le pide a Jesús que sus dos hijos, Santiago y Juan, sean puestos en primer lugar en su reino. Uno debe ocupar el lugar a su derecha y el otro a su izquierda. ¡Pensamiento mundano sobre el reino y una  petición muy de  moda! Jesús no puede explicar a una persona que no sabe nada de Él su misterio divino y humano, su misión de salvación. Funciona para una distinción. Sólo puede dar lo que está dentro de su competencia. Sin embargo, puede darles su cáliz para que la beban, es decir, su martirio. Esto puede dar y esto sin duda dará. Sin embargo, no puede asignar ningún lugar. No puede determinar quién es el primero y quién es el segundo. Quién debe ir a la derecha y quién a la izquierda. El Padre reservó este poder para sí mismo, para su elección. Es solo por su voluntad, en la que nunca habrá injerencia, asignar puestos, tareas, ministerios. Es del Espíritu Santo dar a cada persona su carisma personal y especial, para que el ministerio recibido pueda ser vivido con excelente fruto. Pero, ¿es esta explicación suficiente para poner paz en los corazones de los discípulos? ¿No soñó cada uno de ellos con el primer lugar?

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Los otros diez escuchan las palabras de la madre de los hijos de Zebedeo, no prestan atención a la respuesta de Jesús. Si hubieran entendido las palabras del Maestro, seguramente habría paz en sus corazones, ya que todo es del Padre y nada de Jesús el Señor. Jesús interviene y tranquiliza los corazones de todos. En primer lugar, el reino de Jesús no es un reino a la manera de los reinos de la tierra. Estos son reinos en los que reina la opresión y la dominación de quienes gobiernan. No están llamados a mandar porque el reino es diferente. El de Jesús es un reino en el que sólo él se sirve a sí mismo. Pero para servir hay que ponerse uno en el último lugar. Desear el primer lugar ya es construir un reino diferente, no de Dios. Él será el primero que tomará el último lugar y será el siervo de todos. En este servicio, Jesús se da a sí mismo como modelo. No vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos. De esta manera vivimos en el reino de Dios que él reconstruirá en la tierra. Estas son sus leyes y son su verdadera liberación para todos, porque el primer lugar es uno, el último lugar en cambio es infinito.

 

Virgen María, Madre de la Redención, Ángeles, Santos, danos el último lugar en Cristo.


Mn. Francesc M. Espinar Comas 

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