Es una semana para
reflexionar
sobre nuestra
transformación en Cristo
Se nos invita a profundizar
en nuestra fe, sabiendo que todos seremos transformados por la victoria de Cristo. Las lecturas bíblicas, comentarios, oraciones
intentan discernir lo que esto significa
para la vida de los cristianos y para su unidad, en y para el mundo de hoy. Empezamos
por contemplar a Jesús servidor y el camino nos lleva a la celebración final
del reino de Cristo, por medio de su cruz y de su resurrección.
Día primero: Transformados
por Cristo Servidor
El
hijo del hombre ha venido para servir (cf. Mc10,45)
Hoy encontramos a Jesús
en su camino hacia la victoria a través del servicio. Lo vemos como aquel que
"no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de
la libertad de todos" (Mc10,45). En consecuencia, la Iglesia de
Jesucristo es una comunidad de servicio. El poner en acto nuestros diferentes
dones sirviendo juntos la humanidad hace visible nuestra unidad en Cristo.
Día
segundo: Transformados por la espera paciente del Señor
Es menester que cumplamos lo que Dios ha dispuesto (Mt3,15)
En este día nos
concentramos en la espera paciente del Señor. Para lograr cualquier cambio se
requiere perseverancia y paciencia. Orar a Dios para alcanzar una
transformación es también un acto de fe y de confianza en sus promesas. Esta
espera del Señor es esencial para todos los que oran por la unidad visible de
la Iglesia en esta semana. Todas las actividades ecuménicas requieren tiempo,
atención mutua y acción conjunta. Todos estamos llamados a cooperar con la obra
del Espíritu que une a los cristianos.
Día
tercero: Transformados por el Siervo doliente
Cristo
padeció por nosotros (cf. 1Pe 2,21)
Este día nos invita a
reflexionar sobre el sufrimiento de Cristo. Siguiendo a Cristo, el Siervo
sufriente, los cristianos estamos llamados a la solidaridad con todos los que
sufren. Cuanto más nos acercamos a la cruz de Cristo, más nos acercamos unos a
otros.
Día
cuarto: Transformados por la victoria del Señor sobre el mal
Vence al mal a fuerza de bien (Rm 12,21)
Este día nos introduce
más profundamente en las luchas contra el mal. La victoria en Cristo es una
superación de todo lo que daña a la creación de Dios y nos mantiene separados
unos de otros. En Jesús estamos llamados a compartir esta nueva vida, luchando
con Él contra lo que está mal en nuestro mundo, con confianza renovada y con
una alegría profunda en lo que es bueno. Mientras estemos divididos no podemos
ser lo suficientemente fuertes para vencer el mal de nuestro tiempo.
Día
quinto: Transformados por la paz de Cristo resucitado
Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: la paz esté con vosotros (Jn 20,19)
Hoy celebramos la paz
del Señor resucitado. El Resucitado es el gran vencedor sobre la muerte y el
mundo de las tinieblas. Él une a sus discípulos que estaban paralizados por el
miedo. Él nos abre nuevas perspectivas de vida y de acción a favor de su Reino
que viene. El Señor resucitado une y fortalece a todos los creyentes. La paz y
la unidad son los signos de nuestra transformación por su resurrección.
Día
sexto: Transformados por el amor inconmovible de Dios
Nuestra fe es la que vence al mundo (cf. 1Jn 5,4)
En este día nuestra
atención se concentra en el amor fiel de Dios. El misterio pascual revela este
amor fiel y nos llama a una nueva forma de fe. Esta fe supera el temor y abre
nuestros corazones al poder del Espíritu. Esta fe nos invita a la amistad con
Cristo y, de este modo, de unos con otros.
Día
séptimo: Transformados por el Buen Pastor
Apacienta mis ovejas (Jn 21,17)
Los textos bíblicos de
hoy nos muestran al Señor fortaleciendo a su rebaño. Somos llamados a seguir al
Buen Pastor, a reforzarnos mutuamente en el Señor, a apoyar y fortalecer a los
débiles y los perdidos. Hay un solo Pastor, y nosotros somos su pueblo.
Día
octavo: Reunidos en el Reino de Cristo
Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí (Ap 3,21)
En este último día de la
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos celebramos el Reino de
Cristo. La victoria de Cristo nos permite mirar hacia el futuro con esperanza.
Esta victoria supera todo lo que nos impide compartir la plenitud de la vida
con Él y con los demás. Los cristianos sabemos que la unidad entre nosotros es
sobre todo un don de Dios. Es un participar en la victoria gloriosa de Cristo
sobre todo lo que divide.