lunes, 5 de enero de 2015

Glosa Dominical

UN NUEVO PRINCIPIO, UNA NUEVA OPORTUNIDAD, UN RETO
En el Nuevo Testamento hay dos palabras griegas que sirven para indicar el tiempo. La primera es kronos e indica el tiempo según una perspectiva humana, es lo que se mide con el reloj y que está compuesto de horas, minutos y segundos. Para muchas personas este tipo de tiempo “es oro”.
La segunda es kairós e indica el tiempo según una perspectiva divina. El tiempo de Dios no se mide con el reloj, sino con la fe. No está hecho de horas sino de pasos de Dios en la historia humana. Este segundo tipo de tiempo “es gracia”.
En las lecturas de este II Domingo después de Navidad encontramos conceptos importantes ligados al tiempo:
1º Antes de los siglos, desde el principio, Él me creó. (1ª lectura)
2º En el principio existía la Palabra (Evangelio)
3º Dios nos ha escogido desde el principio, antes de la creación del mundo (2ª lectura)
La palabra principio es la primera de la Biblia: “En principio Dios creó el cielo y la tierra”. Cuando rezamos decimos “Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén”
Podemos considerar esta palabra según un punto de vista cronológico, y es entonces cuando nos viene el dolor de cabeza, porqué para hacernos idea hace falta ir tan hacia atrás en el tiempo, que nos resulta imposible para nosotros entender algo.
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El Big Bang, el principio del Universo, según los científicos, aconteció hace 13.700 millones de años. Pero este periodo de tiempo no es nada comparado con la eternidad. El principio de Dios es infinitamente anterior al Big Bang.
Sin embargo podemos considerar esta palabra desde el punto de vista kairológico: entonces somos invitados a ir más allá del tiempo para entrar en una perspectiva espiritual maravillosa. Dios nos ha elegido como hijos suyos antes de que el mundo comenzase a existir.
La Encarnación de Jesús, que celebramos en este tiempo de manera especial, estaba ya en la mente del Padre desde el inicio. El Hijo de Dios, tal como recitamos en el Credo “nació del Padre antes de todos los siglos”.
Así pues, un primer apunte para nuestra meditación hace referencia al tiempo: demos gracias a Dios porque su amor es eterno, Él nos ha llamado por nuestro nombre y nos ha amado desde el principio.
La venida de Jesús en nuestra condición humana nos señala el inicio de una nueva vida, de una nueva esperanza. Con la Natividad de Jesús se ha iniciado algo nuevo para la Humanidad: Dios se ha hecho cercanísimo a todo hombre.
C:\Users\FRANSESC\Desktop\imagesHOE5LKMG.jpgEl nacimiento del Hijo de Dios nos invita a creer fuertemente que existe un nuevo principio para cada uno de nosotros, incluso en medio a las dificultades de la vida. Celebrar la Navidad de Cristo significa creer que existe un nuevo punto de partida para cada uno de nosotros, cualquiera que sea nuestra condición, y que “nada es imposible para Dios”.
Una segunda observación que podemos hacer, analizando la Palabra de Dios de este día, es la utilización de algunos términos para describirnos a nosotros los hombres: elegidos, benditos, amados, gloriosos, su porción, santos, inmaculados, hijos, engendrados por Él, destinatarios de su gracia. Son calificativos que nos pueden chocar. Imposible no quedar asombrados de como Dios nos califica. Alguien podría pensar que Dios está exagerando un poco. ¿Habla de nosotros? ¿Estas palabras Él las dirige a nosotros? Nosotros somos pecadores, rebeldes, viles y mezquinos, embarrados con tantas maldades, y tan menudo experimentado que no somos ni amados por nadie, ni gloriosos, y mucho menos “hijos”.
Leyendo la Biblia descubrimos que nosotros somos para Dios “personas muy importantes”. Very important person (VIP) dicen los ingleses.
Somos tan importantes para Él que Dios ha mandado a su Único Hijo, para que quien crea en Él no muera, sino que tenga la vida eterna.
Así pues una segunda reflexión en referencia al sentido profundo de la Navidad. Dios nos ama infinitamente y por nosotros ha regalado lo más precioso que tenía: su hijo único.
Aunque tenemos dificultad a dejarnos amar gratuitamente por Dios, aunque nos sintamos pecadores u olvidados, la celebración de hoy día nos recuerda cuán grande es la estima de Dios por cada uno de nosotros. Aunque si nuestra autoestima es escasa, Dios nos valora infinitamente.
Dios es el único que nos ama tal como somos y nos dice: “Ámame cómo eres… si esperas a convertirte en un santo o un ángel para amarme, no me amaras nunca”
La segunda llamada que hoy recibimos es una invitación a amar a Dios y dejarnos amar gratuitamente por Él en este tiempo de Navidad.
Recemos para Dios nos conceda la fe para creer en un nuevo inicio de nuestra vida, la esperanza de ver realizadas sus promesas y la caridad para amarlo y dejarnos amar tal cómo somos.

Fr. Tomás M. Sanguinetti

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