domingo, 26 de octubre de 2014

Glosa Dominical

UN REINO DE AMOR Y PERDÓN, DE JUSTICIA Y VERDAD
Amar a tu prójimo de la misma manera como tú has sido amado de Dios. Ese es el reto y la responsabilidad de la vida cristiana. Cuesta descubrir y aceptar que el perdón recibido de Dios se convierta en condición previa para poder ofrecer el perdón a los demás. Es la idea del don recibido que deviene en nosotros capacidad y libre compromiso para transformar nuestra vida en donación. Es como si Dios nos dijese: “Lo que gratuitamente habéis recibido, dadlo gratis” (Mt. 10,8).
La memoria de lo que Dios ha hecho en nuestra vida debería convertirse en sabiduría y comprensión de las situaciones de los demás: porque sabemos cómo son de difíciles las cosas, ayudamos a los demás en sus dificultades. Siempre y con alegría.
La 3ª ley de la dinámica de Newton dice: “A toda acción corresponde una reacción igual y contraria”. Esta ley de la dinámica en psicología, y ya desde los tiempos de Freud, ha sido tan admitida como discutida. Si recibo un puñetazo, me encontraré descompensado psicológicamente hasta que lo devuelva. El mal recibido (acción) me causará un déficit que únicamente lo podré compensar restituyéndolo (reacción), posiblemente en la misma intensidad y a la misma persona de quien lo he recibido. 
 
En la 2ª carta a los Tesalonicenses, San Pablo niega en el ámbito de la vida espiritual y psicológica, esta ley newtoniana y enuncia la 1ª ley del Espíritu Santo: “Habéis acogido la Palabra en medio de grandes pruebas, con el gozo del Espíritu Santo”. Por muy grandes que sean las pruebas, no hay ningún argumento para rebelarse buscando compensar el desequilibrio causado por los sufrimientos recibidos. “El ejemplo del Señor” del que san Pablo habla en la 2ª lectura, es la resignación: es decir la capacidad de “atravesar el signo”(trans-signum) de leer el sufrimiento vivido a la luz de la fe.
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San Francisco dando limosna
Este tipo de respuesta amorosa, contrariamente a la 3ª ley de Newton, produce gozo, paz, deseo de bien. La fe lleva a una nueva alianza con la vida, fundada en el abandono confiado. Ningún deseo de reacción hacia aquel que ha sido el causante del dolor (incluso hasta Dios, según nuestra interpretación equivocada) ninguna necesidad de compensación psicológica o emotiva; sólo la fe, que se convierte en confianza en Uno que conocemos personalmente y cuyo ejemplo nos guía e inspira.  La lógica del amor cristiano, pues, tira por tierra las categorías humanas de compensación/desequilibrio. Hay más gozo en dar que en recibir. “Es dando como realmente se recibe” dirá San Francisco. Es amando siempre, incluso en las pruebas, como se experimenta el Amor.
El Amor es la plenitud de la Ley. La respuesta de Jesús a la pregunta de los fariseos, no se pierde en los meandros de las interpretaciones, de las discusiones especializadas, de la casuística de las diferentes escuelas. Al entregarnos a su Hijo en el sacrificio de la Cruz, Dios ha revelado lo que Él es: Amor. Hemos de colocar  en la base de nuestro obrar el amor por el prójimo. En esa dimensión, un grito de un padre a un hijo podrá ser un acto de amor; mientras al contrario, ser amables sin amor puede ser únicamente un comportamiento interesado, como podría darse entre un comerciante y su cliente.
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De aquí la invitación de San Agustín: “Dilige et quod vis fac” (Ama y haz lo que quieras). No una exaltación del sentimiento y del capricho, sino una exhortación a la responsabilidad por el bien del prójimo.
Para nosotros cristianos, la memoria de lo que Dios ha hecho y de cuánto nos ha amado, ha de ser estímulo cotidiano para amar. La presencia del Espíritu nos guie a amar con gozo también en los momentos de prueba. Y que el amor hacia Dios y el prójimo sean la regla suprema de vida y el punto de referencia de toda elección.
Este es el reino de amor y perdón, de justicia y verdad que queremos anticipar en la tierra, el reinado de Cristo en las almas y entre los pueblos. 

Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 27 de octubre al 2 de noviembre.






Dena.


 Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

 Lunes: No habrá Misa.

