domingo, 12 de octubre de 2025

DIEZ ENTRE DIEZ, UNO DE DIEZ: ¿UNO Y NUEVE?

 

 
Un porcentaje en sintonía con los tiempos que corren: uno de diez. Que al fin y al cabo, pensándolo bien -más allá de lo poco de matemáticas que sé- deja algo sin resolver. Es cierto que el punto de partida fue igual para todos: ser leproso significaba ser la periferia de lo humano, la franja molesta y pesada de la humanidad, incluso de aquella que iba a ser alcanzada por los pies de Cristo. Él camina y ellos mendigan un poco de atención: Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. Que no está mal como petición: es la humilde pertenencia de quien dice sin Ti estamos perdidos, sálvanos, Maestro. Aquel Maestro que, lejos de querer aparecer como un factótum de lo humano, los envía al sacerdote a curarse. No es desinterés, ni siquiera un anticipo de lo que el genio de Pilatos hará con Él. Es simplemente el respeto de una tradición que reinaba en aquel tiempo: sólo un sacerdote puede testificar tu curación, por eso vete a él. Quién sabe qué sentimientos les causó aquella respuesta: ¿desolación, melancolía, amarga sensación de no ser nada ante Sus ojos? Los manda porque todo recorrido de fe es un camino, es un partir a ultranza, es fiarse que algo cambia, que algo ya está cambiando. Que la lepra ya ha comenzado a desaparecer con sólo descansar su mirada sobre ellos: hace falta fe para ponerse en camino, convencidos de que algo acontecerá. Como aquella niña de un pueblecito de la comarca de la Segarra en el interior de la provincia de Lérida: un día los payeses, en medio del bochorno veraniego, fueron a la iglesia para elevar sus rogativas pidiendo la lluvia. Únicamente ella se presentó en el templo con el paraguas en la mano, en pleno agosto: la única que estaba convencida de que Dios les iba a conceder la lluvia.


La niña y los leprosos: mientras iban fueron purificados. Dios no pasa, no desea rehuir de sus responsabilidades, sus oídos no son oídos de mercader ambulante y de charlatán, sino de un enamorado desmemoriado, sensible al más insignificante movimiento de una hoja a lo largo del sendero caminado por el amante. Aquel sendero donde, ajeno a todo, se ha producido el milagro de la sanación: no uno entre diez, no tres entre diez, sino diez entre diez. Las victorias de Cristo sobre la muerte son aplastantes, las únicas humillaciones que no admiten replica alguna, demostraciones intachables de que nada se puede contra el Cielo.
El 100%: y como respuesta el 10%: uno de ellos viéndose curado volvió atrás alabando a Dios con grandes voces… para darle gracias. ¿Y los otros? También Cristo se lo pregunta: el Nazareno no hace milagros para ser alabado, y es que más allá de la curación les había preparado la salvación. Y a cambio, nada. Desaparecidos en la euforia de su felicidad: con la panza llena, cada uno volvió a los viejos oficios de otro tiempo. Quien era ladrón continuó robando. Quien bebía, volvió a la taberna. Quien pecaba de lujuria volvió a retozar en las alcobas, volviéndose quizás peor que antes. Quien negociaba, volvió a las mercancías de la ciudad. Volvieron al mismo punto desde donde la lepra les había alejado: y para el agradecimiento, ni el más mínimo pensamiento.


Desapareció la lepra, pero la piel quedó reseca y envejecida: sólo la del samaritano -el último del que te lo podías esperar- sale rejuvenecida. Y en este porcentaje está el verdadero pecado: uno entre diez. No que se cura, sino que sabe agradecer, que vuelve sobre sus pasos para estrechar una mano, para cruzar una mirada, para volver a iluminar una memoria que parecía perdida. Porque decir gracias, después de todo, es como decir sin Ti aún sería un leproso, has obrado un cambio en mí, has destruido mi enfermedad. De hecho en los Evangelios nadie es tan rico como para no permitirse la fuerza de un gracias. Quizás pronunciado al final, quizás como apéndice de una historia maldita, quizás susurrado entre los intervalos de una herida espeluznante. Allí donde sea, hay algo que nos hace sospechar que también Cristo sabe apreciarlo. No porque quiera sentirse importante sino simplemente porque más allá de la curación también querría ofrecer la salvación. Diez han recibido un don, uno ha correspondido. Quizás está bien que sea así porque la fe se alza como respuesta del hombre al eterno cortejo de Dios.

Semana del 13 al 19 de octubre

 

Dena

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: Elisa Arosa Méndez, esposo y hermanas. Modesta Camiña Dopazo, esposo Rogelio y difuntos de la familia.

Martes: A la Virgen de Fátima y a Santa Rita a intención de Mercedes Riveiro.

Miércoles: Juan Vidal Méndez esposa e hijos.

Jueves: No habrá Misa.

Viernes: Al Sagrado Corazón de Jesús, a intención de un devoto. A las 20:00 horas reunión de catequistas.

Sábado: A las 11:30 primer Aniversario Regina Padín Vázquez. A las 20:00 Misa por Luis Estévez Pérez y Lola Méndez.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por las intenciones de la familia García Tage. Intenciones de la familia Arteaga Gómez de la Vega. Alberto y difuntos de la familia. Comienza la Catequesis.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Jueves: Por las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Manuel Albino García Camiña. A las 19:00 Misa por Elda Angélica Troncos Poceiro. Luis Caneda Basdedios. Jacinto González Caneda, de Rouxique. Carmen González Cacabelos, esposo Antonio e hijos.

