lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Aleluya!



El Niño Dios nace esta noche en Belén. 
Alegrémonos. 

Dios, hecho Niño, llama  a tu puerta. 
Es Buena Noticia porque viene como Salvador. 
Viene para manifestarnos el Amor de Dios y para quedarse con nosotros. 
Hemos de abrirnos a su palabra y a su toque de Gracia. 
Tenemos que asimilar el evangelio. 
¿Cómo es posible el nacimiento de un Dios? 
Rompe todos nuestros esquemas, 
entra en la categoría de misterio en el que nos adentramos y nos perdemos. 
Quizás la raíz del misterio no es otra que el Amor. 

Podía salvarnos sin necesidad de molestarse tanto: 
enviando médicos, medicinas, ángeles y profetas, oráculos y escrituras. 
Pero, no.  
Nació como uno de tantos, vivió en el anonimato, 
se rodeó de gente humilde, murió sufriendo en una cruz.
Un Dios entre los últimos. 
Un Dios que se ofrece pero no apabulla, que propone pero no impone,
que seduce pero no obliga.
Cuando Dios se manifiesta no evita el esfuerzo de la búsqueda,
 de la pregunta, de la oración. 
Dios llama una vez más a nuestra puerta, lo de llamar a la puerta es muy propio de Él . 
Algunas veces le abren de par en par, pero otras muchas o no le escuchan o no le quieren abrir. 
Tal vez esta noche te pida posada. 



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