 Martes: Por Marcos Vidal Da Silva, difuntos familia Da Silva, familia Insua y Celsa.

 Miércoles: Por Manuel Vázquez Carneiro; Manuel Valladares Fernández y sus padres.

 Jueves: Por Jorge Vidal Camiña.

 Viernes: A las 18:00 primer Aniversario de Maruja Lastres Loureiro.

 Sábado: Solemnidad de todos los Santos. Primera a las 9:00 por todos los difuntos. Segunda: después de la visita a los Cementerios. A las 17:00 iremos al Cementerio viejo, luego al nuevo y sobre las 17:30 tendremos la Misa por todos los difuntos.

 Domingo: Primera a las 9:00 por todos los difuntos. Segunda a las 12:30 por todos los difuntos.

 

 

Villalonga

 
Intención de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.

 
Lunes: A las 18:00 primer Aniversario de Josefa Bouzada Poceiro, das Pedreiras.

Martes: A las 18:00 segundo Aniversario por Luis Padín Rey, de Piñeiros. A las 19:00 Misa por Manuel Estévez González, da Bruñeira; Eugenio Cores Gondar; Lita Dovalo, José y Celia.

Miércoles: Por Hortensia Otero Lores; Pedro Ansorena, Julia Garret, hijos Pedro, Federico, Julia y Marina Villalta.

Jueves: Comienza la Novena de Animas. Sobre las 19:00, Rosario, Novena y Misa. Durante la Novena no hay intenciones particulares, se aplica por todos los difuntos.

Sábado: Solemnidad de todos los Santos. Primera Misa: A las 11:00 de la mañana, después de la misa vista a los cementerios. Segunda Misa a las 19:00. Ambas Misas por todos los difuntos.

Domingo: Primera a las 10:30; segunda a las 11:30.

domingo, 19 de octubre de 2014

Glosa Dominical



Comentario a las lecturas del domingo XXIX del Tiempo Ordinario, que realizó el Papa Benedicto XVI el 16 de Octubre de 2011 en la basílica de San Pedro del Vaticano

La primera lectura, tomada del libro de Isaías, nos dice que Dios es uno, es único; no hay otros dioses fuera del Señor, e incluso el poderoso Ciro, emperador de los persas, forma parte de un plan más grande, que sólo Dios conoce y lleva adelante. Esta lectura nos da el sentido teológico de la historia: los cambios de época, el sucederse de las grandes potencias, están bajo el supremo dominio de Dios; ningún poder terreno puede ponerse en su lugar. La teología de la historia es un aspecto importante, esencial de la nueva evangelización, porque los hombres de nuestro tiempo, tras el nefasto periodo de los imperios totalitarios del siglo XX, necesitan reencontrar una visión global del mundo y del tiempo, una visión verdaderamente libre, pacífica, esa visión que el concilio Vaticano II transmitió en sus documentos, y que mis predecesores, el siervo de Dios Pablo VI y el beato Juan Pablo II, ilustraron con su magisterio.

La segunda lectura es el inicio de la Primera Carta a los Tesalonicenses, y esto ya es muy sugerente, pues se trata de la carta más antigua que nos ha llegado del mayor evangelizador de todos los tiempos, el apóstol san Pablo. Él nos dice ante todo que no se evangeliza de manera aislada: también él tenía de hecho como colaboradores a Silvano y Timoteo (cf. 1 Ts 1, 1), y a muchos otros. E inmediatamente añade otra cosa muy importante: que el anuncio siempre debe ir precedido, acompañado y seguido por la oración. En efecto, escribe: «En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones» (v. 2). El Apóstol asegura que es bien consciente de que los miembros de la comunidad no han sido elegidos por él, sino por Dios: «él os ha elegido», afirma (v. 4). Todo misionero del Evangelio siempre debe tener presente esta verdad: es el Señor quien toca los corazones con su Palabra y su Espíritu, llamando a las personas a la fe y a la comunión en la Iglesia. Por último, san Pablo nos deja una enseñanza muy valiosa, extraída de su experiencia. Escribe: «Cuando os anuncié nuestro Evangelio, no fue sólo de palabra, sino también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción» (v. 5). La evangelización, para ser eficaz, necesita la fuerza del Espíritu, que anime el anuncio e infunda en quien lo lleva esa «plena convicción» de la que nos habla el Apóstol. Este término «convicción», «plena convicción», en el original griego, es pleroforía: un vocablo que no expresa tanto el aspecto subjetivo, psicológico, sino más bien la plenitud, la fidelidad, la integridad, en este caso del anuncio de Cristo. Anuncio que, para ser completo y fiel, necesita ir acompañado de signos, de gestos, como la predicación de Jesús. Palabra, Espíritu y convicción —así entendida— son por tanto inseparables y concurren a hacer que el mensaje evangélico se difunda con eficacia.