Domingo: Comienza la Catequesis. A las 10:30 Misa por la Parroquia. A las 11:30 por los niños que comienzan la Catequesis.

domingo, 5 de octubre de 2025

AQUELLA MORERA ME HA ENOJADO

 


Habacuc: la dificultad de un nombre que encierra un misterio, un proyecto. ¿Quién es ese? Habacuc era un hombre como miles de hombres: un puñado de barro hecho vida por un soplo divino. Nombre un poco raro, un poco extraño: las pocas veces que nos lo encontramos, sonreímos. Un hombre perdido, impotente, en guerra contra el mundo. Además enojado con su Dios. Porque el espectáculo cotidiano era un desastre. Y porque parecía que Dios pasase de su enfado. En aquel tiempo los hombres se encarnecían unos contra otros ferozmente, la injusticia rozaba niveles atroces, robar era lo normal, al débil se lo enterraba en la miseria. Lo creado, espléndido jardín en manos del hombre, parece haberse convertido en un desierto de aullidos solitarios. ¿Y Él? Él deja hacer. Da la sensación de andar distraído, da muestras de una gran indiferencia. Parece un Dios pasota. Y Habacuc se lamenta. Se siente un profeta obligado a gritar palabras que nadie quiere oír. Por eso se encara con Dios, su Dios, que lo ha enviado a la refriega frente al escenario de la historia y parece decirle: Dios, ¿cómo lo hacemos? Yo Habacuc, protesto. Lo miramos estupefactos, con una cierta admiración porque osa señalar a Dios con el dedo, sin bromear. Después descubrimos que Habacuc somos nosotros. Somos nosotros cuando desgranamos la basura del mundo con mirada indignada, incrédula y escandalizada. Parece que no hayan pasado 2700 años desde entonces y descubro que el hombre es siempre el mismo: una vieja antigualla oxidada a la que le cuesta tirar hacia adelante.

Habacuc, hombre de fe

Dios y su profeta: un haz de esperanza, de estrategia amorosa, de locura encantadora. Dios escucha el desahogo del hombre. Lo escucha, lo interpreta, lo convierte en su tesoro porque Dios se enamora del hombre cuando es libre. Libre para desahogarse y darle gracias, libre de asombrarse y avergonzarse, de caminar y caer, de creer o blasfemar. Dios espera. Después pide a Habacuc que coja papel y pluma y escriba. No era cierto pues que se desentendía de todo: oía el clamor de los hombres. Y entonces Dios habla de un plazo, de una fecha tope. Sí, porque este escenario teatral que llamamos vida, un día bajará el telón. El director revisará las escenas, se emitirá un veredicto. No sabemos el cuándo: basta saber que sucederá. Y Dios da su palabra como garantía. Dios se pone en movimiento para que el hombre haga lo mismo.

Un dato como prenda que te hace interpretar la historia de manera insospechada: Si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a esta morera… Que es como decir que la realidad es aquello que es tu fe. Si crees que la realidad no puede cambiar, es porque no tienes fe. Descubrimiento amargo: si tienes fe, todo puede cambiar, todo está por hacer. También cambiarte a ti mismo. Si la morera o la montaña están ahí es porque las estás contemplando sentado con batín y pantuflas, somníferos y mando a distancia, diuréticos y adelgazantes. Están ahí porque protestamos pero no las cambiamos. Jugamos con palabras pero están vacías, son inocuas, les hemos secuestrado la fuerza y la ternura. Nos sentimos gigantes pero la historia de los hombres nos retrata como enanos.



Es la misma exhortación que San Pablo hace a Timoteo recordándole que Dios nos ha dado un espíritu de guerreros, de aventureros. Le recuerda que hemos sido creados para lanzarnos a la aventura del mundo. Ensuciarse las manos es mandato directo de Dios: sin ninguna dispensa. Porque la morera hay que desarraigarla, desenmascarar al mal, tenemos que hacer que el mundo resurja cada día. No basta conservar o custodiar, hay que construir, elevar, ensalzar. Hay que trastornar el mundo. ¡Cosa de locos! -dirán muchos-. Pero esperamos milagros del Señor. Yo soy un goloso de los milagros de Dios. Los colecciono como sellos o cromos. Pero me olvido de que Jesús el Señor los llevaba a cabo cuando encontraba fe. Yo en cambio espero los milagros para tener fe. ¡Y pensar que todo el Evangelio es una demostración de la debilidad de Dios frente a la fe! Pero yo niego al Señor esa alegría. Porque no tengo fe. En resumidas cuentas: ha bastado encontrar una enojosa morera en el camino para recibir un penoso suspenso. El enésimo.

Semana del 6 al 12 de octubre

 


Dena

Intenciones de las Eucaristías.

Durante la semana a las 20:00 horas.

Lunes: No habrá Misa.

Martes: Por Manuel Dadín González.

Miércoles: Ramiro García Fariña. A intención de la asociación de la Virgen del Carmen.

Jueves: Vocaciones a la Vida Sacerdotal, Religiosa y Misionera.

Viernes: A las 18:00 primer Aniversario de Amador Rial Salgueiro.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Miguel Duarte Gómez. A las 20:00 Misa por las intenciones de la Parroquia. Modesto Sanmartín Arosa y difuntos de la familia.

Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:00 por José Da Silva Gaspar, su madre y difuntos de la familia. Intenciones de la familia García Tage. Intenciones de la familia Arteaga Gómez de la Vega. Alberto y difuntos de la familia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

Jueves: Manuel Camiña Carballa. Manuel Fernández Garrido y sus padres Manuel y Cándida.

Sábado: María Esther Pérez González. Juan Camiña Lamelas y esposa Carmen, da Bruñeira. Modesta Pombo Padín y esposo Valentín.

Domingo: A las 11:00 Misa por Ana Troncoso Poceiro. Luis Pita. Julián y su hija Carina.