Nos detenemos ahora en el pasaje del Evangelio. Se trata del texto sobre la legitimidad del tributo que hay que pagar al César, que contiene la célebre respuesta de Jesús: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22, 21). Pero antes de llegar a este punto, hay un pasaje que se puede referir a quienes tienen la misión de evangelizar. De hecho, los interlocutores de Jesús —discípulos de los fariseos y herodianos— se dirigen a él con palabras de aprecio, diciendo: «Sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie» (v. 16). Precisamente esta afirmación, aunque brote de hipocresía, debe llamar nuestra atención. Los discípulos de los fariseos y los herodianos no creen en lo que dicen. Sólo lo afirman como una captatio benevolentiae para que los escuche, pero su corazón está muy lejos de esa verdad; más bien quieren tender una trampa a Jesús para poderlo acusar. Para nosotros en cambio, esa expresión es preciosa y verdadera: Jesús, en efecto, es sincero y enseña el camino de Dios según la verdad y no depende de nadie. Él mismo es este «camino de Dios», que nosotros estamos llamados a recorrer. Podemos recordar aquí las palabras de Jesús mismo, en el Evangelio de san Juan: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (14, 6). Es iluminador al respecto el comentario de san Agustín: «era necesario que Jesús dijera: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” porque, una vez conocido el camino, faltaba conocer la meta. El camino conducía a la verdad, conducía a la vida… y nosotros ¿a dónde vamos sino a él? y ¿por qué camino vamos sino por él?» (In Ioh 69, 2). Los nuevos evangelizadores están llamados a ser los primeros en avanzar por este camino que es Cristo, para dar a conocer a los demás la belleza del Evangelio que da la vida. Y en este camino, nunca avanzamos solos, sino en compañía: una experiencia de comunión y de fraternidad que se ofrece a cuantos encontramos, para hacerlos partícipes de nuestra experiencia de Cristo y de su Iglesia. Así, el testimonio unido al anuncio puede abrir el corazón de quienes están en busca de la verdad, para que puedan descubrir el sentido de su propia vida.

Una breve reflexión también sobre la cuestión central del tributo al César. Jesús responde con un sorprendente realismo político, vinculado al teocentrismo de la tradición profética. El tributo al César se debe pagar, porque la imagen de la moneda es suya; pero el hombre, todo hombre, lleva en sí mismo otra imagen, la de Dios y, por tanto, a él, y sólo a él, cada uno debe su existencia. Los Padres de la Iglesia, basándose en el hecho de que Jesús se refiere a la imagen del emperador impresa en la moneda del tributo, interpretaron este paso a la luz del concepto fundamental de hombre imagen de Dios, contenido en el primer capítulo del libro del Génesis. Un autor anónimo escribe: «La imagen de Dios no está impresa en el oro, sino en el género humano. La moneda del César es oro, la de Dios es la humanidad… Por tanto, da tu riqueza material al César, pero reserva a Dios la inocencia única de tu conciencia, donde se contempla a Dios… El César, en efecto, ha impreso su imagen en cada moneda, pero Dios ha escogido al hombre, que él ha creado, para reflejar su gloria» (Anónimo, Obra incompleta sobre Mateo, Homilía 42). Y san Agustín utilizó muchas veces esta referencia en sus homilías: «Si el César reclama su propia imagen impresa en la moneda —afirma—, ¿no exigirá Dios del hombre la imagen divina esculpida en él? (En. in Ps., Salmo 94, 2). Y también: «Del mismo modo que se devuelve al César la moneda, así se devuelve a Dios el alma iluminada e impresa por la luz de su rostro… En efecto, Cristo habita en el interior del hombre» (Ib., Salmo 4, 8).

Esta palabra de Jesús es rica en contenido antropológico, y no se la puede reducir únicamente al ámbito político. La Iglesia, por tanto, no se limita a recordar a los hombres la justa distinción entre la esfera de autoridad del César y la de Dios, entre el ámbito político y el religioso. La misión de la Iglesia, como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, hacer memoria de su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, es decir, nuestra vida.

Semana del 20 al 26 de octubre.



 
Dena

 
Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

 

Lunes: Por Pepe da Bouzabella, esposa Juanita, suegros Rogelio y Modesta y Julio y Manuela.

Martes: Por Wesceslao Castro Ozores; Manuel Padín Rey, esposa y Rafael Basdedios García.

Miércoles: Por Tito Lemiña Losada, Luisa Blanco Velázquez y José Ramón González.

Jueves: Por Manuel Valladares Rial, madre y abuelos. Felicidad Méndez y obligaciones de Palmira.

Viernes: Por Consuelo Basdedios Rey; Dolores Álvarez Salgueiro y Dolores Casal Soto. A las 20:30 Reunión de Catequistas.

Sábado: A las 10:30 primer Aniversario de Suso Piñeiro Carballa. A las 20:00 Misa por Rafael Basdedios García, Teodina Salgueiro Álvarez; Dolores Dadín Garrido y su esposo Ángel Dopazo Castro.

Domingo: Primera a las 9:00 por Milagros Vidal Rivero, esposo Horacio y madre Eladia; Peregrina Seone Domínguez y esposo. Segunda a las 12:30 por las intenciones de la Parroquia.

 

Villalonga

Intenciones de las Eucaristías. A las 19:00 por la semana.

Jueves día 23: Por Juan Piñeiro Tarelo.

Sábado día 25: A las 11:30 Primer Aniversario de José Padín Martínez. A las 19:00 Misa a San Benito, a Santa Rita y a la Virgen de los Dolores a intención de una devota; José Vidal Prieto, Manuel Lamelas Torres y Elisa Torres Tacón; Carmen González Casal y difuntos de la familia, de Lagarey; Carmen Salgueiro Torres y esposo Edelmiro Otero, da Arnosa.

Domingo día 26: Primera a las 10:30 por José Manuel Martínez Carballa y su hijo José Martínez Troncoso, da Vichona; Pastora Torres Sineiro; Gonzalo Castro Oubiña y Elisa Torres Piñeiro. Segunda a las 11:30 por las intenciones de la Parroquia.

domingo, 12 de octubre de 2014

Glosa Dominical

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRO TRAJE DE FIESTA?
Seguramente nos hemos encontrado muchas veces ante un joven que se enamora o una madre que espera un hijo, y nos hemos asombrado porque su rostro se transforma, se vuelve más hermoso, más luminoso. Y no sólo eso: le cambia la manera de ver su vida y la de los otros. Ésta es la experiencia en la que Jesucristo desea que entremos todos: acoger la belleza del Amor de Dios para dejarnos cambiar y transformar la mirada con que vemos la vida.
Acoger la invitación y dejarnos cambiar pueden ser los dos movimientos que la Palabra de Dios nos sugiere hoy, en los que deseo profundizar.
Desde hace algunos domingos el evangelio de Mateo nos ofrece relatos del Señor dirigidos a aquellos que oponen resistencia a un Dios que revela su omnipotencia a través de la misericordia; un Dios que se hace cercano a todos los hombres indistintamente, para hacerles vivir la dignidad de hijos de Dios y hacerles partícipes de la salvación de su Reino.
Es hermoso darse cuenta de la insistencia de Jesús al dirigir su invitación: Dios no se cansa, Dios insiste y hace lo imposible para despertar, para alcanzar a todo hombre. Como un padre solícito, que con el fin de hacer comprender a su propio hijo la importancia de una cosa, se la repite muchas veces con paciencia amorosa, cambiando incluso de ejemplos para mejor hacerse comprender. En el relato de hoy, el Señor utiliza la imagen de la invitación al banquete de bodas para tratar de tocar el corazón de sus destinatarios: Dios es un padre que revela su Amor a la humanidad a través de Jesús: que se presenta no como juez, sino como esposo que busca únicamente el bien de la amada. Acoger la amistad de Jesús en la propia vida es comparable a la alegría de un banquete nupcial al que todos y cada uno de nosotros está invitado a entrar y participar. En la primera lectura escuchamos un eco de ese banquete. Ahora ese banquete está preparado, disponible, y a disposición de nuestra vida a través de Jesucristo y su Pascua. Nuestra vida hambrienta de esperanza, de sentido, de comunión con los demás y de paz. Y todo esto es posible vivirlo ahora en el Señor.
En el relato del evangelio hay que destacar el rechazo de los primeros invitados y la reacción violenta del rey con la sucesiva invitación a cualquier otro. Pero lo más importante es que la fiesta de bodas está preparada para todo hombre, para nuestra vida. En la santa misa comemos y bebemos el cuerpo y la sangre de Cristo ofrecido en remisión de los pecados. Éste es el banquete al que somos llamados.
Y a partir de aquí la segunda invitación: dejarnos cambiar. En la segunda parte del relato, el Señor nos habla de un invitado sorprendido por el rey sin “vestido nupcial”, y por esta razón, lanzado a las tinieblas exteriores. Parece una contradicción que el rey invite a “buenos y malos” y luego se enfade por eso. Es que es necesario distinguir que por una parte la invitación es gratuita: el amor de Dios lo es. Pero la amistad con el Señor y su misericordia, siendo dones gratuitos y abiertos a todos, sin límite de tiempo, sin condición e inmerecidos, exigen la adhesión de nuestra libertad.
El amor de Dios no se conquista a través de un esfuerzo moral y voluntarioso, sino con el encuentro de Cristo y el sentirse continuamente perdonados por Él. Es esto quizá lo que cambia el modo de mirarnos a nosotros mismos, a los demás y a los acontecimientos de nuestra vida. Significa entrar en nuestra vida con un vestido nuevo: un vestido nupcial.
La resistencia de los fariseos es un ejemplo de nuestras resistencias. La novedad de Cristo nos invita a revestir todas las relaciones de nuestra vida con el traje de su Pascua y de su Espíritu y cambiar en nombre de la única fuerza más débil y al mismo tiempo más irresistible que se haya conocido jamás: su Amor. Como dirá San Pablo: revestíos como amados de Dios, santos y dilectos, de sentimientos de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia (…) como el Señor os ha perdonado, así haced vosotros. Y por encima de todo, la caridad sea el vínculo de perfección (Col. 3,12.14). Encontrar el amor de Dios, seguir a Cristo no nos exonerará del compromiso activo, hecho de elecciones y gestos concretos, sino que nos abrirá verdaderamente al ejercicio de la responsabilidad y de servicio, que únicamente pueden ser vividos plenamente dentro de una lógica de libertad y de amor, no de temor e imposición.
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¡Cuántas veces en nuestra vida cristiana vamos vestidos como para un funeral: de severidad, de tristeza, de inoperancia, de resignación pasiva! Es necesario que nos vistamos de fiesta: de gozo y de esperanza, de optimismo e ilusión. Más que cargarnos con todos las tristezas del mundo, debemos llevar la sonrisa de Dios al mundo. Cuántas veces en nuestras celebraciones eucarísticas somos de los que vamos con el rostro tenso, nuestra mirada apagada. Un día el Señor puede decirnos: ¿cómo que has entrado sin el vestido nupcial? Tu gozo, tu paz, tu esperanza, ¿en que guardarropía las has dejado? Pero también podríamos entrar con nuestro vestido nupcial, el que recibimos el día de nuestro bautismo, mancillado por el pecado. Al imponernos la capelina bautismal, el sacerdote nos exhortó en la persona de nuestros padres y padrinos: “llévala siempre sin mancha hasta la vida eterna”. Participar del banquete eucarístico del amor sin la blancura con que nos purifica la gracia sacramental en la Penitencia, causa la ira del Rey de Reyes y nos hace merecedores, por sacrílegos, de las tinieblas exteriores: donde nos entristeceremos eternamente por haber ofendido y no correspondido a su Amor. Tengamos confianza en escuchar la voz del Señor, la misma que escuchó el paralítico que fue presentado al Señor a la entrada de la ciudad: “Ten confianza, hijo mío, tus pecados te son perdonados” (evangelio de la forma extraordinaria Mat. 9,1-8). El Señor hoy también nos repite: “Levántate, coge tu litera y vete a tu casa”.
¡Que la Virgen, desde el Pilar de Zaragoza, nos haga incólumes en la fe, firmes en la esperanza y ardientes en la caridad!
Fr. Tomás M. Sanguinetti

Semana del 13 al 19 de octubre.

Dena


Intenciones de las Eucaristías. De lunes a sábado a las 20:00 horas.


Lunes: No habrá Misa.
Martes: Por Francisco Valladares Radío y al Sagrado Corazón de Jesús a intención de un devoto.


Miércoles: Por Antonio Romero Lorenzo; Pilar Martínez García, hija y padre.
Jueves: No habrá Misa.


Viernes: A las 18:30 primer Aniversario de Divina Miniño Álvarez. A las 20:00 Misa por Rosa Múñiz Lobato; A Santa Lucía y María del Carmen Santiago Barros. A las 21:00 Reunión de catequistas en Castrelo.
Sábado: Por Roberto López Lesta; Rosa Torres Fernández, esposo y difuntos de la familia.


Domingo: Primera a las 9:00 por la Parroquia. Segunda a las 12:30 por los difuntos de la familia Olmedo y familia Rebolledo.


 
Villalonga


Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 19:00 horas.
Miércoles día 15: (Festividad de Santa Teresa de Jesús), Misa por Manuel Lorenzo Crespo Soto y Josefina Cacabelos Domínguez, de Peai.


Viernes día 17:  A las 21:00 Reunión de catequistas en Castrelo.


Sábado día 18: Por Victoria García Carballa, da Tomada; Servando Conde Otero; Carmen Padín Domínguez y Carmen Otero, de Piñeiros; José Antonio García Garrido, esposa Manuela e hija Lola, da Tomada; Valentín Martínez Torres, da Vichona; Pedro Velón González-Pardo, esposa Luz de Francisco, hijos Juan, Morris y Mercedes Ororbia Robatto, de Velón; Elisa García Fernández, esposa José e hijos da Bruñeira; Orentino Martínez Blanco da Fianteira.
Domingo día 19: Primera a las 10:30 por Vicente González y sus padres, de Piñeiros; A la Virgen del Carmen a intención de Alfredo y Esther, de Piñeiros.

lunes, 6 de octubre de 2014

Glosa Dominical



SUEÑOS, DECEPCIONES Y OBSTINACIÓN DE DIOS
“Quiero cantar para mi amado el cántico de amor por su viña” (Is.5,1) Así comienza la liturgia de la Palabra este domingo, sugiriendo a nuestro corazón el rostro de un Dios enamorado, incurablemente enamorado de su criatura, un Dios que canta su amor por su pueblo. Sí, porque el amor es canto rimado por el Espíritu Santo sobre las cuerdas de nuestra alma; es pasión, obstinada pasión de Dios por su amado, por cada uno de nosotros.
En la parábola que hoy se nos propone, el Señor retoma la imagen de la viña presente en el poema del profeta Isaías, y la relee a la luz de la historia de la salvación. Es la historia de Dios y su pueblo, un trenzado de fidelidad y rechazo. La viña es el pueblo de Israel, el amo es Dios, los labradores son los jefes del pueblo, los sirvientes son los profetas y el hijo es el mismísimo Jesús. En el centro de todo está el sueño de Dios, su pasión, su amor obstinado por la humanidad. Amor que se traduce en el ocuparse de la viña: cercándola, excavando un lagar, construyendo una torre para vigilarla y custodiarla, como un centinela. El amo de la viña hace todo lo posible: no deja nada a la improvisación. El amor no se improvisa, es fruto de pequeñas atenciones que te hacen sentir especial, deseado, simplemente amado.
Pero a un cierto punto la escena cambia. El amo, después de tantos cuidados y sacrificios, confía su viña a los labradores y parte para un viaje. ¿Quién de nosotros lo hubiera hecho? ¿Quién hubiera obrado así? Y sin embargo el tiempo de la ausencia del propietario es el tiempo de nuestra responsabilidad, de la respuesta al amor considerado de Dios hacia nosotros, a hacer nuestro el estilo de Dios: cuidar del otro sin poseerlo. Porque el amor, cuando es verdadero, engendra entusiasmo, respeto, entrega incondicional, donación generosa a fondo perdido, mirada comprometida con el bien del prójimo.
C:\Users\FRANSESC\Desktop\imagesAAJX3VOD.jpgPero llegado el tiempo oportuno, el propietario, después de tantas atenciones y tanto trabajo, envía un criado a la viña para recoger los frutos; pero los hechos se precipitan inmediatamente. Los labriegos golpean al pobre criado que vuelve a casa maltratado y con las manos vacías. Las repetidas y obstinadas tentativas del propietario, que envía a otros criados, obtienen un resultado siempre peor: pegados, rechazados e incluso asesinados. Encontramos un fortísimo contraste entre la ternura apasionada del propietario, que planta y se ocupa de su viña, y la furia homicida de los labradores que hacen tabla rasa del Señor rechazando a sus mensajeros. Estamos frente a la historia de Dios y su pueblo, historia del sueño de Dios, de su incurable y empecinado amor que no se detiene ante la decepción, la traición, el rechazo de parte de su pueblo y de sus jefes, y continúa enviando a sus profetas.
Pero he aquí el segundo y más dramático golpe de escena: el propietario no extermina a los viñadores rebeldes, sino que les envía a su propio hijo amado, el cual no evita el mismo destino de los otros criados. Obrando de esta manera, el hijo, compartiendo la muerte de todos los testigos incómodos de la verdad, pasados y futuros, desvela con su muerte los trazos de una inesperada e inaudita novedad.
Jesucristo en la cruz no pone fin a las contradicciones y distorsiones de la historia, sino que se introduce en ella hasta el fondo. Y allí, clavado en la cruz, ilumina la historia del mundo y se solidariza con ellos: excluido entre los excluidos, alcanza y abraza a todos.
Ésta es la venganza de Dios: enviar a su Hijo amado, su único Hijo, amar al hombre obstinadamente, hasta la locura. Jesús en la cruz, no cede al chantaje de sus verdugos que querrían una demostración de fuerza y poder por su parte. Él no baja de la cruz. Permanece allí, clavado, desnudo, impotente; y desde aquel madero infame, revela al mundo el verdadero e inaudito poder de la debilidad, el poder incómodo del amor que desarma.
Dios hubiera podido expresarnos su amor de muchas maneras. Pero no ha querido dejar espacio a las interpretaciones, a los malentendidos. Una cosa es usar dulces y consoladoras palabras, otra colgarlo de tres clavos, suspendido entre el cielo y la tierra. Y sobre la cruz, de aquel cuerpo irreconocible por la barbarie humana, arado por los flagelos, destrozado por los golpes y la tortura, es prensado el vino nuevo, el vino de la misericordia que se derrama desde el costado abierto de Cristo, sangre derramada por nosotros y por muchos para el perdón de los pecados.
Fr. Tomás M. Sanguinetti

domingo, 5 de octubre de 2014

Semana del 6 al 12 de octubre.




 

Dena

 

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 21:00 horas.

 

Lunes: No habrá Misa.

 

Martes: Por José Manuel Pérez Crespo.

 

Miércoles: No habrá Misa.

 

Jueves: Por Carmen Portela Lobato, esposo Manuel Limeres Torres e hijo Manuel.

 

Viernes: Por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

 

Sábado: Por Pura y Ángela Pérez Méndez y difuntos de la familia; Carmen Roa Corral; Antonio Otero Carballa; Andrés Cacabelos Padín, esposa Minia Vidal Domínguez y difuntos de la familia.

 

Domingo: Primera a las 9:00 por las intenciones de la Parroquia. Segunda a las 12:30 por Julián, Lucia e hijo Carlos, Francisco Méndez Padín y Balbina Seijas Castro.

 

 

Villalonga

 

Intenciones de las Eucaristías. Durante la semana a las 20:00 horas.

 

Martes día 7: Por María Esther Lores Blanco, de Piñeiros; Peregrina Méndez Torres, da Salgueira.

 

Jueves día 9: Por Casimiro Luis González Suárez y Carmen Méndez Radío, da Arnosa.

 

Sábado día 11: A las 11:30 Aniversario de Amancio Pérez Domínguez. A las 20:00 Misa por Carmen Fernández Otero, Jesús Fernández Otero y esposa; Victorino Otero Uzal; Hortensa Soutullo Caneda; Aurora Fernández Leiro, de Roxique; Ramón Fandiño Conde u su madre Carmen y Manuel Abal Lima.

 

Domingo día 12: Primera a las 10:30 por Delfina y Carmen Méndez Camiña; Horacio Martínez Domínguez, da Bouza y a la Virgen de las Cabezas a intención de una devota. Segunda a las 11:30 por las intenciones de la Parroquia.